La cita

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Kongpob miró la tarjeta negra. Se sentía suave, el material era grueso y brillante. M, su compañero de cuarto, se la había dado antes de irse.

—A. Rojanapat. Escort alfa —leyó Kongpob en voz alta.

Pasó saliva. Se sentía nervioso.

"Llámalo, tienes que hacer algo. ¿Recuerdas cómo te sentiste durante tu celo anterior? Y lo que pudo haber pasado. Tú, omega tonto. ¡Por favor llama a este hombre!"

Las palabras de M se habían quedado en su cabeza. Oh, sabía muy bien lo que pudo haber pasado. Estaba tan fuera de sí durante su último celo que se encontró vagando por las calles, básicamente pidiendo ser la presa de alguien, de alguien que pudiera aliviar su dolor. Ese horrible dolor que le carcomía el alma. La ardiente lujuria.

Esa ocasión, fácilmente pudo haber caído en manos equivocadas y ser violado. O peor. Ese fatídico día, un malicioso y caliente alfa que quería abusar de él ya lo había tomado por el cabello, arrastrándolo. Por suerte, M lo había salvado antes de que terribles cosas sucedieran.

Él simplemente no podía tener control de sí mismo durante su celo. Sabía que debía quedarse dentro de su casa, fuera de todo peligro, pero su cuerpo ya no obedecía a su mente. Estaba aterrado.

Era probable que la falta de sexo tuviera algo que ver con eso. No lo había tenido por casi dos años. Por lo regular, no le molestaba; no quería ir por allí teniendo sexo con extraños, pero todo cambiaba durante el celo.

Sabía que el próximo sábado sería el día. Entonces, su celo llegaría.

¿Debía llamar a este A. Rojanapat? ¿Podría? Dormir con un escort masculino parecía no ser lo mejor por hacer. Normalmente no compartiría siquiera su cama con un hombre desconocido, menos con un... escort...

El chico Rojanapat era bien conocido por ser un experto en cuanto a los omegas en celo se trataba. Al menos eso era lo que M dijo. Él conocía a un chico que conocía a un chico que tuvo una gran noche con el gigoló masculino.

Kongpob miró el número.

—¿Sabes qué? ¡A la mierda! Hay que hacerlo —dijo y tecleó el número que se veía en el pedazo de papel en sus manos.

El teléfono sonó y una señorita atendió.

—Buenas noches. Servicios candentes, Xelesia al habla, ¿en qué puedo servirle?

—Uh... hola... yo... llamo para agendar una cita con el señor Rojanapat. De preferencia para el siguiente sábado —aclaró su garganta. —Uh... por favor —añadió. Sentía el ardor en sus mejillas. ¿Cómo se hace esto?

Cielos, era tan malditamente vergonzoso.

—Espere un momento, señor.

Hubo una pausa de un minuto.

—¿Estará en celo? —Preguntó Xelesia.

—Sí.

—¿El primer día del celo?

—Sí, comenzará el sábado.

—¿Cuándo es su punto máximo?

—Uh... más que nada en la noche.

—¿Su punto máximo será el sábado en la noche? —Preguntó para asegurarse.

—Sí.

—¿A las 8 en punto de la noche está bien para usted? Para agendar la cita, quiero decir.

—S-Sí.

Santo cielo. ¿De verdad acaba de hacer una cita...?

—Será a las 8 en punto —dijo ella.

El resto de la conversación fue sobre el pago, el contrato y que Kongpob le diera su correo electrónico. También obtuvo más información sobre tener que lavarse antes de la cita, y que el próximo correo electrónico que recibiría le daría toda la información que necesitaba.

Eso fue todo. El próximo sábado, estaría compartiendo su cama con un escort masculino.

Cuando colgó la llamada, Kongpob le dijo a M por mensaje que ya tenía una cita. M lo mensajeó de vuelta, diciéndole que se iría con May durante todo el fin de semana.

Cinco minutos más tarde, el omega se preguntó qué rayos había hecho y empezó a reírse incontrolablemente.

—Oh, ¡cielos! ¿Qué he hecho?

Una noche con el escort alfaWhere stories live. Discover now