Capítulo 71

3.1K 255 11
                                    

Los ojos verdes de Derek. Esa sonrisa de medio lado. Su barba de tres días que siempre estaba presente. Intentaba concentrarme solo en verlo a él mientras estaba en el lugar seguro de mi mente, pero la tortura de Adam me lo estaba poniendo muy difícil. Ya había pasado un día completo aquí, ya que ahora estaba amaneciendo, y apenas podía soportar lo que me estaba haciendo. ¿Hasta cuando podría soportar esto?

Tonta de mí, pensé que nada podía ser peor que lo que me hizo ayer con esa aguja con la que me atravesó una y otra vez los tímpanos hasta que apenas era capaz de oír nada que no fuera como un pitido constante que me estaba volviendo loca. O peor que cuando me quitó los cilicios y me los volvió a poner, pero cambiándolos de sitio hasta en tres ocasiones. Sentía mis piernas arder. Estuvo ocupado con la aguja hasta bien entrada la noche, pero durante la madrugada me había dejado a solas, lo cual agradecí a todos los dioses en los que nunca había creído. Evidentemente no pude dormir, ni descansar, pero al menos si pude trasladarme a mi lugar secreto, donde pude estar tranquila con mi visión de Derek y de todos los míos. Creía que nada podría darme paz en un momento como éste, pero recordar el tono verdoso de los iris de mi Mate lo conseguía. 

Pero esa paz se fue a la mierda cuando una hora más o menos antes del amanecer la puerta de la habitación volvió a abrirse, dando paso a Adam. Antes, cuando lo veía aparecer solo tenía ira y rabia en mi interior. Pero ahora solo quedaba el miedo. Terror a lo siguiente que se le ocurriera hacerme. Había conseguido que volviera a sentirme como cuando era niña, y estaba totalmente indefensa ante sus perversiones. Por más que luchaba por volver a ser la Dana segura e independiente en la que me había convertido en estos últimos años, el dolor continuado y sin descanso me estaba doblegando. Y él lo sabía. 

Vio mi pánico cuando me di cuenta de que en la mano llevaba una pistola de clavos, y lo disfrutó. Aunque no fue tan placentero para él como cuando mis gritos comenzaron a resonar entre las cuatro paredes de esta habitación. Un clavo en cada hombro, dos en un brazo, uno en el otro, tres dispersos por las piernas, uno en la cadera... Ninguno en una zona vital, pero todos tremendamente dolorosos. Como continuara así, mi cuerpo entraría en shock. No sabía si podría sobrevivir a esto, y darme cuenta de eso hacía que me rompiera aún más rápido. Pero ni siquiera en estos momentos este cabrón dejaba de hablar. 

-Sigo muy dudoso sobre qué hacerte a continuación. ¿Te disloco los hombros y te los ato hacia atrás o empiezo antes con la Muerte por Mil Cortes?-preguntó al aire mientras apoyaba su codo sobre uno de mis muslos martirizados. Un gemido de queja escapó de entre mis labios-. Oh, ¿prefieres empezar con la Muerte por Mil Cortes? La verdad es que era mi favorita entre las dos. Estamos tan en sintonía, Dana... Eres mi alma gemela-comentó alegremente mientras se acercaba al mueble del fondo. Yo no soy nada tuyo, hijo de puta. Eso quería decirle, pero la boca la sentía como un estropajo. No me había dado nada de beber desde que habíamos llegado aquí. Con un poco de suerte me moriría de deshidratación antes de que él hubiera llevado a cabo todos sus planes-. ¿Sabes? En realidad, la Muerte por Mil Cortes es un descuartizamiento muy lento, donde se perpetúa el suplicio del sujeto hasta que se le decapita o se le saca un órgano vital. Pero yo no quiero descuartizarte. Si te matara, ¿con quién jugaría?-con tu puta madre, quise escupirle. Pero no tenía ni fuerza ni ganas de dirigirle la palabra-. Así que voy a modificarla y solo voy a hacerte multitud de cortes superficiales, aunque dolorosos a lo largo de todo el cuerpo. ¿Qué te parece? Bueno... La verdad es que sí que voy a modificar otra cosa. Habitualmente, esta tortura se hacía con un cuchillo muy afilado, pero yo lo voy a cambiar por uno de sierra. ¿No es genial?-y tras terminar su monólogo de mierda, comenzó a cortar. Primero, escogía con mucho cuidado la zona donde quería hacer el corte; después, hacía la medición sobre cuán largo lo haría; y, por último, cortaba. El dolor se fue acumulando de manera exponencial hasta que solo con un roce sentía arder toma mi piel. Apenas salían gritos o quejidos de mí, ya que mi voz hacía tiempo que se había roto. No se tomó ningún descanso. Estaba inmerso en la tortura durante lo que pareció una maldita eternidad, así que cuando alguien llamó a la puerta con fuerza, apenas lo oyó. Cuando paró para abrirla, yo miré hacia el ventanal. El sol estaba alto en el cielo. Al menos habían pasado un tres o cuatro horas desde que había empezado. 

