Harry Potter y el mapa del merodeador

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Bueno, los diálogos los voy a escribir un poco improvisados de memoria porque me mudé y adiós libro, perdón por haber tardado tanto en volver!!!

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Aún se estaba recuperando de la última Luna llena. Estaba algo preocupado por las clases que pudiera haber dado Quejicus mientras le sustituyó, y se lamentaba por sonreír melancólico al llamarle Quejicus e imaginarse a Sirius riéndose "Joder, Lunático,  un profesor no debería reírse de sus compañeros".

Tenía pendiente una charla con Harry sobre los dementores, algo habría que pudiera hacer para que el pobre chico dejase de sufrir escuchando los gritos de su madre o al menos no pusiese su vida en peligro. Ni si quiera se atrevía a pensar en Lily o James cuando hablaba de Harry, la culpa no le dejaba hacerlo. Lily y James eran nombres que sangraban más que su peor luna llena y lo llenaban todo de culpa y añoranza.

Pero ahora era profesor, por mucho que doliese tenía un compromiso con esos niños y había que preparar las clases y si algo se le daba bien a Remus Lupin y perfeccionó con los años, era enterrar las emociones bien al fondo para centrarse en cosas mundanas. En este caso los Hinkypunks.

A Remus le gustaban estas criaturas porque sentía una simpatía hacia cualquier criatura mínimamente traviesa y supuso que sería una buena lección para sus alumnos, cuanto menos interesante, ya que había encontrado un ejemplar cerca del bosque y nada podía emocionarle más que una clase práctica.

"Te conformas con poco, Lunático", la perruna risa sede Sirius resonaba en su cabeza mientras le imaginaba tocando el farolillo del hinkypunk. Joder Canuto, me conformé contigo. Como si en algún momento antes de descubrir quién era realmente conformarse con Sirius hubiese sido alguna vez conformarse con poco. Como si conformarse con Sirius no empezó siendo la decisión la mejor decisión de su vida y acabó siendo el peor castigo. Como si la diminuta esperanza de su inocencia que le reconcomía desde un lugar muy oculto en su cerebro fuese conformarse con algo.

"Aunque estés cegado por el amor no sé cómo puedes seguir pensando lo más mínimo que puede ser inocente", era lo último que Maggie había comentado sobre el tema, y tenía razón. La culpa por ese pensamiento indecente no dejó de perseguirle durante el resto del día, así que simplemente se dio por vencido intentando terminar la clase y se armó de valor para hablar con Harry e intentar solucionar de alguna manera su peliagudo problema con los Dementores. 

Fue una clase magnífica, los alumnos estaban encantados con el hinkypunk. "Atrae a los viajeros perdidos con su farolillo para después atacarles en las ciénagas", había explicado ante la sorpresa de todos sus alumnos salvo Granger, esa chica parecía saberlo todo constantemente y sorprenderla sería todo un reto que se había propuesto como profesor. 

Cuando los alumnos estaban recogiendo respiró profundamente "Venga Lupin, Lily y James querrían que mantuvieses esta conversación con él". 

— Me enteré de lo que sucedió en el partido, ¿cómo estás?

— Bien profesor, quien no tuvo la misma suerte fue mi escoba, chocó contra el sauce boxeador. 

El sauce boxeador en sí mismo siempre sacudía su estómago, el sauce y todos los recuerdos que evocaba ese maldito árbol y el pasadizo a la casa de los gritos. 

— El sauce fue plantado justo cuando yo llegué a Hogwarts... es mejor mantenerse lejos de él.

— Profesor... yo, no sé, no entiendo por qué me afectan tanto los dementores... 

Hubo un silencio, Remus prefirió dejar hablar al chico antes de sacar conclusiones precipitadas. 

— Creo que escucho sus gritos, antes de morir, siempre escucho a mi madre. El otro día, en el partido, también escuché a mi padre. 

Remus palideció al instante, intentando mantener el tipo tosió suavemente. El terror de imaginar los gritos agónicos de los que fueron su familia era una pesadilla en sí misma. Lily y James dando su vida por ese chico de ojos verdes y profundos que tenía sentado al lado, tenía que hacer que mereciese la pena, intentar por todos los medios reducir notablemente su sufrimiento. 

— Los dementores te afectan más que al resto porque has visto cosas mucho más duras que el resto. Los dementores son seres infames, se alimentan de la alegría y la esperanza, es normal que con todo lo que has pasado te afecten de esa manera.

Harry lanzó un gruñido de desesperación.

— Pero profesor... hay algo que pueda hacer, ¿verdad? usted sabe algún hechizo que pueda hacerme enfrentarme a ellos.

— Existe un encantamiento... es magia muy avanzada, se trata de un escudo contra los dementores, el encantamiento Patronus. — Remus notó la emoción en los ojos de Harry, casi suplicantes. — Podría intentar enseñarte, pero si no te importa, después de las vacaciones, aún sigo muy agotado. Pero tomaremos las clases, prometido. 

Harry asintió enérgicamente. 

— ¡Felices fiestas, profesor!

— ¡Felices fiestas, Harry!

Remus se preparó un té calentito y cogió una de sus tabletas de chocolate, con almendras, necesitaría con almendras, había decidido. Le dolía la cabeza, todo el asunto de los gritos de los padres de Harry era demasiado para asimilar en un solo día. "Maldita sea Canuto, todo esto es tu culpa, el pobre chico solo debería conocer la risa de James, no sus gritos de suplica".  

La migraña solo iba a más, joder, era como que simplemente pensar en los gritos de sufrimiento de quienes fueron su familia le taladraba la cabeza. Qué injusto que ese pobre niño no tuviera la posibilidad de saber lo inteligente y audaz que era su madre, o lo idiota que podía llegar a ser su padre solo por ver sonreír a alguien a quien quiere cuando está triste. 

Las cicatrices de la Luna pasada pinchaban de forma extraña, como intentando recordarle algún mensaje críptico y extraño. El dolor de cabeza. El dolor del cuerpo. El dolor del corazón roto. Joder, Canuto, por qué nunca dejas de doler. Por qué estás en todos lados. Por qué no estás aquí para que pueda matarte a hostias. Aunque pareciese extraño, aún seguía esperando algún tipo de respuesta ante esto. 

Decidió irse a dormir, tomó una poción para el sueño que evitaría las pesadillas, solo quería descansar, que al despertar no doliese nada. Y si seguía doliendo, seguir durmiendo hasta que la cabeza dejase de explotar, las cicatrices dejasen de arder y el peso del pecho disminuyese. No tenía clases hasta después de vacaciones, nadie echaría de menos su presencia en las cenas. Solo descansar. 

Mientras dormía era ajeno a absolutamente todo lo que pasara en el exterior. No sabía que una de sus creaciones más preciadas en su adolescencia había caído en manos de unos gemelos que secretamente admiraban a Lunático, Cornamenta, Canuto y Colagusano. Y mucho menos que acabaría en manos de la descendencia más directa del grupo. Y ni si quiera podría imaginar que Harry pensaba usarlo a toda costa para descubrir el Secreto No Tan Secreto sobre porque Remus vivía con el corazón roto. 

Los días pasaban y dejó de tomar la poción. Supuso que sería cosa de la Luna estar tan sensible respecto al tema de Sirius, había que acostumbrarse a dormir sin pociones ni ningún tipo de ayuda mágica o muggle.  

Quería reconectar consigo mismo, dejar de ser el fantasma de todo lo que había conseguido en los últimos años. Joder, estaba enfadado, es que tantos años luchando por superar el duelo y cuando encuentra un empleo estable, su salud mental se va al garete. 

Decidió pasar el día en su despacho, simplemente leyendo "por favor, algo que no me recuerde a él". Las novelas muggles siempre habían sido su mayor pasatiempo en estas situaciones, aunque había algo entre líneas y versos que le hacían recordar a él.

Espero que estés contento, pensó. He terminado de perder la cabeza. 


Homo Homini LupusWhere stories live. Discover now