Historia 5

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Aquella noche la champaña se me fue a la cabeza antes de que me diera cuenta y antes de todo eso, tus manos ya estaban en mi cintura y tus labios bajaban lentamente desde mi clavícula izquierda hasta el nacimiento de mis senos.

Mis manos trataban de forma torpe quitarte la camisa, mientras tú, de forma desesperada bajabas la cremallera de mi vestido, ambas prendas comenzaban a estorbar y nuestros cuerpos ya necesitaban acción.

Tus manos finalmente me despojaron del vestido, quedé solo en tanga, porque brassier jamás traigo cuando se trata de juntarme contigo, menuda sorpresa me llevé al notar que tú no llevabas bóxer en esta ocasión. Sin preámbulo alguno, tus labios comenzaron a bajar por mis senos desnudos y mi boca simplemente en acto reflejo comenzó a gemir muy despacio, hacía calor en la habitación. Las yemas de mis dedos se perdían en tu piel y tu boca se perdía en el néctar sabor miel que escurría sin detenerse de mi entrepierna, los gemidos se incrementaban aún más y la presión que ejercías hacía que el orgasmo se viniera mucho más fuerte de lo que yo pensaba.

Gemí y grité cuando toqué el cielo y más aún, cuando sentí tu hombría entrar sin un preámbulo en mí. Hacer el amor contigo era como tocar el cielo con mis manos y estar en el infierno de la lujuria y la pasión desenfrena que habitaba en cada embestida que hacías para entrar aún más profundo en mí...

Y eso...

Eso me enloquecía al máximo.

Fogosos deseos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora