8 de noviembre de 1983

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Hace unos minutos tuve el sueño más maravilloso del mundo Nela.

Ya era yo una mujer adulta, al parecer tenía como unos 30 o 40 años, seguía con las mismas facciones que hoy tengo. Vivía en los suburbios, mi casa era demasiado hermosa, tenía un gran comedor, una sala muy espaciosa, una gloriosa cocina, unos baños impecables, pero sin duda la cereza del pastel era mi recamara.
Mi cama tenía un edredón muy suave, el cual yo sentí por un instante. El piso era de la madera más hermosa, tenía elegantes muebles y un gran armario que contenía hermosos vestidos.
Pero sin duda lo que más me encanto fue la maravilla de vista que tenía, la cual daba a una hermosa cascada.


No recuerdo haber visto a nadie a mi lado, pero eso no me importa, la verdad es que a mí no se me da eso del amor, y no debería de importarme a esta edad.

Recorrí toda la casa, la cual tenía un fuerte olor a nardos. Al final de ver la casa me fui a preparar para ir al trabajo. Salí de mi casa, y afuera se encontraba un coche como el que el padre Teodoro me había mostrado hace ya unos meses. Era de un bello color rojo.

¡Que feliz era yo en ese sueño! Tenía todo lo que yo anhelaba, de hecho también tenía padres, los cuales ya eran unos ancianitos.
Antes de ir al trabajo fuí a la casa de aquellas pasitas. La casa era igual de bonita que la mía. Entré y lo primero que mis ojos vieron fue a mi santa madre tejiendo sobre una mecedora. Era muy hermosa, tenía unos hermosos ojos cafés avellana, una dorada melena, sus manos se movían con gran agilidad a pesar de su edad. En cuanto a mi padre no hay mucho que decir, ya que no lo había visto en el sueño.

Pero el sueño termino cuando Lirio me dijo que se había hecho pipí.


Relato de una violaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora