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ASAKURA CAMINABA LENTO por los pasillos de primero con un chupetín entre sus labios, iba tan concentrado en lamer el dulce que no se dió cuenta cuando chocó con un desconocido

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ASAKURA CAMINABA LENTO por los pasillos de primero con un chupetín entre sus labios, iba tan concentrado en lamer el dulce que no se dió cuenta cuando chocó con un desconocido.

Lo observó, era más alto que él, por supuesto. Cabellera de un azul marino, ojos de un color frío entre gris y celeste. Era guapo y desconocido, tenía un aura diferente, un olor a nuevo. Estudiante transferido pensó. Se quitó el chupetín de sus labios y le dio una de las sonrisas de Saku. Cálida, que te envuelve y enamora, no lo dice él, lo dice la ciencia. Y para ser más exactos, Yaribu Club.

—Disculpa —le sonrió apenado el chico frente a él, Saku pudo sentir un hormigueo en su estómago. Su voz era hermosa, tanto que fangirleó pensando en sus gemidos. Definitivamente él sería Tachi*.

—No, discúlpame a mí —negó el más bajo mientras sacaba un chupetín de su bolsillo y se lo extendía. —Ten, como ofrenda de disculpa.

—¡Oh, gracias! —le agradeció el peliazul.— No era necesario.

—Pero quiero dártelo, después lo recuperaré. —le sonrió lamiéndose los labios y volviendo a meterse su chupetín, se despidió. —¡Nos vemos!

Cuando está más alejado lamió sus labios nuevamente y sonrió de lado, sin querer, había encontrado a su nuevo amante.

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