Fiesta

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Ahora solo podía sentir una doliente incomodidad al ver al asimétrico. Toda la extraña calidez que brotaba por su cuerpo al comienzo, se había transformado ahora en un dolor en el pecho cada vez que lo veía. Una alegría que, aunque suene extraño, dolía.

Moría por decirle como se sentía, por confesarle todos sus sentimientos pero, no había una razón real para hacerlo. Él sabía que Shōto no sentía nada más que una sencilla amistad. ¿Qué ganaría con decírselo? seguramente solo lo espantaría, pero Izuku no sabía cómo lidiar con ello. No quería perderlo confesándose, pero no estaba seguro de querer solo una amistad con el asimétrico, más bien, no estaba seguro poder llevar su corazón fingiendo no sentir más que amistad.

Cuando veía a Shōto sentado junto a Momo, viéndose tan sonriente, se le oprimía el corazón. Sentía las lágrimas a punto de salir y debía hacer un gran y doloroso esfuerzo para evitarlo, mientras saludaba con una sonrisa y se sentaba en su asiento.

En ocasiones al verlos juntos, simplemente iba al baño y se encerraba a llorar, sintiéndose el ser más egoísta del planeta. Shōto no era muy feliz, tenía muchos problemas en su familia e Izuku lo sabía. Había visto el dolor en sus ojos cada día, así que, ¿cómo se atrevía a decir que lo amaba si no podía alegrase por él? Por fin lo veía reírse, por fin lo veía hablar, dialogar con alguien. Eso era lo que Izuku había querido desde que se enamoró, y ahora que Shōto era por fin un poco feliz, él no podía evitar llorar y sentir celos.

Cada vez era más difícil verlo o saludarlo. Al estar con él solo sentía ganas de arrojársele encima y besarlo en sus labios, siempre de un tono rosa pálido precioso que enloquecían los sueños de Izuku. En un segundo a su lado imaginaba cómo lo tocaba y acariciaba, como lo besaba y sujetaba por la nuca, entrelazando sus dedos en sus cabellos rojos y blancos.

Y entonces volvía a la realidad en un sentimiento de vacío, dándose cuenta de que jamás viviría aquello.

En una ocasión se organizó una fiesta sorpresa por el cumpleaños de Momo. Por supuesto Izuku y Shōto asistieron y contribuyeron.

Todos parecían pasarla bien, pero el pecoso solo se sentía perdido y mareado. No podía disfrutar de la fiesta, intentado acercarse sin éxito al asimétrico, quien no hacía más que hablar y reír con la cumpleañera.

—Otra vez no— Se dijo en voz baja mientras sentía las lágrimas en sus ojos.

Dijo que saldría a tomar aire fresco, y sin dar muchas explicaciones salió del lugar. Era de noche. El frío se mezclaba con sus lágrimas y le abrazaba los músculos tensos de su rostro, haciendo esfuerzo por no llorar con descontrol; entonces, sintió unas cálidas manos sobre sus hombros.

—¿Estás bien, Midoriya?—Habló el joven Shōto con su voz tan inconfundible.

Síndrome del corazón rotoWhere stories live. Discover now