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Jhonathan:

—¿En que estabas pensando? ¿Qué se te pasaba por la mente en un momento tan crucial como ese?. —Marcus me recrimina.

No tengo nada que decir, nada que justifiqué lo que hice.

—Ibas a dejar a morir un paciente. Ibas a dejar morir a esa paciente ¿Por qué?

—Marcus..

—¿Por Allison Green?. —Suelta al azar y está en lo correcto. —Por Allison Green.

Mi expresión lo dice todo.

—Creí que habías dicho que no ponías la vida de ningún paciente por la encima de otro, ni siquiera por esa chica.

—Se lo que dije.

—¿Entonces qué pasó?. —Eleva la voz. —Ibas a dejar morir a esa mujer para darle su corazón a Allison.

Aprieto los ojos.

—¿Tienes idea de la situación en la que te encuentran?

—Lo sé. —Respondo y lo miro. —No sé qué esperas que diga, me bloquee.

—Es por esto que los médicos no deben involucrarse sentimentalmente con sus pacientes, los llevan a tomar decisiones como esta, anteponiendo sus intereses sobre la razón por la que están aquí: Salvar vidas.

Trago saliva.

—Eres mi amigo, pero esto se va a informar, ya sea por mi o no, había varios médicos en la sala, todos vieron lo que hiciste.

Estoy jodido.

—Intentere hablar por ti, buscar una manera, pero no prometo nada.

—Marcus..

—Pero por ahora y por tu bien será mejor que te alejes de la sala de emergencias y de cualquier cirugía programa.

Lo escucho en silencio.

Marcus pasa con dificultad.—Actualmente no están mentalmente en condiciones para operar o realizar cirugías . —Me dice. —Lo lamento, pero ahora no mereces ejercer como doctor.

Lamentablemente, después de esto, estoy de acuerdo con él.












Allison:

—¿Cómo te sientes hoy , Allison?

—Mejor, doctor Finn.

Pongo la mirada en la puerta abiertas mientras la enfermera me acomoda mi almohada.

—¿Qué sucede?

Se detiene y pone los ojos en mí.

—¿Por qué hay tanto ajetreo afuera?

El sonríe. —No te preocupes por eso, trata de descansar.

Le pide a la enfermera que me entregue la medicina y el sale de la habitación.

Me quedo en silencio mientras ella me sirve un vaso de agua y me lo entrega con la pastilla correspondiente a la hora.

Lo paso de un solo sorbo.

—¿Tampoco vas a decirme que pasa?

Ella suspira y acomoda mi almohada otra vez, me recuesto.

—Es por el doctor Rusell.

Mis ojos se abren.

—¿Le...—Siento miedo en el pecho. —¿Le pasó algo?

Sus ojos me examinan.

—Cometió una falta grave y ahora están decidiendo si va a quedarse o no.

Abro los ojos.

Jhonathan..

¿Qué hiciste?

—¿Falta?

Sus ojos me observan.

Ella se me queda viendo y Cuando comienza a contarme todo, no me creo lo que sale de su boca.











Jhonathan:

—Su evaluación había sido programada para este fin de mes, doctor Rusell. —Me indica el medico en turno, a su lado están los otros tres jefes, entre ellos, el de cardiología. —Pero algunos creen que debemos evaluarlo ahora como manera de prevención a que esto no vuelva a acontecer.

No respondo.

—Lamentablemente varios de los jefes de las áreas no están de acuerdo en que siga laborando tras lo sucedido.

Entiendo eso.

—Y me incluyo. —Continua. —Tal vez el shock lo paralizo en un momento tan crucial, pero no se permite tener ese margen de errores, no aquí y no cuando la vida de un paciente está de por medio.

—Lo entiendo.

El me observa unos segundos.

—Entonces creo que ya sabe nuestra decisión.

Aprieto los puños.

—Quizás nos equivocamos con usted y no debimos dejarlo volver tan pronto, es claro que usted no ha superado lo que sucedió.

No sé qué decir.

—Busque un tratamiento y autoayuda. —Me aconseja. —Porque mientras no lo haga, mientras no tengamos un papel firmado por un psicólogo con su alta no a medias, sino definitiva y que indique que este en correctas condiciones de seguir laborando como médico, no podrá volver a ejercer la profesión aquí.

Ni en ningún otro lugar.

—Lo lamento, Jhonathan. —Se disculpa conmigo. —Como dije, tal vez el error lo cometimos nosotros por aceptarlo tan pronto.

El finaliza.

—Por favor, recoja sus pertenencias y abandone el hospital, Doctor Rusell.

Con Cada latidoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant