Corazón débil (PT. 2)

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Aunque el pequeño ataque pronto se le pasó con solo descansar un rato, la señora Inko no dudó un solo momento en que debía llevar a su hijo al doctor.

Les dieron una cita general para días cercanos, y una vez en ella el joven peliverde procedió a hacerle una breve descripción a su médico de lo que sentía.

—Dificultad para respirar... dolores en el pecho... punzadas...—El hombre tecleaba en su computadora los síntomas que el chico le comentaba—Dime, entrenas frecuentemente ¿correcto?

—Así es.

—¿Acaso te has sobre esforzado últimamente?

—Mm, un poco. No he rendido muy bien últimamente y, necesito un mejor desempeño.—Le contestó un poco dudoso de estarse alargando en cosas innecesarias.

—...Ajá... y, ¿has tenido algún problema sentimental? ¿Tal vez con tu novia o amigos?

¡¿Novia?! La pregunta debía ser un chiste ¿cierto? ¿A cuento de qué preguntaba eso?

—¡B-Bueno! No-no tengo novia, ¿por qué la pregunta?

—No estoy afirmando nada, hay que hacerte exámenes pero, pareces tener síntomas de un "corazón roto".—¿Lo estaban espiando acaso?— Ocurre cuando el músculo cardíaco se debilita al tratar de resistirse a excesos de adrenalina, normalmente por cambios emocionales muy fuertes o mucho estrés físico.

—Ya, veo...

—No es grave. Suele ser temporal. Te haremos los exámenes para determinar qué es lo que te ocurre.

[...]

—Bueno, al menos parece no ser algo grave.—Le dijo dulcemente su madre mientras habría la puerta de la casa—Voy a preparar el té.

—Si, está bien... avísame—Mientras subía a su cuarto las palabras del médico no paraban de darle vueltas en la cabeza. ¿Qué pasa si realmente sufría de ese problema? ¿Qué tanto daño le estaban haciendo sus sentimientos?

¡No! No podía ser eso, era ridículo. Seguramente, si se trataba de un "corazón roto" se debería al esfuerzo que hacía durante el entrenamiento...

O eso quería pensar, pues él mismo sabía que hacía mucho tiempo que se había sometido al estrés del entrenamiento y no había tenido ninguna complicación más que la del cansancio. Sus asfixias y dolores no habían empezado sino hasta que Shōto y Momo se habían vuelto tan cercanos.

Sin embargo la idea de haberse enfermado por ello lo hacía sentir patético. Lo estaba limitando un absurdo enamoramiento adolescente, y además no estaba haciendo nada para remediarlo. Era un niño estúpido llorando en vez de pasar página.

Y toda su vida había sido así. Siempre lloraba por todo pero jamás hacía algo para cambiar su situación.

Cuando Katsuki lo golpeaba y molestaba él se lo permitía y lloraba cuando nadie lo veía. Cuando no pudo ser un héroe porque no poseía ninguna singularidad simplemente lloró sin buscar otras alternativas. Y ahora, All Might le había heredado su poder y no hacía más que fracasar y llorar. Ese era él.

Y mientras se repetía esas vivencias, las lágrimas comenzaron a brotarle de los ojos sin control.

Se dio ira a sí mismo. Se sentía inútil. Odiaba esas ganas de llorar que no podía detener; nada era más cobarde que eso para él. Comenzó a apretar el ceño y a pasarse violentamente las manos sobre los ojos, pero sus lágrimas continuaban.

Pronto se cansó de llorar, de estar parado en medio de su cuarto y de sentirse así, tan tonto. Le pesaba el cuerpo y una terrible fatiga se apoderó de él.

Se acostó pesadamente en su cama y, cerrando los ojos con cansancio se quedó dormido al instante.

Síndrome del corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora