capítulo 8

1.1K 137 16
                                    

En el capítulo anterior

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

En el capítulo anterior

Llevandonos al delirio de olvidar quienes somos y solo fundirnos en uno solo.
...

Sin pensar en el mañana incierto
y las consecuencias que puede traer este inesperado encuentro.

Actualidad


Le beso por última vez, agradeciendo silenciosamente el placer me ha hecho sentir.
Es un beso lento y apasionado que terminó antes de que volvamos a repetir lo que ha pasado.

— Llévame a casa —susurro sobre sus labios.

— Con gusto —logra decir al salir de la ensoñación en la que estábamos.

◻◻◻


Cada persona tiene un peso con el que carga día tras día, por eso no podemos juzgar a los demás, porque no sabemos con qué carga toman sus decisiones.
¿Cómo estoy después de lo de anoche?

Esa pregunta me la he repetido tantas veces que no podría dar un número exacto, pero que a pesar de todo no me siento culpable, no me siento mal por haber tenido relaciones sexuales con Hale. Ambos estuvimos de acuerdo aunque yo fui la que lo incitó, pero él no es un niño, es un adulto que puede tomar decisiones y controlar su libido si le place.

Sé que estuvo mal ¡Es mi jefe! Pero al fin y al cabo la vida sigue y no me detendré a cuestionar mis actos. Como si reprocharme fuera a cambiar las cosas por arte de magia.

— ¿Qué tanto piensas? —aparto la vista del ordenador para observar como Adriana entra a mi oficina sonriente— no me digas que te estás arrepintiendo de lo que pasó anoche —no pude evitar contarle cuando a las tres de la madrugada me llamó para decirme lo que había pasado con James. Tarde media hora en calmarla y explicarle lo que paso con Hale.

— ¿Porqué debería de arrepentirme? Fui yo la que desde un principio puso las cartas sobre la mesa, el simplemente tenía que ejecutar su jugada.

— ¡Wou! Pensé que al ser la primera vez que tienes relaciones con alguien sin algún sentimiento de por medio tendría que darte terapia.

— No ha sido la primera vez pero si la ultima —digo firmemente al ver la cara de sorpresa de Adriana.

— ¿Cómo que no es tu primera vez? ¿Que no me has contado Amalia?

Ruedo los ojos— suenas igual que mi madre.

— ¡Responde! —chilla desde donde está provocando que mire a mi alrededor para ver si alguien se ha dado cuenta de nuestra charla en horario de trabajo.

Mi oficina se encuentra en el pasillo, me la han entregado después de haberle dado el recibidor a la nueva secretaria.

— Cuando perdí mi virginidad —susurro.

— ¿Cómo? ¿Y no fue con Leonardo?

Suelto un "ja" sarcástico— ¡gracias al cielo y no cometí tal atrocidad! Fue cuando tenía unos 17 o 18 años de edad ¡Ni me acuerdo! Mi madre era muy insistente con el tema de la virginidad y la persona correcta. Me tenia harta de esas tontas charlas así que un día le pedí a quien era entonces mi mejor amigo que se deshiciera de ella.

— ¡¿Tenías un mejor amigo?!
— Sé que es difícil de creer por mi rechazo a los hombres, pero para ese entonces con ayuda del psicólogo y mis padres pude avanzar, además a él le hacían bullying en la secundaria por tener gustos diferentes a los demás chicos y un día no pude evitar defenderle.

— A pesar de que te empeñes en negarlo tienes un buen corazón.

—No te confundas. Puedo ser peor que el mismo demonio si me provocas.

Ella me iba a contestar pero una llamada al teléfono de mi oficina le interrumpe.

—Diga —nadie llama a no ser que sea Barbara con algunas instrucciones.

— Amalia te buscan en recepción —la voz de Vanesa la recepcionista me confunde ¿Quién será?

— ¿A mí? Pero si yo no estoy esperando a nadie ¿Quién es?

— Dice que es tu cita para el almuerzo.

Ahora si estoy confundida— ahora bajo. —Cuelgo y volteo a ver Adriana quien luce intrigada— ¿Has programado una cita que no sepa? —ella frunce el ceño confundida pero aún así espero su respuesta antes de golpearla con el teléfono.

— No ¿Por qué? Eso te han dicho.

— Al parecer alguien me está jugando una broma...— me pongo de pié —vengo en uno minutos.
Salgo de la oficina dispuesta a ir a recepción y aclarar el tema.
Seguro es Leonardo tratando de llamar mi atención otra vez, pero él nunca se ha molestado en irrumpir en mí día a día.

Las únicas veces que le he visto han sido en el súper y cerca del restaurante dónde se encontraba Hale, pero dudo que se haya dado cuenta de que estaba por ahí.

Al llegar a recepción y no ver a mi ex por ningún lado, me acerco al mostrador y veo un hombre de espaldas a mí. Lleva puesto una camisa blanca a la medida y unos pantalones negros a juego, completando su Outfit con unos zapatos negros.

Al terminar de analizar su vestimenta, noto una cabellera rubia perfectamente peinada.

— ¿señor Muller? —no puedo evitar soltar al verle de pié charlando animadamente con Vanesa.

El al escucharme se excusa con ella y vuelve la vista hacia mi sonriente— señorita Amalia dichoso los ojos que la ven— toma mi mano y la besa provocándome cosquillas — ¿Nos vamos?

— ¿Vamos? —estoy confundida ¿Porqué se comporta así?

— Sí.... ¿se ha olvidado de nuestro almuerzo?

— ¿Almuerzo? Y...yo no... No sabía nada.

— Pero si usted ha sido la que lo ha pautado.

Mi cara debe de ser un poema— ¡¿Yo?! — no puede ser cierto, yo siempre recuerdo los almuerzos de trabajo y más cuando se trata de uno de los inversionistas.

— La última vez que almorzamos usted dijo "la próxima usted invita" ¿No lo recuerda?

Abro y cierro la boca sin respuestas por mi asombro— no tenía que tomárselo tan literal.

El se encoge de hombros — no importa —mira su reloj de marca— vamos he reservado una mesa en un restaurante y el tiempo corre.

Me toma de la mano y nos guía hacia la salida del edificio ¿Porqué le estoy dejando? ¿Por qué no le detengo? La familiaridad con la que mi cuerpo reacciona me sorprende, es algo que desde siempre tuve dificultades para con los demás pero con Hale es diferente, su cercanía no me afecta al contrario me hace sentir... bien.
Al llegar a su auto, el abre la puerta del asiento trasero y espera a que entre, me le quedo mirando un momento algo insegura de aceptar su propuesta pero ¿Que podría salir mal? Así que entro al auto percatándome del conductor.

Le saludo sin recibir una respuesta de su parte algo que me hace sentir avergonzada. Cuando Hale entra me permito tomar una distancia prudente entre nuestros cuerpos. Cada rose entre su piel y la mía me trae recuerdos y sensaciones que será mejor enterrar.

— En marcha Rodrik —el tal Rodrik arranca y comienza a conducir mientas que yo no sé qué decir.

— ¿Qué es lo que quieres? —pregunto de una vez, no creó que esté asiendo esto por simplemente ser "social" ¿Cuáles son sus motivos? ¿Porque me busca?

— He tenido un día realmente largo —ignora mi pregunta— Amalia déjeme decirle que está usted hermosa.

¿Será que quiere acostarse conmigo otra vez? No lo volveré hacer y si él cree que podrá convencerme para cumplir sus caprichos está totalmente equivocado.

— Gracias —respondo cortante— ¿Solo me ha invitado almorzar por lo que le dije o existe otro motivo del cuál no conozco su existencia?

Detecto cierto dudar en su semblante— ¿Está mal que sienta cierta necesidad de tener buena compañía al almorzar?

— ¿Porqué a mi si apenas me conoce?

— ¿Duda mucho de las intenciones de las personas?

— No ha respondido mi pregunta— él sonríe.

— Lo poco que me ha permitido conocer es el motivo de mi necesidad de aprender acerca de usted.

— Si es por lo de...

Soy interrumpida por el «llegamos» del conductor.

Hale asiente— estoy hambriento mejor nos damos prisa.

Sale del auto y espera a que salga — que pasé buena tarde Rodrik— suelto con algo de ironía, es como si hablará con una pared, ni se inmutó.

— No te molestes está entrenado para que su presencia pase desapercibida, además de tener prohibido hablar.

— ¿Ni siquiera un simple saludo? Te pasas

— El me fue asignado mientras perdure mi estadía en este país, el mismo fue el que me informo su entrenamiento— empezamos a caminar.

— ¿Lo entrenaron para ser chofer?— esto parece una estupidez.

— Y guardaespaldas también— asiento a modo de respuesta.

— Buenas tardes ¿En qué puedo ayudarle? —la recepcionista nos sonríe de manera cordial como saludo.

El restaurante al que Hale me ha traído reina la elegancia y sofisticación, a leguas se nota que no es cualquiera el que puede permitirse almorzar en este lugar. Mientras Hale conversa con la recepcionista me permito observar el lugar el cual está lleno de empresarios y personas adineradas.

— Síganme — nos indica la recepcionista, pero al estar tan ensimismada Hale meda un leve empujoncito en mi espalda baja para que empiece a caminar, y lo hago sintiendo el calor que emana su palma en mi cintura. Camino a paso seguro sin que él pueda notar el nerviosismo que trae mi su cercanía, siento que tardamos una eternidad cuando por fin llegamos a nuestro destino, una mesa para dos en el sitio más reservado del restaurante.

La recepcionista se va dejándonos solos.
Hale me guía hacia uno de los asientos y lo aparta para mi, gesto que solo veía en las películas. Tomo asiento y observo como el da la vuelta y se sienta frente a mí.

Me remuevo incomoda bajo su grisácea mirada — no sé por qué.

Le miro ceñuda y confusa ante sus palabras— ¿qué?

— No sé porque pensé en traerla — se pone serio—  pero de algo si estoy seguro y es que no tengo intensiones de engañarla o burlarme de usted.

— Las personas como usted no se juntan con gente como yo.

— ¿Como tú? — el alza una ceja.

— Ya sabe... un bajo perfil social y económico — el suelta una carcajada.

— No debería permitir que especulaciones tan insignificantes como esa puedan arruinar nuestro almuerzo.

No soy de las que le importen los demás, pero es que intento buscar una mínima excusa para alejarme de él. Mi mente no deja de reproducir los recuerdos de anoche y todo lo que le dije ¿tendrá una mala percepción de mi persona por lo de anoche?

— Siempre olvido que nunca se que esperar de usted es una total caja de sorpresas.

— Que curioso yo pienso lo mismo acerca de usted —me le quedo mirando un momento sin saber que responder.

— De acuerdo con lo que paso anoche, creo que será mejor que lo olvide; ya que no se volverá a repetir— enfatizo dejando en claro que no se volverá a repetir, para que no se ilusione y crea que podrá tenerme cuando quiera.

Una sonrisa casi inexistente se forma en sus labios— si no quiere que se repita estoy de acuerdo, pero no trate de engañarse creyendo que lo que paso anoche lo podremos olvidar— se acomoda en el asiento pareciendo más alto de lo normal destilando seguridad y elegancia— no deberíamos desperdiciar el recuerdo de lo que paso desechándolo en el olvido.

— Puede recordar todo lo que usted quiera pero lo de anoche no se volverá a repetir señor Muller— replicó.

— Amalia —hace una pausa— quiero aclarar algo: el propósito de haberla invitado a este lugar no radica en lo que paso ayer, quise invitarle a almorzar porque me agrada su compañía no por haber tenido sexo —ahora parece algo decepcionado— no sé porque se empeña ver cosas que no son.

No sé que responder, simplemente me ha dejado sin palabras; así que recurro a la única salida que se me ocurre en estos momentos— ¿no tiene hambre? creo que el mesero se ha tardado en llegar.

Mi cambio de tema le deja insatisfecho pero me sigue la corriente— tiene razón mejor le llamo.

