7

951 87 25
                                    

El chico estaba en el departamento, Havoc no había llegado, pareciera que no llegaría. Y Edward dejó de esperarlo. Pero su relación aún no estaba terminada y a esas alturas tampoco estaba muy seguro de querer terminarla.

El timbre sonó y se apresuró a abrir, hacia media hora que había ordenado comida al domicilio y no llegaban con su pedido. Edward ni siquiera preguntó, abrió la puerta.

Pero no era el repartidor, ni Havoc, mucho menos Alphonse... Si no Roy, que entró en la casa sin tener una invitación.

—¡Edward, en verdad perdóname por hacer tal cosa! Pero es que... En verdad quiero que vuelvas conmigo... No quiero que esto termine así, nuestra relación se truncó por culpa de Havoc... Y lo sabes Edward, te arrebató de mi lado con trampas.—

Edward estaba en completo shock, Mustang había hablado muy rápido y golpeado. Entendía sus argumentos, tenía un poco de razón, pero no toda. Su relación en primer lugar se había roto por causa del mayor, el sufrimiento de esos días, se lo recordaba. Sin embargo, Havoc también contribuyó a que la reconciliación no se consumara como desde el principio previó.

No había duda, la vida no es como nadie la planea.

—Roy... Yo entiendo que estés confundido porque nos hemos enterado de algo terrible. Nos quitaron la oportunidad, si. Pero... Pasé por mucho para salir adelante. Y... Quiero serle fiel... Ese beso no debió de suceder ¿Comprendes?—

El muchacho había tomado el valor de rechazarlo, aunque en el fondo le dolía no poder aceptar, se estaba dirigiendo a la puerta para poder abrirla e indicarle con esa acción que se fuera de su casa.

Pero antes de que pudiera reaccionar, Mustang lo tenía abrazado y casi inmóvil.

—Ed... No me mientas mas. Te conozco demasiado, me doy cuenta. Aunque... Si no quieres que lo haga, atrévete a rechazar esto...—

El adulto se inclinó apenas, para besar con suavidad los labios del muchacho, Ed intentó quitarlo, pero Mustang no cedió y al final terminó tomando la terrible decisión de corresponder.

Él tenía razón, no podía rechazarlo, ya no más. No tendría más miedo a ser lastimado de nuevo, por la misma persona. Lo abrazó con fuerza aferrándose a la espalda del adulto, jadeando apenas para recuperar el aliento, y volver a devorar sus labios con bastante intensidad.

Roy estaba más que feliz con esa acción, le confirmaba que no todo estaba perdido, que podría recuperar con esfuerzo lo que había dejado ir, sin luchar. Ésta vez lo haría.

Lo elevó unos centímetros del suelo, sólo para irlo a sentar a un mueble un poco más alto, para tener una buena altura entre ambos. El chico lo miró con duda.

—Te extrañé tanto... Esperé tanto por esto... No me puedo contener Edward ¡Te amo!—

—Yo también...—

Susurró el chico, volviendo a besar al de cabello negro, recorriendo con caricias flojas su espalda.

Mustang, al tener permiso, no había perdido el tiempo. Se quitó el saco que le provocaba aún más calor del que ya estaba sintiendo, lo dejó caer a sus espaldas. No había perdido ese toque.

A Edward siempre le había gustado como lucía el mayor en esas situaciones, más ahora que se vestía mas formalmente, no podía evitar sentirse atraido por esa figura. Roy sabía sobre eso.

Poco tiempo pasó y ambos ya estaban casi desnudos, Mustang se mantenía con la camisa blanca a petición del chico. Roy le había cambiado de posición, lo dejó en el piso sobre su saco que anteriormente había dejado caer al suelo, lo preparó como se debe, con cuidado y paciencia. Tomando como punto de referencia los gestos del chico. Sonrió gustoso al observar su carita anhelante, él no lo decía, pero se delataba sólo.

Edward también se estaba dando cuenta de lo mucho que había extrañado volver a tener intimidad con Roy.

Cuando el acto comenzó, Edward gemía con fuerza ante las embestidas rudas que había comenzado a darle.

Terminando por comparar a ambos, Havoc siempre había sido cariñoso, cuidado y sobre todo lento, le gustaba. Pero no podía negar que también le gustaba el sexo rudo con Roy, cariño sobraba y cuidado también.

—Ed... Ed... Te amo.—

Murmuró cerca de su oído, el chico estaba aferrado a el con brazos y piernas, se sentía nuevamente feliz, había deseado eso por tanto tiempo, que su razonamiento en esos momentos no era el mejor. Roy sabía cómo hacerlo.

—También yo... Roy... Yo también.—

Contestó entre gemidos, besando una vez más al adulto, moviendo las caderas para indicarle que quería aún más. Pero Mustang no podía, en esa posición no podía. Y no estaba dispuesto a cambiarla y perderse de ver todos los gestos que el niño hacía.

Edward a esas alturas ya no se esforzaba por ocultar sus sentimientos como desde la ruptura lo había hecho, su corazón se desbocó de felicidad y pasión.

Daba arañasos débiles a la amplia espalda del adulto, indicado con los gestos que no aguantaría mucho más.

Al terminar ambos, Roy lo acarició, besó, halagó, abrazo e hizo de todo para demostrar en ese momento, cuánto lo quería y lo había extrañado.

Estaba bien aferrado a la cintura del chico, llegando a acariciar con suavidad el cabello despeinado. Llenando de mimos el momento.

—No necesitas sujetarme con tanta fuerza... No me voy a ir... ¡Y duele!—

Actuó como normalmente lo haría, entonces Mustang aflojó el agarre, Edward aprovechó y se giró hacia él. Besó su frente aún húmeda por el sudor y le regaló una sonrisa.

La carita sonrosada del chico era aún más adorable, a la vista del adulto.

—Ven aquí...—

Y volvió a besarlo, para confirmar.

Se levantó con el rubio en brazos y fué al sillón a sentarse, nunca lo soltó. El repartidor ya se había ido y Edward tenía mucha más hambre que nunca.

Mustang comenzó la re-conquista. Era más bien una reconciliación, a Edward se le notaba aún más feliz que antes.

La vida vuelve a cobrar sentido, ¡Vé, pelea, vence al más fuerte! Lucha por tu vida... El mejor será convocado, hoy.

~~~~~~~~~~~~~~~
Todavía no se acaba, guarden sus lágrimas todavía.

Gracias por leer.

Can't Get You Out Of My Head.Where stories live. Discover now