A SeokJin ni siquiera le importaba saber quiénes eran los integrantes de Dionysus.
Él sólo quería tomarse un par de fotos con ellos y subirlas a sus redes sociales.
Ciertamente él no esperaba encontrar a su alfa dentro de la misma banda...
☀️Capí...
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...
Él jamás había llorado tanto en su vida.
Sus ojos ardían mucho y su rostro entero se había hinchado por todo el llanto que soltó.
Jin no había podido dejar de llorar.
Se sentía destruido. Acabado y humillado.
Había sido una verdadera tortura el haber sido sometido a ese sufrimiento solo por un maldito capricho del destino.
Estaba recibiendo un castigo injusto. Una mala racha que él absolutamente no merecía.
Porque él era muy bueno, noble y generoso.
No entendía cómo es que su compañero había resultado ser un alfa salvaje y caprichoso.
Sus pobres lágrimas eran la prueba de aquel castigo.
Tres días habían transcurrido desde el incidente y SeokJin aún tenía sus sentimientos a flor de piel. Las sensaciones aún burbujeaban frescas en el centro de su pecho y nadie a excepción de Jimin, sabía lo que realmente ocurría con él.
Su omega se sentía culpable, lloroso y sensible. Su cuerpo aún ardía con los recuerdos de sus besos, aroma y fuerza.
Sin embargo, su orgullo podía más que sus hormonas.
Y odiaba sentirse así.
Quería golpear al alfa. Bofetearlo. Patearlo nuevamente. Someterlo y hacerle pedir perdón de rodillas.
La rabia ardía en SeokJin y sólo podía llorar impotente ante la inmensa frustración que le ahogaba.
Se sentía inexplicablemente atado a sus propias emociones, y con mucha culpa, admitía que él no había salido ni un momento de su pensamiento.
Ese alfa estaba avivando su instinto asesino.
Pero sabía que no le podría enfrentar.
Probablemente estaba enfurecido. Ofendido y hasta deseoso de venganza.
Tal vez aún seguía en celo y todavía le quería marcar...
SeokJin se estremeció entre sus sábanas y gimoteó frustrado.
Sexual y moralmente frustrado.
Su orgullo estaba herido. Su autoestima pisoteada y su persona, sometida.
