2.

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IMPORTANTE
Leer nota al final.

Clark lo había visto entrar y había huido de la situación vergonzosamente, escondiéndose entre los demás transeúntes de salto en salto.

No es como si no hubiera podido evitar que el chico se tropezase, pero no quería exponerse de esa forma. No cuando aquel chico era tan guapo y había parecido ignorarlo olímpicamente cuando le sonrió en la entrada.

Clark se había atrevido a escuchar al chico hablando con Darry – incluso cuando este parecía completamente centrado en mirarle el trasero. Rió cuando vio la cara de hastío de Darry por la repentina lluvia de palabras del chico de lindos ojos. Así que decidió intervenir de manera diplomática.

- ¿Darry? – recibió una afirmativa. – Contrátalo, yo me hago cargo de su papeleo y demás. – el hombre pareció titubear más aceptó, no sin antes soltar una duda más. – Segurísimo. Y deja de mirarle el trasero, grosero. – escuchó la risa de su amigo y se aventuró al ascensor sin dejar de caminar por detrás de las grandes vigas o de las personas con trajes prolijos.

(...)

Stiles subió al ascensor con las piernas temblándole tanto que hasta le daba vergüenza con sus efímeros acompañantes. Nadie, sin embargo, pareció notar su nerviosismo, todos centrados en el periódico en sus manos o en sus móviles. En parte agradecía aquello pues podía recuperar la compostura en su anonimato.

Se reacomodó el gorro azul y se subió las gafas por milésima vez. Debía conseguir unas nuevas, esas ya estaban demasiado desgastadas y se resbalaban por su nariz cada tanto, cosa que comenzaba a fastidiarle, por más que su mamá le dijera que se veía adorable haciéndolo. El elevador se detuvo una cierta cantidad de veces, dejando uno a uno (o por grupos) a las personas que lo utilizaban. El último fue él, el pitido anunciando su llegada lo sacó de su absorción mental convertida en su dedo siendo levemente chupado como mantra de relajación.

Caminó con lentitud por el lugar dando uno que otro vistazo a las personas que claramente eran menos que en pisos inferiores. Los cubículos repletos de papeles y computadoras con millones de pestañas abiertas eran todo lo que comprendía su por ahora nuevo empleo. Había también una máquina de café ligeramente desgastada, acompañada perfectamente por una pila larga de vasos desechables.

- Obstaculizas el camino niño. – reprochó una mujer que era más papeleo que mujer, pues este la cubría completamente en una larga columna blanca.

- Lo siento, ¿puedo ayudarte?

- Si tocas o lees esto, podrías morir. – dramatizó haciéndose a un lado para seguir su camino.

Stiles la vio caminar sin devolver la mirada, como si aquello solo hubiera sido un estorbo más que una presentación de compañeros. - ¡Espera! Eh, uhm, busco a Clark Kent.

- Oficina a tus espaldas al fondo. – respondió osca y desapareció girando a la derecha.

Al menos le había respondido. Claro que podría haberle mentido para hacerlo dar vueltas como buen novicio que era. No, no, ese lugar no era la universidad, ahí la gente no era así de mala, ¿verdad? Qué va, la gente podía ser peor allí, puesto que tenían algo que ganar o perder, y la respuesta para todos siempre sería ganar por encima del otro. Lección que aprendió en sus prácticas y que cargaba en su hombro recordando la forma en la que perdió a su único amigo en la facultad. El dinero movía todo, hasta amistades... pero lejos.

- Eh, hola, ¿Clark Kent? – saludó dubitativo sintiéndose estúpido al segundo. Claro que sabía quién era el hombre que le sonreía desde el puesto, y por si fuera poco, la puerta tenía casi de forma exagerada el nombre del azabache en letra cursiva justo en el centro, así que sería como imposible no saber dónde ni con quién estaba. Para su suerte el hombre solo sonrió, asintió y dejó de lado su metida de pata.

S de Stiles.Where stories live. Discover now