🏹Capitulo 25

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Eros se despertó a la mañana siguiente, dejó a Isabella dormida sobre la cama y luego se acercó hacia uno de los muebles del camerino para tomar su ropa de allí. El griego observo una llamada en su móvil de parte de su hermano, marco el número y abandonó el camerino para conversar con él.

- ¿Porque mierdas no contestabas el teléfono? – pregunto su hermano del otro lado de la línea.

- No lo he escuchado, ¿ahora que te sucede? – pregunto el menor de los Aereleous.

- ¿Dónde estás?

- Estoy en el bote con Isabella, ¿porque?

- ¡Mierda!, sal tan pronto como puedas de ahí – gruño su hermano mayor.

- ¿De qué hablas, como que salga del bote? Estoy en medio del mar.

En ese mismo instante, el griego observo la cubierta del bote sumergirse por el agua.

- Joder... - susurro dejando a un lado el teléfono y corriendo hasta la cubierta para estabilizar el bote.

Forcejeo unos cuantos minutos para evitar que se inundara pero todo parecía inútil.

- Mierda, debo ir por bella, de lo contrario nos hundiremos también.

Eros se devolvió al camerino y vio a un lado del mar una lancha aparecer de la nada. Ángela estaba rodeada de más de un hombre armado.

- Buen día señor Aereleous – dijo la ex secretaria.

El griego enarco una ceja al ver su atuendo, lucia idéntica a Isabella.

- ¿Que? ¿Mi figura se te hace conocida? – pregunto la mujer mientras sonreía-. Tienes tan solo dos opciones: venir conmigo en la lancha y salvarte, o dejar que mis hombres te disparen.

- Estas loca, si crees que iré a algún lugar contigo – gruño entre dientes el-. ¿Has sido tú? debí imaginármelo. Nunca vas a dejar a mi familia en paz.

- Yo debí estar a tu lado, debí quedarme en esa casa, pero esa cociera, llegó a arruinar, mis planes. No sabes cuánto la odio.

- Jamás te vendí una ilusión conmigo. ¡Estas demente! ¿Qué te hace creer que voy a intentar estar contigo después de dañar a mi esposa y a mi hijo?

Ángela hirvió en coraje, no podía dejar que se fuera con esa mujer de nuevo, la locura y los celos la habían trasformado en un ser irracional.

- ¡Detente, ni un paso más! – grito sosteniendo un revolver en sus manos-. Si te atreves a moverte, te disparo.

- ¿Eros... - la figura de Isabella cruzó la puerta del camerino. Asustada veía la escena desde donde se encontraba.

- Ve adentro Isabella – susurro su esposo.

- Aléjate de esa mujer – contesto su esposa.

Ángela dejo de apuntarle al griego para esta vez dirigir su arma a la castaña.

- Qué bueno que apareces, bella.... – arrastro sus palabras con sorna y gracia-. No creas que me olvido de ti tan fácil.

- Ni te atrevas a disparar – el griego se cruzó en medio de su objetivo-. Tendrás que dispararme a mí para hacerle algo.

Ángela apretó sus labios, parecía que todos sus planes se hacían añicos. El sonido de unas detonaciones la hicieron girarse para darse cuenta que uno a uno los hombres que la acompañaban caían muertos a un costado suyo.

- Que mierda... - visualizó un bote cercano, habían tres hombres en él podía reconocer al hermano mayor de Eros, pero el otro era la primera vez que lo veía.

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