Capitulo 16

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El ojiazul se encontraba durmiendo plácidamente sobre su cama, estaba tapado con algunas cobijas debido al frío que normalmente abundaba en su habitación durante la noche. Y esta vez (de modo que previniera las molestas llegadas de Will por las mañanas) tenía la puerta de su habitación cerrada.

Un rato después, pudo escuchar pequeños golpes aparentemente provenientes del exterior, sin embargo decidió no darles importancia.

—¡Hermanito! —se escuchó la voz del menor llamar ciertamente entusiasmado—. ¡Despierta!, ¿ya olvidaste que día es hoy?

Esas últimas palabras hicieron que Thomas abriera los ojos de golpe: era día de limpieza.

"Maldita sea", se quejó para sus adentros estando aún recostado, eventualmente se levantó de muy mala gana para proceder a alimentar a Buster antes de finalmente vestirse.

Se estiró un poco antes de abrir la puerta y salir al baño para cepillarse los dientes. Al abandonar la habitación fue recibido por la sonrisa alegre del pequeño niño con camiseta roja y gorra plateada junto a él.

Ingresó al baño dispuesto a lavarse los dientes, tomó el cepillo rojo que le correspondía y hubiera procedido a ponerle la pasta dental... Si tan sólo la encontraba. Buscó tras el pequeño vaso donde se encontraban los demás cepillos de dientes, se agachó un par de veces esperando encontrarla tirada en el suelo; pero no había nada.

Soltó un quejido notablemente molesto, eventualmente el pequeño se acercó al escucharlo.

—¿Qué pasa? —preguntó el menor al notar la molestia en su hermano.

Thomas sólo señaló con la cabeza el vaso sin la pasta de dientes, dando a entender que no estaba donde se suponía.

—Ooh, ya entiendo... ¡Mamá!, ¡se acabó la pasta dental! —William exclamó llamando la atención de su padre, quien inmediatamente subió a verificar.

—¿Por qué no van ustedes dos a comprar una nueva? —propuso el mayor después de una pequeña búsqueda sin éxito por todo el baño.

Por su parte, el castaño parecía un tanto inconforme con ello, pues no saldría de casa con un frío así; mucho menos si la lluvia amenazaba con empeorar.

—¡Claro!

Por desgracia, y antes de que el mayor pudiera quejarse, William accedió sin protestar ni un poco.

—¡Te voy a cantar la canción del dudu! —Y así, bajo la fastidiada mirada de su hermano, William comenzó a tararear otra de sus canciones sin sentido

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—¡Te voy a cantar la canción del dudu! —Y así, bajo la fastidiada mirada de su hermano, William comenzó a tararear otra de sus canciones sin sentido.

Ambos se encontraban de camino a una tienda cercana para comprar la dichosa pasta de dientes; la leve lluvia caía sobre ellos, estando debidamente protegidos por las capuchas de sus suéteres, William simplemente se dedicaba a correr y saltar alegremente sobre los pequeños charcos en la acera, ocasionalmente extendiendo su mano para poder sentir mejor la humedad de la llovizna.

Against The World [EN EDICIÓN]Onde histórias criam vida. Descubra agora