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—¿Ya podemos irnos? —Me quejé al ver que todavía seguía soleado y se estaba aburriendo.

—Tenemos que esperar a que anochezca para poder salir. —Alice me explicó mientras resoplaba y me volvía a sentar.

—¿No hay revistas o algo así? —Le pregunte al vampiro que nos había escoltado hasta la entrada y al parecer se quedaría hasta que nos lográramos ir.

Letha se puso de pie buscando algo con que entretenerse, pero falló por que lo único que habia era un enorme pasillo, donde supuso abría pinturas o algo por el estilo.

—Generalmente los humanos no están aquí mas de una hora. —Se encogió el vampiro.

—¿Entonces es todo lo que hacen ustedes? ¿Hacer juicios y alimentarse? Que aburrido. —Letha negó mirando a aquel vampiro, quien la miro con una ceja alzada al criticar su estilo de vida. —No me malinterpretes, la de los Cullen no es tan emocionante tampoco, ir a la escuela cientos de veces. —Resoplo para ella misma.

Edward puso los ojos en blanco e intentó acercarse a ella, tal vez advertirle que no debería de juntarse con vampiros de ojos rojos, pero al menos en estos momentos él no nadie para decirle que hacer.

Letha sólo le dedico una mala mirada y el castaño retrocedió suspirando y se fue a sentar en la esquina de aquel lugar. El vampiro frente a ella le dedico una mirada burlona a Edward, algo de lo que Letha no se percató.

—Supongo que no nos hemos presentado apropiadamente, soy Letha Martin. —La pelirosa extendió su mano hacia aquel vampiro.

—Demetri. —Dijo tomando su mano y dándole un beso en ella.

Letha acostumbrada a la fría temperatura de los vampiros no se sorprendió, pero lo que si la tomo por sorpresa fue ese saludo.

—Ustedes si que no salen mucho, eh. —Sonrió divertida al ver aquel saludo. —Bueno supongo que es un gusto conocerte Demetri.

—El gusto es todo mío, bella signora. —El vampiro le sonrió.

Ambos se enfrascaron en una conversación de como es que el internet podía llegar a ellos, y tal vez aprender un poco más de como funciona la nueva tecnología de los humanos.

—¿Han considerado la posibilidad que se han grabados con las cámaras que hay por todos lados en la mayoría de las ciudades?

—No realmente.

—Deberían, ahora se creen saberlo todo, mi habilidad me ha ayudado bastante para salirme con la mía y más cuando tienes a un hacker de tu lado. —Sonreí recordando a mi compañero Josh, un hacker profesional a quien solía pagarle para que me borrara de las cámaras de seguridad.

—Eso es interesante, ¿En qué tipos de problemas se puede meter una indefensa humana como tú? —Sonreí inocentemente.

—Lo que pasa en Nueva York, se queda en Nueva York. 

Rise |Edward Cullen|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora