Isabella ha pasado parte de su vida dedicada a tratar de recuperar a su hermana pequeña del orfanato Linoy. Cuando una vez más fracasa en el intento, busca desesperadamente una solución a su problema, sabe perfectamente que sola no lo conseguirá. Tr...
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- Los muebles están adentro- respondió Angela al verificar que todos estuviera en perfecta condiciones. Había conseguido una propiedad para Eros debido a que ahora tendría que manejar la empresa familiar y una casa improvisada en un viejo bote no era la mejor imagen de un empresario.
- Da igual cuantos muebles traigan, no van acorde a mi personalidad - se cruzó de brazos el griego.
- Señor, debe tener que acostumbrarse a su nueva vida, ya verá que no le va ser difícil.
Eros rodó los ojos y abandonó la casa para salir al jardín trasero. Ángela lo siguió para pedirle una última indicación.
- Debemos empezar a buscar a una empleada que se encargue de la casa, ya sabe quién cocine y mantenga limpio el lugar.
- Tú eres buena en eso, consigue una que sea apta para el cargo.
- ¿Le parece bien si hablo con Lexie? - enarcó una ceja la mujer.
- No, Lexie trabaja para mi hermano, es mejor conseguir una nueva chica.
- Me encargaré de ello señor - Ángela giro sus pasos de nuevo hasta la enorme casa.
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- ¿Que se supone que debo hacer Roxana? - se dejó caer en el enorme sillón Isabella-. Si no consigo un nuevo empleo, no podré sacar a Marie del orfanato.
- No sé porque te preocupas, esa mujer te ha dicho que te llamaran de las empresas en cuanto su jefe solucione todo, te dan el puesto y asunto resuelto - se encogió de hombros su amiga mientras leía una revista de chismes.
- Como si fuera tan sencillo - soltó un bufido-. Debiste haberlo visto...
Roxana dejó a un lado la revista y se colocó enfrente de ella.
- Anda, suéltalo todo, ¿Cómo es? ¿Es guapo? ¿Qué tan rico es?
- ¡Roxana! ¿Qué dices por Dios? ¿Me tomas acaso por una caza fortunas?
- Oh... Por supuesto que no Bella, si eres más buena que el pan. Pero dime, ¿Si es guapo? - enarco una ceja insistida.
- Tiene unos ojos enormes..., de un color precioso..., también es alto, mucho.. y esos brazos ¡Ah madre mía!, el sueño de cualquier mujer y ni hablar de su auto último modelo – respondió sarcásticamente Isabella.
