5.

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Maravilloso sería la palabra que podría describir cómo había sido su primera noche en compañía de alguien más haciendo cosas de adultos. Pero si era sincero, ni maravilloso ni increíble podrían significar lo mucho que había sentido y vivido.

Clark era grande, estaba bien dotado y a pesar de su inexperiencia parecía llevar todo con absoluta calma que agradeció cuando no soportó más de dos pulgadas dentro de sí. Clark le cuidó incluso cuando no debía, preguntando cada tanto si lo estaba disfrutando o si le gustaba, luciendo tan temeroso como debía verse él al ser deliciosamente desvirgado. Fue perfecto, algo extraño e incómodo al inicio, claro está, pero cuando parecieron atrapar el ritmo de un vaivén fogoso y veloz todo mejoró. Y vaya que mejoró. Incluso él mismo había empezado a empujarse contra el pesado cuerpo de Clark y a gemir su nombre como si fuese la única palabra que supiera o que su cerebro pudiera formular.

No podían culparle si estaba había demasiado ruidoso o ansioso por llegar al orgasmo; era su primera vez y estaba jodidamente satisfecho porque fuera de una forma tan candente y protagonizada por el mismísimo Dios que era Clark, que sin duda no se posó ni un segundo en pensar cuánto maldito tiempo se supone que debía durar el acto.

Y no importó ni para él ni para Clark – según su memoria abarrotada de sucesos calientes e íntimos como el demonio le llegaban. Clark no había sido tan ruidoso como él, eso sí que podía asegurarlo, pero sus caras llegaban a ser todo lo expresivas que su voz no. El hombre no gemía alto, pero vamos, sus exhalaciones eran pesadas y a veces un bajito "maldición" se le escapaba de aquella boquita santurrona que Stiles conocía. Y se prometió hacerlo romper su voto de 0 groserías más seguido. Y si era posible, por la misma situación.

Cuando se corrió – segundos después del quejido ahogado de Clark –, Stiles sí que había gritado, agradeciendo (con maldiciones) y casi lloriqueado de lo extasiado y "malditajodidamente" genial que era tener sexo; según sus palabras. Clark no rechisto, en cambio pareció asentir y suspirar unas cuantas promesas - ¿o súplicas? – de que aquello debía volver a suceder por el bien del mundo.

Lo que Stiles sin duda no esperó fue que, después de un par de horas de descanso pos-sexo – refiriéndose así a estar acurrucado contra el amplio pecho de Clark mientras este le acariciaba la espalda y él los abdominales a la par que se quedaban dormidos–, el hombre recibió una llamada demasiado insistente como para ignorarla y lo dejó solo y sin el calor que empezaba a arrullarle. Especialmente porque la llamada fuera claramente de una mujer con un nombre bonito y demasiado femenino como para ser solo una amiga. Porque sí, él había tomado el celular primero al estar más cerca de los pantalones del pelinegro y había visto de soslayo el nombre del contacto que tanto se empeñó en destruir su momento.

La vida no era flores, amor y felicidad, se recordó a sí mismo una vez se tiró a la cama con un largo suspiro mientras Clark terminaba de ponerse los zapatos luciendo más ajeno que nunca.

- Nos vemos mañana, ¿sí?

- Uh-hum. – susurró tapando su rostro con ambas manos y tallándose los ojos.

- G-gracias y, eh, no sé qué más se dice.

- Nada, según tengo entendido las personas no suelen despedirse después de "eso". Especialmente porque ninguno no se va.

- Lo siento en verdad. – Clark se sonrojó de inmediato y rascó su nuca como acto reflejo. – Es... uhm, algo importante. – se explicó tomando su mochila y caminando a paso demasiado lento para ser apto y grato para el enojado y refunfuñante Stiles.

- Adiós Clark. – suscitó sin moverse.

- Adiós Stiles, ¿n-nos vemos mañana?

- Sigo siendo tu secretario, así que sí. – cortó y se dio vuelta en la cama.

S de Stiles.Where stories live. Discover now