Capítulo 3. -

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Carlie tiró sus cosas sobre la mesa para después recostarse en el sofá. Había sido un día muy cansado, y aún tenía cita con el doctor para que checara sus ojos, había cambiado de consultorio ya que el doctor Stephen se había ido a trabajar a "Good View" y ella tenía que seguirlo.

Se dio una rápida ducha y se puso unos jeans algo ajustados, una blusa de color rosa y unos tenis a juego, decidió dejarse el cabello suelto y tomó la cartera del tocador de su recamara junto con su celular.

Su padre había dejado las llaves del auto sobre la barra de la mesa, se había marchado con su madre en el coche de ésta así que Carlie debía conducir aunque lo odiaba. Dejó sus cosas en el asiento del copiloto y se adentró por las extensas y abarrotadas calles de los ángeles california.


***


Estaba de suerte.

El doctor no tenía ningún paciente, al parecer acá no era como la otra clínica y aquí si daban bien la información cuándo se necesitaba.

—Pasa por este pasillo y entra al consultorio 13. — Le indicó la chica de ojos verdes con una sonrisa. — Carlie asintió y se encaminó justo por donde ella le había dicho.

Cuándo por fin dio con la puerta, ni siquiera necesitó tocarla, ésta simplemente se abrió, dándole paso a un hombre de casi su misma estatura y que obviamente ella conocía.

El maestro Galen.

Él la miró fijamente, desconcertado por su aparición y ella le devolvió el gesto. Se acomodó el tirante de su blusa y apretó más su agarre en la cartera.

— ¿Qué haces aquí?— preguntó el maestro Galen en tono confundido.

—Tengo cita con mi oftalmólogo. — Respondió ella con naturalidad. — ¿Qué hace usted aquí?

— ¿Eres paciente de Stephen?— preguntó aún más confundido. — Y respondiendo tu pregunta, aquí trabajo, de hecho ya me iba solo pasé a saludar a mi mejor amigo, que por cierto, es tu médico. — ella abrió los ojos muy grandes mientras retrocedía un paso e intentaba sopesarlo todo. El maestro Lenny era su maestro, Galen su conocido, y Stephen su doctor... realmente algo estaba yendo o demasiado mal, o demasiado bien. — Lo sé. — Rió él por un segundo. — Es extraño... pero entra, solo está Lenny ahí, pero ya se debe ir.

—Está bien. — respondió ella insegura.

—Hasta luego. — se despidió él, y se alejó por el largo pasillo repleto de gente.

Negó suavemente y tocó la puerta con los nudillos, con el estómago revuelto y los nervios a flor de piel. Se sentí realmente confundida, incluso avergonzada, aunque no tenía por qué. Las coincidencias pasan, aunque esta vez ya eran demasiadas para solo un día.

Se escuchó un ruido desde dentro del consultorio y luego el doctor habló.

— ¡Adelante!— gritó, y Carlie abrió la puerta con delicadeza.

—Buenas tardes. — dijo mientras la cerraba y se paraba frente a ambos.

— ¿Qué haces aquí?— preguntó Lenny confundido, y ella rió por el comentario.

— Como ya le dije al maestro Galen, estoy aquí porque el doctor Stephen es mi medico oftalmólogo y vengo a revisión.

— ¿Se conocen?— preguntó el doctor Stephen confundido, incluso más que Lenny.

—Espera. — Interrumpió éste. — ¿Viste a Galen?— una sonrisa apareció en su rostro y ella simplemente asintió.

—Salió de aquí cuándo yo venía a tocar. — se encogió de hombros y cambió de postura.

—Debo irme. — Dijo poniéndose de pie. — Te espero mañana, llegas temprano. — La apuntó con el dedo índice. — Adiós. — dijo esta vez para ambos.

Carlie se quedó parada en su lugar por unos segundos más. No sabía que pasaba con ese trío, pero algo le decía  que no era nada bueno, o quizá era algo demasiado bueno. 

El doctor Stephen rió en voz alta haciéndola volver de sus pensamientos, y ella agitó la cabeza antes de sentarse en una de las sillas vacías para que el doctor pudiera checarla.


***


La tarde era fría, la noche estaba a punto de caer, y el aire gélido envolvía todo a su paso. 

Galen dejó sus cosas en el asiento del copiloto de su auto antes de subirse a su asiento y disponerse a manejar hacia su vacío departamento.

A veces la soledad le molestaba a tal grado que decidía ir a casa de sus padres y dormir ahí, incluso si al día siguiente tenía que dar clases y debía levantarse una hora más temprano que lo normal. Todo con tal de no sentir esa horrible y extraña soledad que se apoderaba de él.

La depresión lo envolvía justo cuando llegaba la noche y se daba cuenta de que realmente no había nadie ahí para él.

Sus padres vivían en una ciudad a una hora de los ángeles, Stephen tenía demasiadas ocupaciones con el trabajo y su casa, Lenny siempre estaba detrás de mujeres y de bar en bar, así que de noche no se podía contar con él, eso reducía su círculo a... cero.

Dio un suspiro cansado y dejó el auto en el estacionamiento del edificio, sacó sus cosas y se encaminó hacia éste para poder subir a su departamento y dormir a gusto durante un buen rato... o más bien unas cuantas horas.

Cerró la puerta con calma y acomodó sus cosas en la mesa de la cocina, no se molestó en checar la contestadora ni su email, pues sabía que casi nadie llamaba, y los emails de sus alumnos podían esperar para el día siguiente.

Se puso unos pantalones de franela y optó por no utilizar camisa dejando a la vista su marcado abdomen. No había nadie ahí, así que podía hacer lo que le diera su gana.

A sus veintiocho años, Galen jamás había sentido lo que era el amor.

Sí, se había sentido atraído por algún par de chicas, pero la atracción y el amor son dos cosas muy diferentes que no deberían confundirse.


#1 La química del amor.©Where stories live. Discover now