Él le hace unas señas al mesero llamando su atención inmediatamente se acerca a nosotros — ¿desea algo señor?

— Si — le echa un ojo al menú — quiero el plato principal —levanta la mirada fijándola en mi— ¿Qué te apetece?

Finjo Ojear el menú— Mmm pechuga de pollo al cordón blue y la ensalada de arroz.

Cuando terminamos de ordenar, el mesero se aleja dejándonos solos sumergidos en un silencio algo incomodo.

Decido romper el silencio— ¿Cuánto tiempo tiene en la ciudad?

— Unas cuantas semanas— se pasa la mano por la cabellera— quise cambiar de aires unos días.

— ¿y qué tal? —Frunce el ceño— ¿cómo le ha sentado este lado del mundo?

— ha sido una experiencia algo Peculiar, pero creo que no me he permitido observar lo suficiente debido a las reuniones y eso.

Traen nuestro almuerzo.

Empezamos a degustar nuestros platillos sin perder el hilo de la conversación.

—Debería de sacar tiempo para usted — opino— al fin y al cabo somos peregrinos en esta tierra; Después de que nuestra estadía pasé, no podremos recuperar el tiempo perdido.

No puedo evitar mirar sus labios cuando los remoja pasando su lengua por ellos. "Tan suaves y deliciosos"

Cálmate Amalia — me reprochó.

Me permito examinar su semblante, el cual ha cambiado demostrando una nostálgica que no había visto antes en él.

— ¿He dicho algo que le ha molestado?

Sale de su aturdimiento desapareciendo cualquier rastro de tristeza que haya visto en su mirada— no... Es que recordaba los viejos tiempos, cuando era un niño que ignoraba las complicaciones que nos trae la vida, cuando nuestra única preocupación era divertirnos luego de cumplir con los deberes.

— Al menos usted tuvo una buena infancia, desde pequeña tuve que aprender a vivir con cargas que no me concernían, pero que por lo errores de los demás me había tocado llevar.
No demuestro dolor a alguna especie de amargura porque a pesar de ser algo de lo que me pese hablar lo he superado.

— Todos estamos expuesto a ser lastimado de alguna forma — reflexiona en voz alta— todos tenemos que cargar con un pasado o una responsabilidad que de alguna manera, no nos deja ser felices completamente.

— Si se puede —enfatizo— solo que no luchamos lo suficiente.

Terminamos nuestro almuerzo en una charla amena. Nos permitimos compartir ciertas anécdotas de nuestras vidas conociéndonos y disfrutando de la compañía del otro.

Es agradable tener a alguien con el cual compartir y pasar un buen rato, tal vez Hale no sea una mala persona, tal vez no busque acostarse conmigo, tal vez solo quiera tener a alguien con el cual compartir sin que esa persona desee algo de él.

Cuando Hale paga la cuenta a pesar de que me ofrecí a pagar mi parte nos disponemos a irnos, saliendo del local uno al lado del otro.

Afuera nos introducimos en su auto mientras que el chofer conduce hacia mi destino.

—Gracias por el almuerzo señor Muller —murmuro cuando estoy a punto de bajar del auto.

— No hay nada que agradecer — me regala una sonrisa de esas que te enganchan y no puedes evitar sonreír de vuelta— debo admitir que he disfrutado de este almuerzo.

— Igual yo —me quedo unos segundos embobada— bueno... mejor me voy.

Abro la puerta del auto dispuesta a bajarme pero siento como me toma de la mano deteniéndome— espera.

Volteo algo confundida — ¿Qué pasa?

Parece algo nervioso— ¿Harás algo el viernes por la noche? —balbucea algo avergonzado.

Su pregunta me deja algo perpleja— saldré con unos amigos —la decepción en su mirada me hace sentir culpable y no sé porque— pero si quieres puedes acompañarme.

— no quiero inmiscuirme en sus planes.

Niego— los hacemos todos los viernes para divertirnos un rato, además siempre alguien se nos une, así que no haríamos una excepción contigo ¿qué dices?


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Por culpa de unos zapatos #PGP2022 #CA2022Where stories live. Discover now