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                    Paul había conducido hasta mi casa, por suerte mi auto contaba con calefacción, pero tuve que quitarme varias capaz de ropa para evitar enfermarme, por suerte en la parte de atrás habia una chamarra de mi padre, por lo que habi...

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                    Paul había conducido hasta mi casa, por suerte mi auto contaba con calefacción, pero tuve que quitarme varias capaz de ropa para evitar enfermarme, por suerte en la parte de atrás habia una chamarra de mi padre, por lo que habia quedado en ropa interior y con el enorme abrigo.

—Sabes que no necesitas de ese abrigo.

—No tientes a tu suerte. —Le amenace. —Debes de tener suficiente con haberme visto en ropa interior.

—Una de mis grandes fantasías.

Le golpeé en el brazo. —Pon atención en la carretera.

—Lo que órdenes. —Paul sonrió feliz por lo que no pude evitar quitar mi semblante enojado por una leve sonrisa.

—Realmente espero que Harry este bien, estoy segura de que mi papá debe de estar atendiéndolo.

Paul asintió, esperando lo mismo.

—Ahora también necesito un nuevo teléfono. —Suspire algo triste al recordar que se perdió en el mar. — Tendré que inventarme algo con mi papá, no quiero preocuparlo diciéndole que me caí de un acantilado.

—Debe de ser algo creíble. —Le sonrió de lado. —Tal vez puedes decir que estabas en una cita con el grandioso Paul Lahote y al estar tan distraída en el paseo por la playa este se te cayo.

Rodeé los ojos ante tan ridícula historia, pero no mencione nada.

—Bien, hemos llegado a tu destino. ¿Alguna propina para tu chofer favorito? —Sonreí a lo que le di un beso en la mejilla.

—Supongo que eso bastara.

—No, creo que uno no es suficiente. —Dijo Paul haciendo un puchero. —Tal vez uno en los labios estaría bien.

—Sigue soñando Lahote. —Negué divertida ante su insinuación. —¿Estas seguro que te regresaras corriendo a la reserva?

—Seré más rápido así.

—No menosprecies mi auto, tiene calefacción, puede remplazarte fácilmente. —Le dije sonriendo

—¿Y también puede saltar de un acantilado y evitar que mueras ahogada? —Le desafió.

—Tal vez lo incluya en el seguro. —Dijo para no darle la razón.

Paul alzó una ceja divertido.

—Anda que la manada te debe de necesitar. —Le dije separándonos.

—Esta conversación sigue pendiente. —Le dijo Paul mientras bajaba del auto, por lo que yo también hice lo mismo.

Sin embargo, la expresión juguetona del azabache cambió drásticamente al oler a su alrededor.

—Sera mejor que me acompañes a la reserva, puedo oler a un chupasangre en tu casa.

Rise |Edward Cullen|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora