Epílogo

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Jhonathan:

Apele para regresar al hospital ese mismo año y me lo rechazaron, aun me faltaba la orden del psicólogo, pero quise probar suerte y porque no podía esperar más tiempo para empezar a trabajar otra vez dentro del hospital, sin embargo, como lo dije al inicio, no lo logre.

Aproveche ese tiempo para poner en orden mi vida, mis sentimientos y mis acciones.

Alcance tiempo para viajar y también para venir aquí.

—Quería venir a verte antes, Helen. —Digo frente a su tumba.

Un revoltijo de emociones me envuelves y como si se tratara de una ráfaga de recuerdos, todo regresa a mi mente.

Recuerdo su rostro, su sonrisa, mis momentos con ella.

Recuerdo lo feliz que fui.

Fui muy feliz contigo, Helen.

Pero también me recordé a mí mismo que ella ya no estaba conmigo, que jamás volvería a estar conmigo y yo debí superarlo.

—Sera la última vez, lo prometo.

El mensaje que esperaba llega a mi móvil y sonrio mirándolo, regreso mis ojos a la tumba de Helen.

Con un dolor en la garganta que logro pasar, digo.—Ahora me iré, Helen.











Allison:

La brisa del viento soplando mi cara, el aroma del campo y el calor de mis abuelos.

Finalmente estoy aquí.

Igual que la primera vez, después de que me trasplantaran mi primer corazón.

Y ya no siento dolor, estoy agradecida con esa persona.

Por darme la oportunidad de vivir.

Sonia, dos años mayor que yo y mi donante, eso es lo que se de ella y es lo único que quiero saber, después de lo que sucedió, solo me conformo con saber esto.

Los doctores y entre ellos mi cardiólogo, el doctor Finn, me dijo después de haber tomado las pruebas suficientes y estudiarme, que este era un buen corazón y que sin importar el tiempo estimado que me dieron los médicos, yo siguiera mi vida normal sin pensar en preocupaciones.

Y como desee, estoy una vez más aquí.

—¿Estas segura que quieres quedarte, cariño?

Asiento con la cabeza.

—Estará bien con nosotros. —Le dice la abuela.

—Déjanos disfrutar de nuestra nietita. —Le sigue el abuelo Theo mientras me rodea con los brazos.

Sonrio.

Mamá suspira. —Y tu padre.. tu padre ni contesta el móvil, ¿Qué rayos haces?

—Díselo llegando, mamá.

Ella me mira y se acerca a abrazarme.

—Preferiría que vinieras conmigo.

Sonrio mientras le devuelvo el abrazo.

Con Cada latidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora