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Se abrió un tormentoso turno de ruegos y preguntas del que salieron relativamente bien parados, la noticia de la existencia de magia tan pura siendo utilizada por el enemigo había sido un duro golpe.

Sintió como le escocía la espalda, ese maldito granuja estaba deseando salir y darles un susto a todos. El dragón era el único espíritu que se comunicaba con ella desde su signo, el único que conocía que era capaz de verbalizar pensamientos coherentes e hilados. Para poder invocarlo sin riesgo se había pasado dos años investigando runas de claridad y paz, pero no eran suficientes, así que recurrió a símbolos antiguos de purificación y control del mismo signo que el del dragón. No iban a contarles a los soldados que habían conseguido invocar espíritus tan antiguos y mucho menos que se habían atrevido a pactar con ellos, al menos no por el momento. Nadie sabía que el propio dragón le había grabado su signo, era sin duda un espíritu caprichoso, su invocación le había servido para poder reclamar al espíritu del fuego de su familia, con eso compensaba el dolor de cabeza que le producía con sus constantes quejas.

De pequeña soñaba con su animal espiritual, con su compañero de por vida, pero siempre había pensado en un caballo o un poni. No en un dragón milenario que no la dejaba tranquila.

Tampoco habían contado que descubrieron la forma de crear nuevos signos juntando varios ideogramas y runas, en la práctica solo habían logrado perfeccionar siete signos, habían experimentado con 21. Y los que no lograron tuvieron un resultado que les habían hecho pensar seriamente en los peligros de seguir intentándolo.

Definitivamente la runa de la claridad y la de la visión estaban haciendo su trabajo, veía ardor en los ojos de los militares que escuchaban sus palabras, veía deseos de venganza y en algunos casos de sangre. Un par de esos ojos que la miraban solo estaban esperando una excusa para la guerra, definitivamente, a estos no los iba a armar. Les iba enseñar a defenderse, después de la charla hablaría seriamente con el Secretario de defensa y con el Capitán.

Cuanto más hablaba, más consciente se volvía de sus propias palabras, de la magnitud del peligro. Sabía que la magia que los puristas estaban liberando era demasiado peligrosa, si la utilizaban en un ambiente controlado y despejado podía ser no tan letal. Pero algo le decía que no iba a ser el caso.

Había aceptado la convocatoria porque sabía que iban a usar su estudio, porque sabía que alguien ataría cabos y llegaría a la misma conclusión a la que llegaron cuando estaban trabajando. Iba a ir con esos soldados e intentaría minimizar los riesgos, la mayor parte de sus compañeros habían llegado a la misma conclusión.

Al terminar la charla el Capitán asignó a los presentes a diferentes escuadrones, Hechiceros, Brujos, Invocadores y Sanadores. Este último estaba integrado por los 4 grupos, incluyendo a soldados sin magia, pero con grandes conocimientos médicos y mucha experiencia en asistencia en combate. Era sin duda el escuadrón con más medios técnicos, sin duda las experiencias del pasado les había servido para tomar buena nota. Azul, la bruja más joven del grupo fue asignada a este escuadrón, experta en pociones y hechizos era sin duda la más indicada, su compañero Rohan también fue asignado a este grupo como especialista en defensa.

Para el escuadrón de Hechiceros sólo destinaron a Rick, soldado y coordinador del proyecto, tenía el conocimiento suficiente para encargarse de la tarea.

Al escuadrón de Brujos destinaron a Carlo y Erinne, Erinne se había especializado en hechizos rápidos y Carlo en pociones y sortilegios. Se sentían confiados con la tarea que tenían por delante.

Para su sorpresa, la otra coordinadora del proyecto, Aurora, fue destinada en solitario al escuadrón de invocadores. Realmente esperaba que el Capitán le asignara un adjunto más adelante, pues no tenía la más mínima idea de cómo manejar la vida marcial.

Se suponía que ellos recibirían entrenamiento aparte, se dedicarían a enseñar a cada escuadrón por separado y una vez a la semana realizarían entrenamientos en común. A parte de las clases y las sesiones de entrenamiento con los soldados, habían pedido unas horas para seguir trabajando en el nuevo material que defensa les había facilitado.

Aurora estaba realmente complacida, el nuevo material era sorprendente, era antiguo y sobretodo muy exótico.

Empezaba a dudar que el ejército lo hubiera reunido con métodos honestos, las muecas de Rick al clasificarlo no hacían que se sintiera más tranquila. Habían estudiado subculturas antiguas, pero jamás se habían imaginado que habría tantísimo material y mucho menos tan bien cuidado, encerrado en un sótano como si no valiera nada.

Una pequeña búsqueda les reveló que el Estado había conservado documentos, cuentas, estatuillas y pergaminos antiguos que sospechaban que les podrían ser de utilidad. Como nadie había conseguido acceder a esta magia antigua, todo este valioso material había sido condenado a ser olvidado en el fondo de algún oscuro almacén.

El no parecía furioso, pero ella sí. Lo estaba. Durante la investigación Defensa se había comprometido a facilitarles todo el material que estuviera a su disposición. Sin embargo, ocultaban montañas de joyas que les habrían sido tremendamente útiles.

Rick, harto de sus quejas apartó el manuscrito y levantó a voz.

-Rory, para de una vez. Este es un material muy delicado, si nos lo han facilitado ahora es porque hicimos un juramento al aceptar esta convocatoria. Esto no puede salir de esta sala, por eso solo estamos nosotros. Así que asúmelo de una vez y haz que ese maldito dragón deje de murmurar, me estáis poniendo histérico. Tenemos mucho trabajo.

Aurora entrecerró los ojos y lo miró con falso desprecio e imaginó al dragón haciendo lo mismo. Entre la pila de documentos y objetos que habían clasificado, había un colgante que le había llamado la atención desde un primer momento. Era un trozo de cuarzo blanco, tosco y sin pulir, enredado en tres hebras, una de oro, otra de cobre y otra de plata. Habían decidido empezar por los escritos más antiguos, pero no podía dejar de pensar en ese colgante.

Pasada una hora, Rick se sorprendió al ver que Aurora no había quitado la vista del rincón de los objetos sospechosos de contener algún hechizo, apenas parpadeaba. Le pasó la mano por delante de la cara, pero no reaccionó, trató de zarandearla y ni así salía de su ensoñación. Trató de dirigirse al dragón, pero éste parecía dormido. Preocupado trató de realizar un hechizo de claridad, pero algo le impedía llegar hasta su compañera.

Lo usó para sí mismo, y pudo ver que en el colgante de cuarzo había algo que estaba llamando, no a Aurora, sino a la runa Alguiz. La runa era un hechizo, no tenía sentido. ¿Un hechizo llamando a otro hechizo? A estas alturas ya poco podía sorprenderle, pero ese pequeño colgante si lo estaba haciendo, sin pensar, lo cogió con cuidado y se lo acercó a su compañera.

Cuando el colgante de cuarzo estaba solo a unos metros de Aurora, ambos salieron del trance.

AlguizWhere stories live. Discover now