Sucumbí frente a ti cuando tus dedos tocaron mis labios.
Mi entrepierna deseaba a la tuya y mis deseos lujuriosos hacían temblar a mi cuerpo en señal de que siguiéramos jugando a rozar nuestra piel sin llegar más allá.
La ropa comenzaba a estorbar, la temperatura subía y el vino ya no calmaba la sed. Mis manos en un acto revolucionario tiraron del borde de la camisa, comencé a desabrochar los botones para que esta cayera al piso de la habitación. Mientras tanto, tus manos bajaron mi vestido quedando en ropa interior y en acto suicida, tu boca rompió mi tanga dejándome descubierta y sedienta de ti.
Me acomodaste en el sillón y acto seguido comenzaste a besar mis piernas hasta llegar a mi entrepierna y quedarte ahí, bebiendo de mi dulce miel que brotaba al solo contacto de tu lengua. El sonido que emitían tus besos y mis gemidos me hicieron llegar al orgasmo antes de que nos poseyéramos ambos. Fue delicioso.
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Fogosos deseos [COMPLETA]
Short StoryHistorias cortas fogosas y eróticas para pasar la cuarentena.