Capítulo 18 // La Odisea de Luka.

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¡Osea Lukadisea...! Buena ya.


P.O.V Luka.

Estaba en medio del desierto y, a lo lejos un pilar de chatarra humeante se alcanzaba a ver, cansado y herido me diriji en esa dirección, sabía que los esqueletos no estarán muy lejos de aquí, me tendría que mover rápido.

Caminé durante un tiempo hasta que llegué a la pila de chatarra, había fuego por algunas partes, la mitad de un brazo, una cabeza, unos pies y todos eran enormes.

Se trataba de Talos, pero había algo raro...

Pero antes, un objeto pequeño y de plata llamó mi atención, lo tomé y lo guardé en mi bolsillo, decidí sentarme un momento, parecía estar en una chatarrería.

Entre unos escombros pude escuchar un leve quejido, casi imperceptible, creí que tal vez sería mi imaginación pero sabía que no era el caso. Cabe entre la arena y está entraba en mis heridas provocándome aun más molestia, finalmente supe de donde venían aquellos quejidos.

Era Bianca, mi corazón se aceleró, tenía la camisa chamuscada y sangre por todas partes, y su brazo parecia quemado, por un terrible momento pensé que estaría muerta.

Intenté sacarla de agujero de donde estaba pero mis heridas me dolían mucho.

—¡Bianca! ¡Bianca! —no respondía pero estaba viva, aún respiraba, utilize el fuego cercano para curarla lo mejor que pude, pero aún seguía inconciente.

Curé mis heridas y bajé al agujero, no quería moverla hasta saber cómo estaba. Me quedé un rato en aquel agujero hasta que ella empezó a reaccionar.

—Uhm... Uff... —se quejó débilmente.

—¡Que bueno que aún sigas viva, dulce ángel! —le dije alegré.

—¿Lu-Luka? —logró articular e intentó pararse pero se quejó por el esfuerzo.

—Tranquila no te fuerses mucho, apenas lograste sobrevivir a la destrucción de Talos.

—¿Y... los... demás? —le costaba hablar.

—No los veo en ninguna parte, creo que se fueron, tal vez piensen que estás muerta.

—¿Y... Elizabeth? —se escuchó preocupada.

—No lo sé, pero ella está bien, estoy seguro, es una chica dura —dije intentando tranquilizarla.

—Tengo que... Tengo que encontrar a los demás —dijo intentando ponerse de pie, pero resbaló y cayó de vuelta.

—Conserva tus energías, te llevaré de regreso al campamento, no estás en condiciones para completar la misión.

—¿Me dices... que soy... débil? —dijo un tanto enojada.

Yo suspiré.

—No, no eres para nada débil, lo que digo es que tienes tres costillas rotas, una fractura en tu brazo derecho y apenas estás viva — sentí los ojos húmedos —No se lo que te hubiera pasado si no te hubiera encontrado — para mí sorpresa se me quebró la voz.

La mirada de Bianca se suavizó y me miró con una expresión que no supe descifrar.

—Lo siento —dijo finalmente.

Yo negué con la cabeza.

—Me alegro que estés viva —dije tocando su hombro —y lo siento — murmuré antes de que los dos desaparezieramos en un destello.

Elizabeth y La Maldición del TitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora