Capítulo 8. ❝ Como dos zafiros. ❞

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A la mañana siguiente Raúl se despertó con una sonrisa en su rostro y un cálido sentimiento en su abdomen, por supuesto que esto no tenía nada que ver con la extensa plática que había tenido en la madrugada con su vecino de enfrente.

No, claro que no.

— ¿Por qué esa sonrisa? —Rodrigo le habló a su nieto en cuanto lo vio pasar por la sala de estar. — ¿Cambiaste humor respecto al entrenamiento con el equipo? Ya decía yo que un poco de actividad física no te iba a hacer daño.

Raúl detuvo su camino hacia la cocina, volteando a ver hacia donde estaba su abuelo, quien para su desgracia se encontraba junto con su padre, ambos estaban muy entretenidos viendo el televisor.

Su extensa expresión de felicidad fue decayendo conforme se acordaba de su situación actual. "¡Mierda! El estúpido entrenamiento." A veces Raúl no entendía cómo el universo siempre le arruinaba su magnífico humor matutino.

Rápidamente el menor llevó su mirada al reloj de la sala, soltando un gran suspiro al ver que aún le faltaban cuarenta minutos para prepararse, agradecía haberse levantado temprano, al menos el lunes no lidiará con el mal humor de Rubén por faltar en el primer día.

—Abuelo. —Raúl susurró con pesar al escuchar como revelaba su mayor secreto.

A pesar de la nula comunicación con sus padres hacia ese tema, la única persona en el hogar que sabía algo sobre su entrada al equipo de voleibol era el anciano.

—¿Qué hay de malo en preguntar por el buen humor de mi único nieto? —Rodrigo soltó un suspiro con una indignación fingida. —¿No debo de estar orgulloso porque por fin pudiste salir de tu caparazón de nulas actividades físicas?

El pelinegro cerró los ojos, avergonzado de lo que estaba diciendo su abuelo, no era el momento para que se pusiera nostálgico.

—Raúl, ¿por qué soy el último en enterarme que estás en un club deportivo? —Javier expresó con lentitud.

Si de algo estaba seguro, era de que su padre odiaba sentirse ignorante de un tema, siempre tenía que estar al tanto de todo y no parecer como un estúpido. Justo como se sentía en esos momentos.

—Yo...yo te iba a decir, es solo...que no tuve la oportunidad para hablar contigo. —Raúl trató de ocultar como comenzaba a encogerse sobre sí mismo, esperando algún grito de su padre por ocultarle algo.

Pero todo lo que captó después del largo silencio que lograba palpitar su corazón al ritmo del reloj, fue una gran risa retumbando en las paredes de madera, alertando sus instintos.

—En verdad me sorprendiste, hijo. —Javier abandonó la vista del televisor para ver con orgullo a su primogénito. —No puedo estar más orgulloso de ti, por fin te diste cuenta que ese estúpido club en el que estabas antes no te iba a servir en la vida.

Raúl se mordió la mejilla interna al escuchar como lo felicitaba, a pesar de que siempre trataba de hacerlo feliz, esta vez se sintió incómodo con las palabras que salían de su boca.

Para él no era un club estúpido.

—Unos amigos me convencieron para entrar. —Raúl despeinó su cabello inseguro de sus palabras. —Tampoco pensé que fuera algo tan relevante. Solo es el equipo de voleibol de la escuela.

—¿El club de voleibol? —La sonrisa de su padre desapareció tan rápido ante sus palabras, luciendo una mueca más desagradable. — ¿No estás en el club de fútbol? ¿Qué haces en un deporte para mujeres?

"¿Desde cuándo el voleibol es un deporte para niñas?" El menor no podía creer lo que estaba escuchando, hace unos segundos su padre estaba contento con saber que estaba en un equipo, ¿cómo era posible eso?

Te Amare a Escondidas | LuzuplayWhere stories live. Discover now