Diario de Aurora parte 2 y regreso al mundo real

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Nueva entrada, Diario de Aurora, 7 años

Papá me llevó a comprar otro libro y me regaló dos cuentos nuevos, uno iba sobre un niño sin magia y otro sobre un niño adivino.

Me dijo que si conocía el mundo iba a poder entenderlo, así que le pedí el cuento más bonito que vi, uno de invocadores. Siempre que pasábamos por delante de la librería veía esos libros gordos con letras muy brillantes, había de todos los tipos. Pero el de invocadores era el que yo quería, siempre me decían que otro día. Pero hoy papá me dijo que me lo compraba.

Me compró cuatro libros, uno era el del cole, pero no me importa. Tienen unos dibujos muy bonitos, el del niño sin magia viene con una lista de cosas que pueden hacer y de objetos con magia que solo pueden usar ellos, es muy chulo. Hay muchas cosas geniales y que no sabía, además mamá cuenta muy bien los cuentos.

Mañana papá me va a leer el libro de los adivinos, y pasado mañana por fin me van a leer el libro de los invocadores. Diario, ¿Sabes que quiero invocar lo primero? Un gatito. Así está conmigo siempre, o mejor un perrito, un pajarito muy bonito y pequeñito... no sé, es muy difícil elegir solo uno.

Papá tiene un cuervo, y mamá tiene un perro. La abuela tenía un caballo, pero ella vive en el campo, no creo que me dejen tener a un caballo en el jardín, no me dejan tener un poni y eso que ocupan menos.

Nahira se va a tatuar la primera runa el curso que viene, como regalo de cumple, los hechiceros también son muy guais. Me da pena que a Ali no le enseñen las runas, las podemos usar todos, hasta los niños que no tienen magia, aunque ellos usan unas runas diferentes. Por lo menos no va a tener que aprendérselas todas para el examen. Su hermana mayor ya casi acaba el instituto y tiene que aprender un montón de cosas de todas las clases, me parece muy difícil. Pero tiene marcas de hechizos muy chulas.

Diario, ¿sabes que hay tipos diferentes de runas?

Mamá me enseñó a pintar la runa Alguiz, mamá sabe de runas de los vikingos y dice que si la pinto con las tres patitas hacia arriba me va a proteger siempre. Me la pintó con una cera blanda en la frente. Es como una Y, pero con la patita del medio más larga.

Cuando papá llegue a casa le voy a pedir que me enseñe su runa, él sabe de runas celtas, quiero saber cómo se pinta y así se la puedo pintar a Ali si la vuelvo a ver.

La echo mucho de menos.

                                                           16 años más tarde. Aurora, 24 años.

Aurora leyó la última frase de su diario, seguía sin saber nada de sus vecinos. Se habían mudado a lo poco, todavía extrañaba a su amiga de la infancia.

Con el paso del tiempo se había vuelto a encontrar con magos que la rechazaban al ver sus runas tatuadas, la nueva magia había evolucionado tan rápido y estos nostálgicos se habían quedado tan atrasados que su ignorancia empezaba a ser peligrosa.

Muchos de esos nostálgicos habían empezado a adoptar una posición de oposición violenta, y en reacción a esto el bando contrario había reaccionado del mismo modo. La guerra se había enfriado un poco, pero la tensión aún era terrible.

Los maleantes de uno y otro bando aprovechaban la bandera ideológica de turno para intimidar a la población. La situación social dio paso a una fuerte crisis política y financiera, siglos de involución en una sociedad supuestamente civilizada.

La vida se había vuelto difícil, y tal y como había vaticinado su madre, peligrosa.

Aurora había dedicado sus años de estudiante a aprender historia, y a descubrir la magia desde la época más primitiva hasta la actual. Había aprendido a utilizar varios tipos de magia. Llevaba en su piel símbolos de tantas culturas como pudo conseguir, incluso, rompiendo también tabúes del pensamiento más libertario, había combinado símbolos de diversas épocas para crear signos propios.

