Capítulo 14 // Un Cafe con...

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P.O.V Elizabeth.


A la mañana siguiente Zoë nos levantó.

—Venga, el tren se detuvo —nos dijo mientras entraba al Mercedes.

—No estés molestando —le contestó Thalía entre sueños y me abrazó nuevamente.

Yo por otra parte apenas pude dormir.

—Parece que se divirtieron —me señaló Zoë.

—¿Que quieres decir? —le respondí bajito.

Ella tomó el retrovisor y lo desprendió, yo lo tomé y me ví. Tenía el pelo enredado, ojeras y una marca roja casi morada de dientes cerca del cuello.

—Esto será un problema...

Después de curar aquellas marcas y de despertar a Thalía, Zoë y yo salimos.

Fuera se veían montañas nevadas con grupos de pinos por aquí y allá; un sol encarnado asomaba entre dos picos.

Habíamos llegado a los alrededores de una población de esquí enclavada entre las montañas. El cartel rezaba:

«Bienvenido a Cloudcroft, Nuevo México.»

El aire era frío, los tejados estaban todos blancos y se veían montones de nieve sucia apilados en los márgenes de las calles. Pinos muy altos asomaban al valle y arrojaban una sombra muy oscura, pese a ser un día soleado.

Nos reunimos con Percy y los demás a un lado de los autos.

—¿Como te hiciste eso? —me preguntó Bianca.

—¿Que cosa?

—Tienes una marca en tu cuello.

Me palpé y sentí un poco de dolor, al parecer Thalía también me mordió ahí. Me curé con mis llamas. Bianca me miró raro.

—No es nada —le dije a ella.

—Oye flamitas, olvidaste la piel de León en el auto —dijo Thalía bajando del auto y dandomela.

—Gracias... —dije y me la puse, Bianca la miró y pareció comprender algo.

Mientras caminábamos, le conté a Thalía la conversación que había mantenido con Apolo la noche anterior, incluido su consejo de que buscase a Nereo en San Francisco, pero omitiendo que soñé con ella.

Thalía pareció pensar en algo.

—Eso esta bien, supongo —dijo—. Pero antes tenemos de llegar allí.

Nos detuvimos en el centro del pueblo. Desde allí se veía casi todo: una escuela, un puñado de tiendas para turistas y una cafetería, algunas cabañas de esquí y una tienda de comestibles.

—Genial... —dijo Thalia, mirando alrededor —Ni estación de autobuses, ni taxis ni alquiler de coches. No hay nada.

—¡Hay algunas mesas de picnic! —exclamé —¿Que les parece algo de comer?

—Sí —estuvo de acuerdo Zoë —Un café no me vendría mal.

—Y unos pastelitos —añadió Grover con ojos soñadores —Y papel de cera.

Thalia suspiró.

—Está bien. ¿Qué tal si van ustedes tres por algo de comer? Percy, Bianca y yo iremos a la tienda de comestibles. Quizá nos indiquen por dónde seguir.

Quedamos en reunimos delante de la tienda un cuarto de hora más tarde.Bianca parecía algo incómoda con la idea de ir con ellos, pero Zoë la ánimo para ir.

Elizabeth y La Maldición del TitánWhere stories live. Discover now