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Una hora después, yo ya bailé con cinco chicos, sin incluir a Peter. ÉL, ahora está bailando con Andrea, y por primera vez, no siento los celos que he sentido hasta hace unas horas. Su baile no es personal, no tiene sentimiento. Andrew no le dirá que la ama, porque no la mira como me mira a mí, y nunca la tocará como me toca a mí, ni podrá decirle las cosas con solo una mirada.

Entre toda la multitud, puedo ver una cabellera única. Caireles perfectamente hecho. Su tono pelirrojo oscuro. Carmen está aquí. La veré después de días y necesito hablar con ella. YA.

Camino apresuradamente entre la multitud y cuando llego donde ella, le agarro el brazo y ella se da la vuelta para verme. Tiene ojeras prominentes, que ni siquiera el corrector y la base pueden tapar. El corazón se me hace un chuño al verla así.

- Carmen- digo y ella sonríe-, ¿cómo estás? ¿Por qué no me llamaste?

- Pasaron muchas cosas y....

Veo su tripa. Está plano como una tabla. Ya no tiene el bultito que tenía el día que nos vimos. ¿Será parte del embarazo? Una vez leí que a veces la tripa se oculta o algo así.

- Tenemos que hablar- digo firmemente.

- Lo sé, pero no es el momento...

- ¿Y cuando será el momento, Carmen? Hablaremos ya.

Ella se pone nerviosa y yo le tiro del brazo fuera del comedor, en la puerta del colegio, donde todo está en silencio y casi oscuro.

- ¿Qué pasó? ¿Por qué no me llamaste?

- Tenía muchas cosas en que pensar... no salía de mi casa hasta hace unos cuantos días y...

- Y en esos días en los que estuviste encerrada en tu casa, ¿no podías devolverme una sola llamada?

Me cruzo de brazos y trato de controlar mis palabras. Prometí no juzgarla.

Ella desvía la mirada. Sé que cuando hace eso es porque me está mintiendo o porque está ocultando algo. Acomodo mi cabello hacia atrás y me acerco dos pasos a ella.

- Dime la verdad, Carmen.

- No puedo hacerlo....

- Soy tu mejor amiga, puedes decirme lo que sea.

Sus ojos bailan al ritmo de una canción de rap, y nunca paran en donde quiero que lo hagan: mi rostro.

- Carmen...

- Nunca me lo perdonarías.

- ¿Perdonarte qué? Joder, estás muy intensa.

Y por fin, me ve a los ojos y suelta un gran suspiro.

- Decidí abortar.

Es como si un luchador de zumo corriese hacia mí, me choque y yo salga volando al suelo, y luego él salte y caiga sobre mí. Eso es lo que siento cuando la escucho decir eso.

- Mira Ana yo...

- Cállate- siseo.

No se cuál debe ser mi rostro ahora mismo, pero no debe de ser nada bonito.

- Me lo prometiste- poco a poco mi volumen de voz de eleva-. Me prometiste que no abortarías, que no tomarías esa decisión.

- No entiendes lo que sucede Ana... era una decisión muy difícil y...

Lo quiero todo de ti.Where stories live. Discover now