Como invocadora debía investigar primero si el signo podía abrir la puerta correcta, en su universidad se habían dedicado a investigar, aunque al final decidieron ocultar los resultados de dichas investigaciones. Un nuevo bando en la guerra por establecer un único sistema, era lo último que la sociedad necesitaba en esos momentos. Aun así, Aurora y alguno de sus compañeros de investigación siguieron por su cuenta y riesgo.

En secreto grabaron y documentaron los nuevos signos, siempre en accesorios, bordados, cuentas o dijes. Algunos, los más imprudentes, se los grabaron la piel.

Aurora había salido tarde de la universidad por su proyecto y ya no tenía muy claro a qué iba a dedicarse. Cuando inició el curso, la educación era única, se impartían todos los modelos en igualdad de condiciones, pese a que desde siempre habían existido colegios para detractores de la magia moderna. Desde pequeña le fascinaba la historia de la magia, sus padres trabajaban en lloroun museo de arqueología, se habían conocido estudiando antropología, y su amor por la historia se lo habían inculcado desde siempre. Sin embargo, en la actualidad, enseñar historia de la magia era ponerse una diana en el pecho, era caminar por la calle con miedo a un ataque.

Ciertamente, para Aurora y sus colegas historiadores, la involución había sido inmensa.

Se había vuelto a mudar con sus padres, y pese a tener una nueva meta, estaba tremendamente perdida. Sus padres se mostraban reacios a empujarla a dedicarse a la enseñanza o a la conservación, sin embargo, defendían la nueva magia y su necesidad. Los tres se movían entre sus creencias y el peligro potencial que estas traían consigo.

Y sucedió lo inevitable.

Llegó la guerra.

Los conservadores intentaron un golpe de estado que, por poco, falló.

El gobierno reclutó a jóvenes promesas, entre ellos al grupo de investigadores de Aurora. Defensa sabía perfectamente en lo que habían estado trabajando. Para poca sorpresa de los integrantes del grupo, el gobierno conservaba todo el material de sus estudios.

Los partidarios de prohibir la nueva magia se habían organizado, llevaban mucho tiempo actuando entre las sombras. La población de origen más humilde, esa que solo tenía sus tradiciones y sus objetos rituales familiares eran su público más fiel. Poco a poco fueron conquistando un mayor número de adeptos y en cuanto vieron un momento de debilidad trataron de tomar el poder. Perseguían una dictadura personal, el elegido para ocupar el más alto puesto era un sacerdote, el purista importado: Alec Durant.

Aurora debía comentar con su familia que el gobierno la había convocado, y no en calidad de investigadora. Su familia no sospechaba siquiera en lo que había estado trabajando. Sabía que, pese a que defendían el progreso, no eran tan revolucionarios como para aceptar que habían creado una magia nueva.

Ella misma estaba convencida de la inconveniencia de darla a conocer por el potencial peligro que entrañaba esta nueva disciplina, sin embargo, algo debía contar que justificara la presencia de una académica en el ejército nacional.

Perdida en sus pensamientos dejó su diario en el viejo baúl. Sin duda iba aceptar la invitación, dejaba mucho detrás de sí. Iba a dejar a su familia, que era lo que más adoraba en este mundo para pelear por lo que creía justo.

En momentos como ese, en el que su fuerza parecía irse, rodearse de objetos familiares le hacían ver con mayor claridad.

La sala de rituales de su casa era su escondite favorito. Las reliquias familiares le daban paz. Los instrumentos de sanadora de su abuela materna, los textos de invocación de sus abuelos paternos, las runas de hechicero de su abuelo materno. También debía proteger la herencia de generaciones más sabias, más racionales. Ella había estudiado e investigado la historia desde múltiples perspectivas, sin duda la suya había sido la generación más corta de miras que había tenido la desgracia de estudiar. Tantos siglos de paz habían hecho que la sociedad despreciase todas las pequeñas conquistas por las que sus ancestros habían luchado tantísimo.

Solo esperaba que, de la guerra que ya había en curso, las generaciones venideras aprendieran algo, que aprendieran de los errores y de la sangre derramada sin sentido.

¿Qué hacía una historiadora en la guerra? 

AlguizWhere stories live. Discover now