Capítulo 7. -

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Al cabo de unas horas el lugar comenzó a llenarse, Carlie mantuvo la distancia y se quedó por las orillas del lugar mientras todos conversaban alegremente, comían y bebían cerveza o ponche, también café. Se sentó sobre una roca a unos cuantos metros de la fogata, estiró sus piernas y las cubrió para que su ropa interior no se notara, se puso el cabello detrás de la oreja y sacó su celular para revisar los mensajes.

"Pásalo bien Carlie"  había escrito su padre.

"Consigue un novio guapo ;)"  había mandado su madre.

Y ambos la hicieron reír por un momento y se sintió mejor. Por lo menos ellos se preocupaban por ella. 

Tomó una fotografía al hermoso cielo estrellado, y guardó su celular nuevamente. Suspiró fuertemente mientras observaba a todos divertirse, cubrió nuevamente su rostro con el cabello y cerró los ojos durante un momento.

Siempre había sido así. Ayudante en los bailes escolares, la persona que organizaba, limpiaba y acomodaba, pero nunca se divertía. No tenía amigos, o por lo menos no desde cuarto grado cuando Jennifer McAllen se fue a chicago de vacaciones y nunca más volvió.

Siempre fue la aburrida, seria y torpe de la familia, la que hablaba con sus primas mayores porque solo con ellas se entendían, pero que ahora estaban demasiado ocupadas con sus trabajos o sus novios. Carlie era la típica chica que amaba leer, y esa fue una de las razones por las que eligió medicina, aparte de que podría ayudar a muchas personas. Ella supuso que así pasaría toda su vida leyendo y aprendiendo cosas nuevas, conviviendo con personas que solo verías una vez al mes o cada medio año, sin necesidad de entablar más que una conversación o saber sobre su familia.

Esa era una de las buenas razones por la cual ser doctora era una muy buena opción para Carlie.

Alguien tocó su brazo habiéndola dar un salto en su lugar, abrió los ojos y se encontró un vaso frente a ella, era Galen quien lo sostenía.

—Lo siento. — murmuró. — No bebo.

Él rió.

—Es café. — Carlie tomó el vaso cuidadosamente y Galen aprovechó para sentarse junto a ella, no demasiado como para incomodarla.

— ¿Por qué no estás allá con todo el mundo?— preguntó antes de darle un sorbo a su café.

—Supongo que por la misma razón que tú.

Ella volteó su rostro para verlo de frente.

— ¿Le aterran las multitudes y no encaja en este mundo lleno de personas iguales con el único fin de emborracharse y vivir la vida a como dé lugar?— Galen la miró sorprendido y rió ante su pregunta.

—No, simplemente me gusta la soledad.

—A veces la soledad nos ahoga. — murmuró más para sí misma que para Galen. — Pero es mejor vivir así que rodeada de personas que no nos comprenden en absoluto. — él asintió despacio mientras se ponía de pie.

—Vamos, como anfitriones debemos supervisar todo y comer hasta no poder más. — bromeó. Extendió su mano hacia ella, por un momento Carlie dudó en tomar o no, pero al final lo hizo.

Carlie se levantó de un salto y se sacudió el vestido, lo acomodó para asegurarse de que no dejaba nada al descubierto y siguió a Galen hasta la mesa de las bebidas, él tomó dos vasos de ponche y le ofreció uno.

A Carlie no le gustaba el ponche, pero prefirió tomarlo y no discutir al respecto.

Se quedaron en la mesa, uno junto el otro con sus brazos y la ropa rosándose. Los chicos hablaban animadamente, todos parecían divertirse y eso hizo a ambos sonreír. Porque la felicidad de los demás los hacía entirse bien consigo mismos. 



***


Casi era media noche.

Todo estaba tranquilo, no había nadie borracho (o por lo menos no lo demostraban tanto) y todos se habían formado en un círculo alrededor del fuego y habían comenzado a cantar canciones de Eagles, tomaron café y ponche hasta hartarse y comieron dulces, palomitas, y algún tipo de comida que Carlie no reconoció.

Ella decidió que ya era tarde y debía ir a casa, así que buscó al maestro Lenny para despedirse, Galen había desaparecido junto con él unos minutos antes, y habían salido con rumbo al laboratorio de química.

Caminó hasta ahí con pasos largos y cansada por los tacones. Tocó la puerta y Lucy la abrió, Andrew estaba dormido en sus brazos y sus mejillas estaban rojas. Carlie le sonrió e hizo un ademán de despedida hacia todos los que se encontraban ahí.

—Ya me voy. — dijo sonriendo pesadamente. — Pasen una buena noche, nos vemos el martes por la mañana. — Lucy le sonrió de vuelta y Galen tomó un maletín de una de las mesas.

—Yo también ya me voy. — dijo. — Mañana tengo que trabajar. — hizo una mueca con desgana y se aproximó a la puerta.

—Yo también. — respondió Lenny haciendo pucheros.

— ¿Quiere que vengamos mañana a limpiar el desorden?— preguntó Carlie mientras tomaba su celular y revisaba la hora.

—No. — Respondió Lenny. — Conseguiré a alguien para que lo haga.

—Está bien.

Tocó la mejilla de Andrew con gesto cariñoso antes de darse media vuelta para marcharse.

Galen estaba detrás de ella.

Sentía sus pasos casi sincronizados a los suyos, se detuvo abruptamente y volteó hacia él. Galen hizo un gesto con la mano y la empujó suavemente para que caminara junto a él.

Un par de alumnos se despidieron mientras caminaban hacia el estacionamiento, Galen solo asentía con la cabeza en forma de contestación y siguió caminando mientras tomaba a Carlie del brazo y la ayudaba a pasar entre la multitud.

El estacionamiento estaba vacío, o por lo menos no habían personas ahí, autos habían demasiados. 

— ¿Quieres que te lleve a tu casa?— preguntó el deteniéndose.

—No es necesario. — respondió Carlie.

—No será ninguna molestia, de hecho tu casa me queda de camino a la mía. — Se encogió de hombros. — Sería preferible a que te quedes aquí esperando a que pasen por ti.

Ella le sonrió suavemente y el parpadeó.

—Traigo el auto de mi padre, puedo irme sola.

—Oh. — Se rascó la parte posterior de la cabeza y reacomodó las gafas sobre su nariz. — Entonces vamos, te acompañaré hasta el auto.

Carlie permitió que la acompañara.

Se sentía bien que alguien más a parte de su familia se preocupara por ella, incluso aunque fuera solo por compromiso.

Caminaron las cuatro cuadras restantes y se encaminó derecho hasta el pequeño auto blanco de su madre.

Quitó la alarma y abrió la puerta, pero no se metió en el. Galen estaba frente a ella, unos pocos centímetros más abajo que ella, quizá tres o cuatro, pero hacían la diferencia después de todos. Carlie se balanceó sobre sus pies con nerviosismo, pues no sabía qué hacer.

¿Qué era lo que seguía? ¿Subirse al carro e irse? ¿Decir adiós?

—Yo... bueno, creo que debo irme. — murmuró tomando la llave del auto.

—Hasta luego.

Dio un paso más para poder subirse al auto, pero la mano de Galen la detuvo a medio camino. No supo cómo, cuándo, ni por qué sucedió, pero cuando menos se dio cuenta, el maestro Galen la estaba besando.

Le estaba dando su primer beso, y ni siquiera se conocían el todo.


#1 La química del amor.©Where stories live. Discover now