❥ 20

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—Ten cuidado con eso, RM —pidió Yoongi con súplica y temeroso tras ver que Namjoon traía los equipos dentro de una maleta enorme.

—Hyung, no podría romper esto...

—Siempre dices lo mismo y terminas rompiendo cosas, Nam —confirmó Seokjin trayendo otra maleta.

La mudanza de Yoongi a mi departamento había comenzado y la habitación que sobraba sería nuestro lugar de estudio y trabajo. Así nos habíamos propuesto mejorar nuestra relación, con Suga trabajando en casa y yo estudiando a su lado para terminar el día durmiendo juntos.

—¿Dónde dejo estas? —preguntó Jungkook trayendo cuatro maletas en los brazos, sólo para impresionar a Hye.

—En la habitación.

Sabíamos que no serían todos los días así y que habrían veces en las que deberá si o sí quedarse en su estudio de la empresa trabajando, pero la idea era estar juntos y disfrutar de la compañía del otro.

Terminamos de sacar todo de las cajas ya entrada la noche y cuando los chicos ya habían regresado a sus casas, pero todo estaba perfectamente ordenado -por mí- y Yoongi me dio el permiso de organizar su ropa en el armario mientras él lo hacía con sus equipos y otros implementos. Estábamos agotados y recostados en el sofá, con la televisión puesta en Spotify y musicalizando el ambiente con hiphop, tomados de la mano y con los ojos cerrados a punto de caer rendidos al sueño.

—No sabía que tenía tanta ropa, hasta hoy... —murmuró y yo me reí.

Es increíble que le cayera todo en cinco maletas pues en el armario casi tuve que hacer milagros para que entrara toda.

—Deberías donar la que no usas. O donarme a mi algún hoodie y gorras... Y camisetas... —dije inocente y mirándolo con una sonrisa tierna.

—No —respondió cerrando los ojos y volviendo a apoyar su cabeza en el sofá.

—Ay, que egoísta... —hice un puchero intencionado y me mostró sus relucientes encías.

—Puedes usar mi ropa cuando quieras, Hae. No es necesario que te la done.

Me sonrojé y no sabía el por qué. Tal vez porque Yoongi actuaba y decía cosas lindas más seguido y mi sistema no sabía cómo reaccionar aún a esta nueva versión de él mismo.

—Vamos a dormir... ¿Mañana trabajas?

—No, dormiremos hasta tarde.

—De acuerdo —lo besé en los labios mientras sonreía y caminamos de la mano hasta la habitación, ahora de ambos y con sus cosas también en mi escritorio, su almohada favorita y su pijama debajo de esta.

Ni siquiera hubo oportunidad para más besos, pues apenas nos lavamos la cara y los dientes nos quedamos profundamente dormidos.

A la mañana siguiente me desperté y lo vi durmiendo a mi lado, aún sin poder creer que vivíamos juntos, con su respiración serena y tranquila, llena de paz. Físicamente Yoongi no había cambiado demasiado, además de su color de cabello y sus músculos más tonificados que antes. Su pequeña nariz se movía a medida que el aire salía de sus pulmones, a veces murmuraba cosas inentendibles y movía sus ojos debajo de los párpados, indicando que estaba por despertar, y así lo hizo.

Se topó con mi mirada y sonrió. Me encanta lo seguido que lo hacía, pues se veía hermoso y adorable. Me atrajo más a su cuerpo y me abrazó para acurrucarme y seguir durmiendo. Tampoco había cambiado en eso...

Pasaron unos minutos más para que decidiera ir al baño y levantarse. Mientras lo hacía herví agua y preparé unas tostadas para el desayuno. Habíamos quedado en dormir hasta tarde pero eran las diez de la mañana y quería hacer muchas cosas conmigo, según lo que dijo.

Me atacó con besos en el cuello mientras ponía mantequilla en el pan y ponía sus manos en mi cintura.

—Has despertado muy feliz... —logré decir apenas mientras era atacada.

—Sí.

—Bueno, señor Gato, puede sentarse a la mesa y le sirvo el café cuando termine de besuquearme toda... —dije entre risas.

—Podría no acabar nunca... —susurró entre los besos y me dio la vuelta para besar mis labios con turnura y tranquilidad.

Luego de unos segundos se sentó y vi lo rojo que estaba. No quise decir nada para no molestarlo y no avergonzarlo, pues si lo hacía era posible que no volviera a jugar conmigo así debido a la vergüenza.

Me senté junto a él y serví el café en las tazas. Teníamos tanta hambre que tuve que tostar más pan para al fin quedar satisfechos. Nos sentamos en el sofá luego de lavar la loza sucia y decidimos qué película o serie ver.

—La casa de papel —mencionó él.

—Bien.

Terminamos la primera temporada casi de un tirón si no fuera porque nos dio hambre a la hora de almuerzo. Su cabeza reposaba ahora en mis piernas y yo aprovechaba de acariciar su cabello enredando mis dedos en él.

No quería arruinar el hermoso día que estábamos teniendo, pero el recuerdo de mi padre decepcionado al saber que había terminado con Yoongi hace dos años llegó a mi mente, luego de promesas incumplidas de mi nuevamente novio, de mis quejas al no dejarme salir con él por su vida de famoso y sus advertencias.

—Yoongi...

—¿Mmm?

—¿Tu madre sabe que hemos vuelto?

—No aún... ¿Tus padres saben?

—No... —asintió y giró la cabeza para mirarme.

—Ya hablaremos con ellos —murmuró en un tono que tenía la intención de tranquilizarme.

—Mi padre nos va a matar... —susurré.

—No me importa —dijo sentándose a mi lado y besando mis labios.

—¿Cómo puede no importarte morir?

—No dejaré que nadie me separe de ti esta vez, Haeyoung. Ni siquiera tu padre.

Sonreí como boba y crucé mis brazos en su cuello para acercarlo a mí y devolverle el beso, pero esta vez con uno más animado e intentando transmitirle que confiaba en él y que sentía lo mismo.

Tampoco permitiré que nadie me separe de Suga, esta vez ambos queríamos que funcionara y nos esforzaríamos por lograrlo.

A medida que el beso avanzaba con el tiempo, se hacía más pasional y seguro. Yoongi me recostó de a poco en el sofá para meter su mano bajo mi camiseta y recorrer mi pecho. Soltaba leves gemidos cuando su intimidad rozaba la mía aun con la tela de nuestra ropa interpuesta.

Pero mi teléfono en el bolsillo interrumpió nuestra sesión de besos con una llamada entrante e inesperada: era mi padre.

 ❥ Hᥱr ||『𝑴𝒊𝒏 𝒀𝒐𝒐𝒏𝒈𝒊』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora