Capítulo 30: Juegos sucios.

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Leah

Lo siento.

Ninguno de los dos estaba pensando bien las cosas, no sabíamos lo que nos decíamos.

Somos el uno para el otro, cariño. Siempre lo hemos sido, no tengo duda sobre ello.

Te perdono por tus comportamientos extraños y fuera de lugar.

He aprendido mi lección, prometo no volver a exigirte las cosas de esa manera.

No soporto estar lejos de ti. Démonos otra oportunidad, por favor.

Te amo,

Jordan.

Me mordí el labio al tiempo que releía la nota por segunda vez luego de regresar del departamento de Alex.

Lo había estado evitando olímpicamente para dejarle en claro que ya no había nada entre los dos; si las palabras no lo convencían, creía que mi indiferencia lo haría.

Gran. Error.

Un golpe seco me hizo levantar la cabeza para encontrar a papá ahogando una maldición mientras sacudía el pie.

—¿Quién mierda metió el jardín a la sala?—masculló hastiado. Se había tropezado con uno de los treinta arreglos florares que Jordan había enviado a casa durante los últimos dos días. —Parece una selva con tantas malditas flores aquí dentro.

Reí sin poder evitarlo, al tiempo que Erik entraba detrás de papá con una sonrisa divertida en el rostro.

—No es una selva, es Edward tratando de conquistar a Sandra, ¿que no ves?—puse los ojos en blanco ante su referencia—. No me sorprendería que también llamara a las florerías de cinco Estados para enamorarte.

—Un arreglo más y tendremos que desalojar la casa por falta de espacio—dijo mamá peleando con un ramo de rosas sobre una base de cerámica para entrar a la estancia.

—Que ni se le ocurra. Lo regreso con todo y sus florecitas—objetó papá quitándose el saco y desabotonándose las mangas de su camisa. Maldijo por segunda vez cuando no pudo sentarse en el sillón, que ya estaba ocupado por unos arreglos de alcatraces y me lanzó una mirada reprobatoria.

—¿Qué pasó ahora?—inquirió Erik intentando leer la nota sobre mi hombro, pero la doblé a tiempo.— Ya perdona a tu Tarzán antes de que termine convirtiendo la casa en una jungla y a ti en su Jane.

—¡Erik!—lo reprendió papá por el comentario.

—Yo también quiero saber qué mosca le picó—mamá se acomodó sobre el sillón una vez estuvo vacío—. Sé que le gusta regalarte detalles, pero esto es excesivo.

—Es ridículo—acotó su esposo.

—Tal vez alcanzó un nuevo nivel de cursilería—se burló Erik recargado en el respaldo del sofá—. O tal...

—Hemos terminado—lo interrumpí, sintiendo el peso de la mirada de todos, como un animal en un zoológico.

—¿Por qué?—preguntó mamá sorprendida.

—Debes tener una muy buena razón, ¿o no, hermanita?—Erik me miró con complicidad, pero lo ignoré.

—Era lo mejor—me limité a decir, consciente de que no era el momento para soltar la bomba.

—¿Te hizo algo? ¿Te lastimó?—papá adoptó su faceta defensiva al instante. Hice una seña con la mano para restarle importancia.

—No. La relación ya no era lo mismo, una cosa llevó a la otra y...

Irresistible Error. [+18] ✔(PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora