Reencuentros

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REENCUENTROS

Aquel día ella se atrevió a hacer lo que aquella tarde no había hecho por miedo, así que con determinación tomó su teléfono y le llamó, él contestó:

-Hola ¿Cómo estás?

Él tenía registrado su número, ella le respondió:

-Te diré algo y no me importa que pienses, pero quiero hacer el amor contigo.

Él le respondió:

-Veamonos en una hora.

Ella colgó aquella llamada, empezó a buscar lo más sensual para colocarselo, al pasar la hora ella salió de su casa, lucía un vestido azul ajustado negro, sus sen0s firmes se veían apetecibles, su cabellera negra, sus labios gruesos y tan sensuales, zapatillas altas, llegó a aquel encuentro furtivo, ahí estaba él esperándola para entrar a aquel lugar de siempre, su lugar.

Ella al ver su presa suspira, lo toma de la mano soltando una risa excitante, entran a la habitación los besos, caricias no se hicieron esperar, el deseo los envolvía y los incitaba a culminar el acto sexual.

Él se acercó y susurró a su oído lo que necesitaba ese momento, subió su vestido y la llevó a la cama, él se acosto, ella subió encima de él a horcajadas, empezó a besarlo con dulzura y pasión, él fue desabrochando su vestido, dejando ver sus pechos turgentes, hermosos, ella besó su pecho bajándo hacia su miembr0 ya erecto y firme, empezó a lamer su falo.

Él la tomaba de su cabello entre jadeos, ella disfrutaba el sabor la textura de la férrea erección de de su víctima le gustaba escucharlo resoplar, jadear a su hombre, estaba dispuesta a que le llenará la boca de los fluidos de su hombre, tenía sed, ansiedad, de sentir ese licor, recorrer sus labios, lengua, paladar, estaba inundada de placer.

Él no aguanto tanto placer y acostandola de una manera brusca, pero que solo ellos entendían, es que ellos eran dos fieras hambrientas de placer, él abrió sus piernas y empezó a lamer su vagina, que ya estaba inundada en fluidos, ella mordía sus labios de placer, se desbordaba en su boca.

Y él deliciosamente lo disfrutaba, la volteó, la colocó en cuatro y de golpe introdujo su virilidad dura y ardiente, empezó a darle una embestida, como la que ellos solían tener en el pasado, ella jadeaba de placer.

Ella volteaba su cabeza para mirarlo y  él al ver aquella mirada que tanto lo excitaba, más subía su embestida.

Sus miradas más de una vez se encontraron, era un duelo de deseo, y sí, así como sus miradas se encontraban él no paraba de penetrarla, ella con fluidos de ambos resbalando por sus piernas y cubriendo todo su sexo, las embestidas empezaban a ser más profundas y fuertes.

- No sé si pueda aguantar, es mucho para mi.

Seguían las embestidas brutales a punto que ambos terminaron en un orgasmo sin igual.

Por el cansancio se desplomaron jadeantes en la cama disfrutando de carícias y besos.

Él la abrazo y le susurro al oido - Te extrañé ....

Mile Morales 🌺
S.JIMENEZ
Derechos reservados ©
22-septiembre-2018

El orbe erótico de la sumisión Where stories live. Discover now