No cooperativo

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Arthit se sentó en el auto con una gran sonrisa. Acababa de salir del apartamento de Kongpob luego de tener la mejor noche y día de su vida.

Rio en voz alta, con las manos ya sobre el volante. Sabía que estaba actuando como un idiota. Como si fuera a gustarle a Kongpob, él, ¡un escort! Sabía que probablemente nunca recibiría amor, no mientras siguiera haciendo lo que estaba haciendo. Pero él renunciaría inmediatamente por la persona indicada si supiera que había una probabilidad de tener una relación seria. En este momento, pequeños destellos de esperanza llenaban su corazón. Quizá Kongpob pudiera ser esa persona. Él sólo podía esperar a que Kongpob adivinara quién era y lo contactara.

¿Por qué era tan tonto? Debió haberle dicho a Kongpob en ese momento. ¿Por qué no lo hizo?

—¡Soy tan idiota!

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—Arthit, cariño, ¿qué sucede? ¿Quizás estás estresado?

Ella hizo todo en su poder para excitar a su escort ese día, pero su pene no quería crecer bajo sus toques.

—Mierda —Arthit estaba tan preocupado. Lo peor que podía sucederle a un escort masculino le acababa de suceder a él. O mejor dicho, no sucedió algo que debía haber sucedido.

No podía tener una erección. ¡No podía hacer que se levantara! No erección, no dureza, ¡no nada! Sólo un suave pedazo de carne, así se quedaba.

Milly, su cliente, volvió a salir de debajo las sábanas.

—Lo siento, Milly... yo... —Arthit tartamudeó avergonzado.

Ella era una de sus clientes regulares y gracias al cielo que no estaba en celo, sino Arthit habría tenido un gran problema de culpa.

—Está bien, cariño —dijo amable.

—Milly, yo... ugh... Por favor, no eres tú, soy yo. Lo siento tanto. No tienes que pagarme por esta noche, por supuesto que no.

Arthit suspiró y se pasó la mano por el cabello. Levantó las sábanas y miró su pene que yacía dormido entre sus piernas, aún brillante por la saliva de ella.

—¿Quieres que vuelva a intentarlo con mi boca? —Preguntó, sintiéndose mal por el pobre chico.

—No creo que funcione, Milly... pero gracias...

Ella dio palmaditas a su hombro.

—No te sientas tan mal. Sé que esto nunca te había pasado. Si no es estrés, debe ser otra razón. ¿Tal vez sientes algo por alguien?

—¿Crees que eso tenga que ver?

Ella sonrió. Ella era mayor que él, tenía alrededor de 45 años. Arthit siempre había pensado que era una mujer muy sabia.

—¿Significa que sí sientes algo por alguien?

Arthit asintió.

Sus sentimientos eran los mismos que los de la escuela. Kongpob estaba en su cabeza todo el día y toda la noche desde hacía tres días.

No había oído del hombre desde entonces.

Arthit también temía volver a su apartamento. Estuvo libre los últimos dos días y esta era su primera vez en el trabajo luego de la noche con él. Arthit sabía que nada superaría esa experiencia.

—Estoy muy feliz por ti —dijo.

—Bueno, no tienes que estarlo, porque aún no le he dicho a esa persona cómo me siento. Al menos, no aún.

Una noche con el escort alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora