❥ Hᥱr ||『𝑴𝒊𝒏 𝒀𝒐𝒐𝒏𝒈𝒊』

❥ 37

La noche cayó luego de cenar y salí al patio para jugar un rato con Holly mientras Yoongi ayudaba a su madre a recostar a su abuela nuevamente en la cama. Había terminado de lavar los platos y una extraña sensación de tristeza y pesar se podía sentir en la casa; tal vez era solo idea mía, pero aun así decidí salir para darle a su familia un tiempo con él, pues aunque nos vamos a casar hay cosas que se mantienen entre los integrantes de familia que no podía compartir conmigo y era comprensible, no quería entrometerme demasiado ni abrumar a Yoongi con las preguntas que circulaban en mi cabeza sobre el estado de su abuela. Sé que llegado el momento se desahogará y me contará. Holly me mordía el borde del pantalón para llamar mi atención y me traía una pequeña pelota para lanzarla lejos y después volver a traérmela. Era una cosita peluda y adorable, su pelaje estaba bien cuidado, suave y sedoso, más que el mío. ¿Tenía envidia de un perro? Tal vez.

—¿No tienes frío? —Yoongi se sentó a mi lado y miraba el cielo estrellado con nostalgia. Intentaba disimularlo pero lo conocía bastante bien. De todos modos decidí pasar por alto aquello y tomar su mano fría, apoyando mi cabeza en su hombro.

Su perfume viajaba hasta mi nariz y me provocaba cosquillas  agradables en el estómago. Si esto no es estar enamorada entonces no sé qué será, pero Yoongi siempre provocaba que las mariposas en mi estómago aletearan desesperadas intentando escapar, viajando hasta mis extremidades y coloreando mis mejillas a un rojo vivo cuando me adulaba, como en un principio cuando recién aclaraba mis sentimientos por él. Esperaba que estas sensaciones permanecieran aquí estremeciendo mi corazón hasta el día que la muerte nos separe.

—No, Holly me ha mantenido activa desde que salí —lo miré por el rabillo del ojo y lo sentí agitarse despacio mientras se reía.

—Gracias por estar conmigo.

—Te has asegurado pidiéndome matrimonio, ¿eh? Sabes que así estaré para ti por siempre —bromeé y afianzó la unión de nuestras manos.

—Sí, me has pillado.

Levanté mi cabeza para mirarlo y me robó un beso rápido, sonriéndome de manera gomosa y con sus ojos desapareciendo entre sus párpados. Tomé su rostro entre mis manos y lo besé con la intención de absorber toda esa tristeza que reflejaba su mirada y que intentaba ocultar para no preocuparme. Su lengua buscaba en la mía el confort que tanto le hacía falta en estos momentos y no dudaría ni un segundo en entregárselo; Yoongi buscaba consuelo con gritos silenciosos y desesperados que solo yo era capaz de oír. Unimos nuestras frentes manteniendo los ojos cerrados y leyendo el silencio que compartíamos en esta noche fría en Daegu, pero ese silencio se interrumpió cuando el azabache decidió que era el momento para contarme lo que le acongojaba, aunque yo ya lo sabía con solo mirarlo.

—Mi abuela no está bien, Haeyoung... —murmuró y abrí los ojos para observarlo; apretaba los suyos con dolor y una tristeza tan palpables como sus manos tomando con fuerza las mías —No le queda demasiado y está sufriendo... No sé que hacer...

Su voz se quebró al final de la frase y tensó los músculos de su mandíbula ocultando su rostro en mi pecho que intentaba soportar la presión tras oírlo decir esas palabras con tanta angustia y desconsuelo. Enredé mis dedos en su cabello y lo abracé, sin embargo Yoongi comenzó a sollozar entre mis brazos con un llanto ahogado y silencioso que aumentaba esa opresión en mi corazón y que a pesar de que intenté contenerme, no pude evitar comenzar a llorar silenciosamente con él.

¿Qué podría hacer además de consolarlo entre mis brazos? No podía decirle que todo estaría bien y que su abuela mejoraría pronto porque sería estar mintiéndole cuando él sabe perfectamente que ella no está en su mejor estado de salud. Debía transmitirle mi apoyo incondicional y que estaría para él incluso en los momentos más difíciles. Luego de un rato levantó la cabeza y sequé sus lagrimas con mi manga del suéter y repartiendo besos en su rostro. Sonrió a medias y agradeció con una mirada llena de complicidad, limpiando mis lágrimas también y devolviéndome un beso tierno en los labios.