-¿Qué cojones te has creído que es esto, Adam? ¿Tu mazmorra particular donde puedes torturar a quien quieras a tu antojo?-giré la cabeza hacia la puerta y vi a un tío de altura media, muy musculoso, con corte de pelo militar y vestido completamente de negro. Un Cazador. 

-Sí-respondió Adam con tranquilidad, como si fuera la mayor obviedad del mundo. Me habría reído de la cara del otro Cazador si no me estuviera desangrando. 

-Los Cazadores no estamos para tus vendettas particulares, Adam. He informado a la central, y quedas relegado de tu cargo. 

-¿Qué autoridad crees que tienes que informar de tu superior a la central?-dijo en tono amenazante. Bien hecho, Cazador desconocido. Sigue enfadándolo para que la tome contigo y se olvide de mí por un ratito. 

-Da igual el rango cuando se está cometiendo una falda tan grave como la que estás cometiendo tú. 

-¿Y esa falta es...?

-Nosotros no atacamos a humanos. Y ella es una humana-gracias por darte cuenta, desconocido. De pronto, comenzó a andar en mi dirección. Me encogí creyendo que me haría algo, pero cual no fue mi sorpresa cuando me comenzó a desatar los pies. ¿Estaba soñando?

-Es la Mate de un Alpha y está preñada-no lo estoy. Deja de decir eso, jodido cabrón. 

-Pues entonces mata a su Mate, y cuando dé a luz, matas al mestizo, pero ella es humana y es intocable. ¿Te has enterado, Adam? Si la vuelves a tocar, no solo te quitarán el rango, sino que también te someterán a un juicio por desacato-sentenció mientras me comenzaba a desatar la mano derecha. Terminó con ella y fue a ocuparse también de la izquierda cuando Adam se lanzó a por él. Chocaron contra la mesa sobre la que yo estaba y la acabaron volcando. Yo caí de rodillas al suelo con la mano izquierda aún atada a la mesa. ¡Vamos, Dana, aprovecha tu oportunidad! Pero la realidad es que apenas podía moverme. El dolor de la caída apenas me había dejado con aire, mucho menos con la capacidad de reaccionar. 

-Si me vuelves a amenazar, te rajaré el cuello. 

-Ahí fuera hay unos cuantos Cazadores que están deseando ponerte las manos encima, Adam. Tú ya no eres uno de los nuestros. Estás solo-tras esa frase se escucharon unas respiraciones espesas y rápidas seguidas de un sonoro portazo. Vamos, Dana, haz algo. ¡Busca un arma! Al levantar los ojos vi un vaso sobre una pequeña mesa auxiliar lleno de agua. ¡Agua! La búsqueda de una posible arma quedó relegada en mi cerebro ante la oportunidad de poder tranquilizar mi sed. Obligué a mis músculos a moverse y a estirarse hasta llegar hasta él. 

-Parece que vamos a tener que trasladarnos de aquí. Es una lástima. Al tener el respaldo de los Cazadores podía ocupar gran parte de mi tiempo a ti, pero si nos vamos ya no podrá ser así. En fin, habrá que aguantarse con lo que nos toca-sentir el agua bajando por mi garganta fue como si hubiera llegado a un oasis en mitad de un desierto. Y, además, eso pareció reactivarme lo suficiente para que mi cerebro comenzara a trabajar. Primero tenía que soltarme la mano-. ¿Sabes en qué he estado pensando durante la última hora? En que cuando me aburra de ti, podría rajarte la barriga y sacarte al mestizo ese que llevas dentro, y podría comenzar a hacerle la Muerte por Mil Cortes. Podría irlo descuartizando poco a poco e ir poniendo ante ti cada uno de los trozos. El último que pondría ante ti, su madre, sería su pequeña cabeza... ¿No te parece perfecto?-comentó con diversión en la voz mientras se acercaba a mí por la espalda, mientras disparaba un par de clavos al aire con la pistola, como advertencia. 

Mi Mate. Mi AlphaWhere stories live. Discover now