ii. city of the dead

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capítulo dos: ciudad de los muertos

capítulo dos: ciudad de los muertos

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El alba se alzaba sobre la ciudad. El recinto Mikaelson ocupó los primeros rayos de sol los cuales se introducían entre las ranuras, desde su posición podía ver que como la estructura seguía intacta tal como la recordaba, bajó la mirada hacía la entrada en donde la puerta de madera se hallaba abierta invitando a la entrada. Por supuesto, sabía que a ellos no les importaría que alguien pasara o no, después de todo, se habían convertido en fantasmas. En mitos. 

Después de la conocida como la Batalla de Nueva Orleans, en la que la integrante más joven de la familia, Hope Mikaelson falleció, los familiares restantes que residían en el Barrio se recluyeron en los adentros del complejo. A pesar de eso, las personas sabían que ellos existían por lo que nadie en su sano juicio llegaba a traspasar aquellas puertas. Pero aún así, las actividades sobrenaturales que solían rondar a la residencia decayeron notablemente. Por supuesto, la verdad sobre su sobrina la sabía, por lo que ver aquella 'fachada' en persona solo lo hacía más real, lo que le daba escalofríos.

Tragó grueso antes de continuar por las puertas que la llevaron hasta el corto pasillo que conectaba con el patio del recinto. A medida en la cual llegaba al centro del edificio podía ver el abandono del mismo, quizás como parte de esa fachada, pero no podía ignorar los muebles cubiertos con las sabanas blancas, incluso algunas de las superficies que no se hallaban cubiertas se podía ver restos de polvo sobre las mismas. Era difícil imaginar que alguna vez residió en aquel lugar. Por simple inercia se dirigió hasta la parte de arriba, las escaleras no visibles en la primera plana del campo visual fueron las que la llevaron hasta ahí. En unos segundos se encontró con la puerta entre abierta del dormitorio, su primer instinto fue empujar la misma notando lo apagado que se encontraba el mismo. Y no por el hecho de la falta de iluminación, si no que el mismo se sentía así. Sin vida alguna.

No obstante, una corriente de aire le hizo saber que no estaba sola, además de que ahora poseía un oído sobrenatural decente por lo que algunas cosas que antes no le era posible prevenir, ahora si lo eran.

—Finalmente, un rostro familiar —expresó. La mujer sonrió, con el oso de peluche que había tomado entre sus manos se dio la vuelta para encontrarse con el hombre que se le conocía como el noble. En ese momento pudo detallarlo, tenía una barba incipiente de unos pocos días además de que en su rostro se veía cansancio absoluto. Ella era como atrapar un poco de aire fresco —. Es difícil encontrar uno de esos aquí en estos días. —agregó. Alexandra negó con una sonrisa para luego volver la mirada sobre el peluche en sus manos.

—Rebekah envía saludos. —comentó. Ella levantó la mirada hacía el vampiro quien tenía la mirada baja para cuando asintió, se veía que extrañaba a su hermana. Finalmente volvió la mirada a ella con una sonrisa.

—Ven, debe estar por regresar. Estoy seguro que encontrará tu visita placentera. —completó. La mujer asintió para seguido dejar el peluche sobre la cuna de madera antes de avanzar la caminata delante del Original. Sobre el pasillo se encontraban para cuando el vampiro cerró con suavidad la puerta, unas pisadas se escucharon sobre la piedra de la parte de abajo llamando la atención de ambos seres. Alexandra se detuvo cerca de la baranda para esperar a que la persona que se había adentrado se hiciera presente.

² 𝐖𝐈𝐂𝐊𝐄𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | Klaus Mikaelson ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora