Capítulo 3. ❝ Quizás no hace daño un poco de ejercicio. ❞

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Aun con aquel momento extraño, Mangel le había agradado bastante, su voz nunca dejó que un momento incómodo se acercara a ellos, preguntando un sin fin de frases y de su experiencia en los pocos días que tenía viviendo ahí. Por supuesto que se enteró que el chico era el hijo mayor de unos agricultores que vivían a la orilla del pueblo en la montaña más alta. Ahora entendió la hiperactividad del pelinegro, nadie con poca energía podría hacer ese camino hacia la preparatoria.

Parecía que Mangel era del visto bueno de cada persona ahí, inclusive la secretaria le dio una gran sonrisa cuando atravesaron la puerta.

Eso era algo que Raúl envidiaba mucho.

—Eh, Claudia. ¿Cómo te va en el primer día? —Mangel se acercó hacia donde estaba la secretaria, apoyándose en el escritorio con una sonrisa amable.

—Estoy a punto de morir. —La rubia le respondió en un susurro, llevando sus manos a su rostro con cansancio.

Raúl no pudo evitar sentir pena por la joven secretaria, a pesar de ser una preparatoria pequeña en medio del inmenso bosque, había demasiado papeleo por todo el lugar. Sentado exiliado del par que comenzó a platicar sobre el nuevo ciclo escolar, escucho como un par de pisadas resonaban por el pasillo deteniéndose en la puerta para acto seguido abrirla encontrándose con Rubén junto con una chica y otro chico desconocido.

— ¡RAÚL! —Rubén camino hacia donde estaba con una sonrisa. —Mira estos son los amigos que te decía, chicos él es Raúl, el chico del que les hable.

—Vaya, entonces es real que había alguien nuevo en la escuela. —La única chica del grupo lo miraba de pies a cabeza. —Es muy raro cuando alguien llega para quedarse, casi siempre es al revés. —Ambos cruzaron miradas viéndolo detenidamente.

Raúl experimentó el mismo sentimiento que le provocaba ver un gatito recién nacido al cruzar miradas con la chica delante de él. Era alguien alta, no demasiado fuera del promedio pero si lo suficiente como para destacar en el grupo, su cabello castaño oscuro estaba con un corte perfecto que dejaba ver su afilado perfil.

—A veces es bueno respirar otros aires. —Le contestó con una expresión cansada, Raúl comenzaba a desesperarse del patrón de preguntas.

—Soy Amelia, espero que te sientas cómodo en tu estadía aquí. —La castaña le dio una sonrisa, apretando las correas de su mochila.

El otro desconocido hizo acto de presencia, volteándolo a ver como si fuera una especie de alienígena.

—Raúl, ¿verdad? —Se dirigió al nombrado con una mirada cautelosa, este le respondió asintiendo levemente con la cabeza. — ¡Bienvenido al pueblo más aburrido del mundo! Espero que no termines muerto por eso, por cierto soy Alex.

"¿Acaso me está tratando como un experimento?" Pensó el pelinegro.

— ¿Gracias? —Susurro confundido, sin dejar de verlo.

Ahora el nuevo personaje desbloqueado era alguien de baja estatura, no demasiado para destacar pero si lo suficiente como para voltearlo a ver dos veces, además de ser delgado pero con una leve musculatura dibujada en su cuerpo. Lo segundo que destacó en su ser fue una voz chillona pero controlada que no te molestaba escuchar.

Antes de que alguno de los chicos volviera a hablar, Rubén se adelantó, poniéndose en medio del grupo de adolescentes, mostrándoles a todos una gran sonrisa.

—Les dije que les iba a caer bien. —Golpeó con delicadeza la espalda de la chica. —Raúl eres oficialmente parte de nuestro grupo. Vas a tomar el lugar de Mangel hasta que cambie su horrible humor.

Te Amare a Escondidas | LuzuplayWhere stories live. Discover now