§ Capítulo VII §

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Era todavía muy temprano cuando Caryll despertó del breve sueño que había durado escasamente un par de horas. El resto de la noche lo había pasado dando vueltas de un lado a otro en la estrecha cama de campaña, y paseando por la tienda hasta que la necesidad de aire fresco y mayor espacio lo había obligado a salir al campo iluminado por la luna, prosiguiendo allí sus paseos atrapado en un febril tumulto interior. ¿Se trataba de amor o eran celos nada más?... Unos celos insensatos que no había creído conocer nunca, que le producían una rabia fría y furiosa y hacían temibles sus propios pensamientos y la pasión de odio que se iba adueñando de él.

En el momento primero del reconocimiento, cuando se había dado cuenta de la identidad del hombre que viera últimamente en el "Café Maure" de Touggourt, le pareció verlo a través de una niebla roja, y todo lo que pudo hacer para contener la revelación que acudía a sus labios fue estrechar la mano que se le tendía y contestar de una manera racional al cortés saludo que tan en contradicción estaba con la mirada amenazadora de sus ojos centelleantes.

Como permanecer en el mismo lugar que él, era un tormento superior a sus fuerzas, aceptó con gratitud la invitación de Saint Hubert para ir a acostarse y de ese modo poder marcharse, aún sabiendo que no podría conciliar el sueño. Y así le había ocurrido. Cuando se levantó de la cama, no pudo librarse de aquella pesadilla y quedó con la cabeza dolorida y con la angustia en el corazón. La muchacha era árabe. Para él jamás podía ser algo.

Entonces, ¿porqué el recuerdo de ella le perseguía tan tenazmente? En Touggourt el amor que le había inspirado fue más bien un sentimiento vago, intangible, aparentemente un deseo carnal; aunque su delicada frescura lo había seducido, no había sido tanto su belleza como la impenetrable complejidad de su mentalidad y la extraña, indefinida fascinación que de ella se desprendía, lo que lo había atraído, despertando y aumentando su interés. Un amor nebuloso --que difícilmente habría podido ser reconocido como tal amor --que no pasó de los límites del platonismo, y que sólo alcanzó una fuerza intensa cuando la vio sola y desamparada en los brazos de su raptor. ¿No era más que un deseo sexual, ese amor? En ese momento le era necesaria como jamás creyó podría llegar a serlo... y así se comprendían sus celos extraños, injustificados, que no tenían explicación, ya que ella nunca había demostrado tenerle el menor afecto.

En estas reflexiones se hallaba abismado cuando Williams entró en la habitación para anunciarle la visita de su hermano. Por un momento Caryll guardó silencio, palpitándole el corazón furiosamente.

---Dile que haga el favor de entrar ---dijo al fin, y su misma voz sonó en sus oídos como la de un extraño. No se movió cuando la figura arrogante con su pintoresca indumentaria entró en la tienda y lo saludó con una ligera reverencia que parecía aumentar la diferencia que existía entre ellos; y sus ojos eran fríamente hostiles cuando marcó su rostro una tenue expresión de insolencia, como la que había creado su antagonismo la noche anterior.

Fue el chico, avanzando con despreocupada seguridad en sí mismo, el que primero habló.

---Te presento mis excusas por haber venido a molestarte ---empezó diciendo en francés ---, pero tu criado me ha dicho que estabas despierto, y no se me presentaba otra ocasión hoy para hablarte... a solas. ¿Se puede fumar? ---añadió con brusca inconsecuencia, liando un cigarrillo entre sus dedos largos y morenos.

Con creciente enojo, Caryll le indicó una caja de fósforos que había al lado del servicio de té, y le señaló una silla al otro lado de la mesa.

---¿No puedes hablar inglés? ---le preguntó cortésmente, cuando su hermano se sentó, recogiendo los vuelos del albornoz con cuidado y montando una pierna sobre otra. El chico hizo un ademán, sus dientes blancos brillaron en una sonrisa decomplacencia que únicamente sirvió para exasperar a Caryll mucho más.

El Hijo Del Árabe [Romance Desértico II] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora