Capítulo 4

151 15 0
                                    

Miércoles.

Mitad de semana.

Día en el cual se cumple una semana de mi llegada a Merdys.

Las cosas no han cambiado mucho; Bell y yo nos llevamos mejor que nunca, Jerry sigue persiguiéndome con la excusa de cuidarme. Abden intentó acercarse a mí, diciendo que quería ser mi amigo. Llegó al punto de hartarme, dejaba notas en mi asiento, se ofrecía a llevar mis libros e incluso lo descubrí haciendo mis deberes. Decirle que se aleje de mí fue inútil, así que me vi en la obligación de aceptar su amistad.

No es tan malo como creí. Hacemos la tarea juntos, almorzamos con Bell y a veces me acompaña a mi residencia. Algo que me pareció extraño en estos días fue ver cómo algunos alumnos observaban a Abden con curiosidad, pero no solo eso, sino que también parecían algo asustados. Por supuesto, no pregunté el porqué. Sería tonto, ya que las únicas personas que conozco aquí son mi hermano, mi compañera de habitación y el idiota de ojos azules.

Para no pensar tanto en eso, camino por los pasillos vacíos en dirección a la biblioteca. Meter mi cabeza en un libro podría ser una buena distracción. Mi teléfono vibra en mi bolsillo y lo saco para ver de quién se trata: 

De: Sexy Mesero.

Para: Alessa.

¿Dónde estás? Te busqué toda la mañana.

A pesar de haber peleado casi una hora con él, no logré convencerlo de agendar su número con otro nombre. Tecleo una respuesta rápida:

De: Alessa.

Para: Sexy Mesero.

Estoy bien, buenos días a ti también. Estoy buscando algo con lo que pueda distraerme.

Intento guardar mi teléfono, pero cae de mis manos cuando choco con algo. O, mejor dicho, con alguien.

—¡Lo siento, iba distraído! ¿Estás bien?

Analizo un poco al chico que está parado frente a mí: rubio, alto; ojos color miel y mirada profunda. Su rostro tiene algo familiar, pero no logro descifrar de dónde lo conozco.

—Descuida, no fue nada. 

Se agacha a recoger mi pobre aparato, mientras que yo ruego internamente que la pantalla esté intacta.

—De nuevo, lo siento —dice, mientras me lo entrega. Lo guardo sin mirarlo, tengo miedo de que  se vea como una telaraña—. No conozco a nadie aquí, ¿podrías...

—Alessa.

Una tercera voz suena detrás de nosotros. Volteo, y mi ceño se frunce al darme cuenta de que su rostro se ve enfadado.

—¿Pasa algo, Abden? —pregunto.

—Vámonos.

—¿Disculpa?

—Tenemos que terminar un video explicativo sobre la teoría de Freeman Dyson para mañana. ¿Ya lo olvidaste?

—¡Mierda! Ni siquiera recuerdo de qué se trataba.

—Agradece que tienes un amigo inteligente y ya tiene todo estudiado, solo falta terminar el video. Vámonos.

Se da la vuelta, alejándose. Descubrí que hace eso casi siempre; se va sin siquiera mirarte porque sabe que vas a seguirlo. 

Le dedico un simpe "Adiós" al desconocido, para correr detrás de Abden. Odio que haga eso, no me espera para irnos juntos, solo camina y camina sin importarle desde que tan lejos lo sigo. 

Verdades OcultasWhere stories live. Discover now