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El veinticuatro de diciembre los Blythe decidieron realizar una cena de navidad en su casa, por cortesía invitaron a los Cuthberth y ellos gustosos aceptaron en asistir, ya que sus anteriores navidades habían sido muy tristes sin la compañía de alguien como Anne, que les alegraba el diarios vivir. Gilbert llevaba un hermoso vestido azul que al principio le incomodaba, ya que había llegado la edad de usar corsé y apenas podía respirar con esa prenda puesta.

-¿No quieres verte linda para Gilbert? -preguntó Marilla mientras cruzaba las delgadas agujetas.

Pues obvio que se quería ver lindo para Gilbert, para Anne mejor dicho. Solo se limitó a asentir.

-Pues quédate quieta un momento y verás.

Anne, por su parte, había empezado a arreglarse viéndose al espejo. Suspiraba constantemente cambiando de peinado y preparando las palabras que diría. Actuaría como todo un hombre.

-Me veo estúpida, eres estúpida Anne ¿Cómo pudo siquiera pasar por tu cabeza qué...? -levantó la mirada- ¿Cómo pudo siquiera pasar por tu cabeza que él se enamoraría de ti?

Buscó algo en uno de sus cajones y lo guardó en uno de sus bolsillos.

El timbre no tardó en sonar, la señora Blythe fue quién abrió la puerta con un entusiasmo casi nunca antes visto en ella. Las tres personas que entraron fueron invitados a tomar asiento en el comedor, cuando la cena acabó todos se dirigieron a la sala, luego de unos minutos la charla entre adultos empezó de una manera formal con una misma intención casi que acordada.

-Matthew -diría el señor Blythe- ¿le gustaría venir conmigo a mi oficina? Hay algo muy importante que he querido proponerle hace tiempo.

El tímido hombre asentiría, ambos se levantarían en dirección a ese estrecho y helado lugar para beber whisky en paz.

-¡Marilla! -la señora Blythe tenía sus mejillas como tomates- ¿Por qué no viene a la cocina conmigo? Hace tiempo quiero saber la receta de su tarta de duraznos.

-¡Pensé que nunca lo preguntaría!

-¡Gilbert! -gritó su madre desde la distancia.

-¿Si? -respondió Anne esperando que dijera algo incómodo para iniciar una pelea.

-¿Podrías apagar las velas del árbol de Navidad?

-Por supuesto, mamá, en un segundo.

Ahí se encontraban las dos almas, soplando con delicadeza las delgadas velas rojas, la última fue apagada al mismo tiempo. Ambos sonrieron viéndose a los ojos.

-Yo... -Gilbert suspiró- No puedo más con esto, necesito que lo sepas, aunque creo que ya lo sabes.

-Yo también necesito que sepas algo, pero no sé si sea lo mismo que tú crees que yo sé -respondió la chica nerviosa.

-Entonces no estoy seguro de poder decirlo, tal vez no quieras escucharlo.

-O tal vez si quiera ¿Es tan difícil?

-Más de lo que te imaginas, tonta ex-pelirroja.

-¿Puedes hacer algo para que yo al menos me de una idea?

-¿Y si no te gusta?

-Un golpe no dura más de unos segundos, tal vez me guste hacerlo, teniendo en cuenta que tengo un fuerte brazo masculino en mi poder -bromeó.

Gilbert dio dos diminutos pasos, retiró dos mechones de su cabello y se paró en puntillas frente a Anne para plantar un delicado beso en sus labios. Era raro para ambos pensar que se estaban besando a sí mismos, pero no se sentía de esa manera, parecía la electricidad que ambos ya conocían recorriendo cada rincón de sus cuerpos mientras ondeaban sus almas trasparentes. Al despegar sus labios ya ambos estaban sonrojados.

-Me gustas mucho -dijo Gilbert con firmeza.

-Tú me gustas a mi -susurró Anne, por un momento recordó algo y buscó en sus bolsillos-. Toma, espero no lo abras hasta llegar a casa.

-Yo también tengo uno para ti -sacó algo de la falda de su incómodo vestido-, también quiero que lo abras en tu habitación, quizás me ahorre un vergonzoso sonrojo, en tu cuerpo eso es bastante fácil.

-Esperaré.

-¿Entonces ahora somos novio y novia en la vida real? Nunca había tenido una.

-Pues supongo que si, igualmente yo tampoco había tenido.

-Descansa, ex-pelirroja -sonrió cuando llegó el momento de irse a casa.

-Descansa odioso de ojos avellana -le devolvió la sonrisa.

Gilbert lanzó un beso, Anne lo recibió. Cuando se hicieron las doce y cada uno en sus casas estaba frente a la chimenea, decidieron abrir sus regalos. Había para Gilbert un pequeño libro donde se leían cosas de medicina básica, mientras que para Anne un collar con una pequeña piedra roja que en algún momento había visto.

-Diferente -susurró el chico-, cuando vuelva a la escuela se lo daré y así ambos aparentaremos que nos pertenecen.

-Pupilas dilatadas -recordó Anne finalmente-. Pasa cuando te gusta algo o alguien.

Y decidieron dormir, sin saber aún lo que el destino les estaba aguardando.

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Tres días seguidos, un milagro JAJAJA.

¿Cuál es su canción favorita? Las mías: Roman Holiday de Halsey, Diana de One Direction.

¿Cuál es su álbum favorito de cualquier cantante? El mío: Four de One Direction.

¿Les gusta la historia?

Los ama;
~Cass.
Amor y luz🌻🌈🍑

「𝐘𝐨𝐮𝐫 𝐧𝐚𝐦𝐞 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 × 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭」Where stories live. Discover now