Capítulo 20

9.1K 590 5
                                    

Me costó bastante que Theo se quedara el tiempo suficiente quieto como para poder examinarlo, pero lo conseguí. Tuve que recoger mi mandíbula del suelo cuando vi con mis propios ojos que lo único que quedaba de la fractura abierta de su pierna era una ligera línea rosa que le cruzaba la pierna, y que en un par de días más ya ni siquiera tendría. Del envenenamiento tampoco quedaba nada, aunque quería seguir vigilándolo durante unos cuantos días más para asegurarme, así que se lo comenté a la madre, que me dio las gracias y me dio una bandeja gigantesca de macarrones con queso y una tarta. Después se llevó a su hijo a su casa, a donde yo iría a visitarlo en los siguientes días. Salí al porche para despedirlo, sonriendo al ver como Theo andaba de espaldas mientras no paraba de saludarme. Era un encanto. 

-Gracias por ocuparte de él. No tenías que hacerlo-dijo Derek a mi espalda. 

-Sí que tenía que hacerlo. Curar es mi vida. No tienes que darme las gracias por eso. Lo habría hecho, me lo hubieras pedido tú o no. 

-Vale. Pero aún así, te doy las gracias.

-Las acepto-me giré hacia Derek. Él estaba mirando hacia el bosque, por donde se acababan de perder Theo y su madre. Tenía un perfil muy varonil y atractivo. No quería pensar así por todo ese pequeño asuntillo sin importancia del secuestro y el encierro en contra de mi voluntad en dos ocasiones diferentes. Pero negar que estaba como un tren sería negar la realidad. Solté un suspiro-. ¿Puedo decirte algo?

-Desde que nos conocemos, nunca has necesitado pedirme permiso para decirme lo que has querido. 

-Cierto. Cuando vi las heridas de Theo y me dijisteis que se las había hecho un Alpha, lo primero que pensé es que se las habías hecho tú. 

-¡¡¿¿Qué??!!-estaba mosqueado. Eso era bueno. Significaba que en ningún momento se le había pasado por la cabeza dañar a Theo. Supongo que eso se podía extender al resto de los niños-. ¿Cómo pudiste pensar eso de mí?

-¿Y por qué no iba a pensarlo? No te conozco. No sé de lo que eres capaz o de lo que no. Lo único que conozco de ti es tu estupidez-él se quedó con la cara pasmada, mirándome con la boca abierta. Me parece que estaba procesando todos los insultos que acababa de verter sobre su persona, tanto el directo como el indirecto. Pasado un minuto más o menos, sonrió débilmente y asintió con la cabeza, dándome la razón. 

-Bueno... Supongo que tienes razón. No te he dejado conocer nada demasiado positivo de mí. Pero quiero cambiar eso. Quiero que sepas quién soy. Lo que soy. Y quién quiero ser, tanto para ti como para mi manada. Quiero que lo seas conmigo. 

-Eso parece una propuesta muy formal. 

-Porque lo es. Eres mi Mate y, aún sabiendo el costo enorme que sería para mí y para los míos el que te fueras, quiero darte esa opción.. La decisión será solo tuya. Tienes total libertad. No te impediré hacer nada. Solo quiero pedirte que nunca estés sola. Estamos en plena guerra, y aunque tú no tengas nada que ver con eso, eres un objetivo muy valioso para Medianoche. Necesito saber que estás a salvo, así que uno de mis Guerreros o yo mismo estará en todo momento contigo. Y si decides irte, cosa que espero que no pase, pero si lo decides, procuraré tu seguridad para que ninguno de mis enemigos pueda encontrarte y hacerte daño. 

-Eso es mucho esfuerzo por una simple humana. 

-Tú no eres una simple humana. Tú eres mi Mate y la Luna de mi manada. Lo eres todo tanto para mí como para mi gente. Te convertiste en el centro de nuestro mundo desde el momento en el que te encontré-me quedé sin palabras cuando escuché la pasión con la que me habló. Nunca me habían dicho algo tan dramático, sincero y bonito. Todo a la vez. Era muy extraño, pero en mi interior sabía que todo lo que me acababa de decir era una absoluta verdad. Incluso pensaría que era terriblemente romántico lo que estaba pasando ahora mismo si no fuera porque uno de los rayos del atardecer me estaba dando en todo el ojo, dejándome ciega. Pero obviando ese pequeño inconveniente, quería intentarlo de verdad. Quería olvidar lo que me había hecho pasar y empezar de nuevo. Puede que estuviera siendo una auténtica estúpida pero, ¿quién no lo había sido en su vida?

Mi Mate. Mi AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora