Capitulo 01

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Cinco meses antes…

Tn se paró frente al bar y contempló el suelo cubierto de arena bajo las llameantes antorchas que bordeaban el camino que conducía a la playa.
Había llegado a aquella paradisíaca isla por casualidad. Un asiento libre en un avión, un billete barato y cinco minutos para decidir. Y allí estaba.
Lo primero que había hecho había sido buscar un trabajo y la suerte había querido que el propietario del lujoso hotel Choi fuera a residir temporalmente allí y necesitara una ayudante. Cuatro semanas. El tiempo perfecto para vivir en el paraíso antes de seguir su camino.
— ¿Vas a entrar o has decidido pasar esta preciosa noche aquí fuera?
La masculina voz le acarició los oídos. Se volvió y tuvo que mirar hacia arriba para encontrar la fuente de las roncas palabras.
Sus miradas se fundieron y el estómago se le agarrotó y, por un momento, no pudo respirar.
Ese hombre no sólo era guapo. Había muchos hombres guapos en el mundo, y ella había conocido a unos cuantos. Ése, en concreto, era… potente. Un depredador disfrazado de cordero.
Le devolvió la mirada, incapaz de despegarse de la fuerza de los masculinos ojos. Reflejaban un claro interés.
Su pelo era castaño y su piel brillaba tostada bajo la suave luz de las antorchas.
Tenía la mandíbula cuadrada y un aire de fortaleza que reflejaba arrogancia, algo que siempre le había atraído en los hombres. Durante largo rato él se la quedó mirando antes de sonreír.
—Una mujer de pocas palabras por lo que veo.
—Estaba decidiendo si salir o no —ella se sacudió mentalmente.
—Si te quedas dentro, no podré invitarte a una copa —él enarcó una ceja, en un gesto de desafío.
Tn ladeó la cabeza y sonrió tímidamente. La atracción sexual no era una sensación nueva para ella, pero no recordaba haberse sentido tan atraída, tan pronto, por ningún hombre.
¿Debería acceder a la silenciosa invitación que reflejaba la mirada de aquel hombre? Cierto que sólo le había invitado a una copa, pero era evidente que deseaba algo más.
¿Qué daño podría hacerle una sola noche? Normalmente, elegía a sus parejas con sumo cuidado. Y hacía más de dos años que no había tenido ningún amante. Sencillamente nadie le había interesado lo suficiente hasta la aparición de ese extraño de ojos grandes, sensual sonrisa y burlona arrogancia. Decididamente lo deseaba.
—¿Estás aquí de vacaciones? —preguntó ella.
—Algo así —él sonrió casi imperceptiblemente.
La joven sintió un gran alivio. No. Una noche no le haría ningún daño. Él volvería a su vida y ella, con el tiempo, se marcharía a otro lugar y sus caminos jamás volverían a cruzarse.
—Una copa estaría bien —accedió ella al fin.
Los ojos de él emitieron un destello, casi depredador, antes de sujetarla por el codo y acariciarle sutilmente el brazo con los dedos de la mano mientras la conducía desde la entrada del hotel hasta la oscuridad de la noche. A su alrededor, las llamas de las antorchas bailaban al ritmo del jazz. La brisa marina se enredó entre los cabellos de la joven que aspiró profundamente el aire.
—Antes de tomar esa copa, bailemos —le susurró él al oído y, sin esperar respuesta, la tomó en sus brazos y la acercó contra su cuerpo.
Encajaban a la perfección, hasta el punto de que ella no supo dónde acababa su cuerpo y dónde empezaba el de él.
La mejilla del hombre se apoyaba en la cabeza de ella y sus brazos la rodeaban protectores, fuertes. Ella le correspondió rodeándole el cuello con sus delicados brazos.
—Eres hermosa —susurró él en un tono dulce como la miel.
—Tú también —respondió ella.
—¿Hermoso? ¿Yo? —él rió en voz baja—. No sé si debo sentirme halagado u ofendido.
—De lo que estoy segura es de que no soy la primera mujer que te llama «hermoso».
—¿Lo sabes? —él le acarició la espalda y ella contuvo la respiración—. Tú también lo sientes.
Tn ni siquiera fingió no saber a qué se refería. La química entre ellos era explosiva.
—¿Vamos a hacer algo para solucionarlo?
—Me gustaría pensar que sí —ella echó la cabeza hacia atrás y lo miró a los ojos.
—Directa. Me gusta eso en una mujer.
—Me gusta eso en un hombre.
La intensidad de la mirada de él se suavizó, pero fue sustituida por otra cosa. Deseo.
—Podríamos tomar esa copa en mi habitación.
Ella contuvo el aliento. La invitación hizo que se sintiera paralizada. Los pechos se endurecieron bajo el vestido y la excitación empezó a latir en sus venas.
—Yo no… —por primera vez aparentó cierta inseguridad.
—Tú no, ¿qué? —le apremió él.
—No estoy protegida —dijo ella en un tono casi imperceptible mientras bajaba la mirada.
—Yo te protegeré —él le sujetó la barbilla con una mano y la obligó a mirarlo a los ojos.
La promesa susurrada la envolvió con más fuerza que los masculinos brazos y durante un instante se deleitó en la fantasía de lo que podría ser dejarse cuidar por un hombre así el resto de su vida. Pero enseguida se sacudió la idea de la cabeza. Era algo absurdo.
—¿Cuál es el número de tu habitación? —ella se puso de puntillas y le susurró al oído.
—Te llevaré a ella.
—Nos encontraremos allí —ella negó con la cabeza.
Él entornó los ojos un instante, como si no estuviera seguro de poder creer en ella. Luego, deslizó una mano sobre la nuca de la joven, la atrajo hacia sí con firmeza y la besó en los labios.
Ella se fundió en sus brazos y empezó a deslizarse hacia el suelo, pero él la sujetó con fuerza antes de acariciarle los labios con la lengua, exigente, instándole a que los abriera.
Con un imperceptible estremecimiento, ella se rindió y abrió la boca para permitirle la entrada.
Los besos fueron húmedos y ardientes. Él le privó del aire antes de devolvérselo. Negándose a ser el elemento pasivo, Tn entrelazó su lengua con la de él.
Al fin se separó de ella con la respiración entrecortada y un peligroso destello en los ojos.
—Última planta. Suite once. Date prisa —susurró mientras le entregaba una llave magnética.
Y sin más se dirigió al hotel con grandes zancadas.
Ella se le quedó mirando aturdida y con el cuerpo vibrando de excitación.
—Debo de estar loca. Me va a comer viva.
Con pasos temblorosos, se encaminó hacia el hotel.
No era la timidez la que le había impulsado a aplazar el encuentro con su hombre misterioso. Su hombre misterioso… ni siquiera sabía su nombre, pero había accedido a acostarse con él.
Una noche de fantasía. Sin nombres. Sin expectativas. Sin compromiso ni implicación emocional. Nadie saldría herido. En realidad, era perfecto.
Con más calma de la que sentía, subió a su habitación y se contempló en el espejo del cuarto de baño. Sus cabellos estaban ligeramente desordenados y sus labios hinchados. Pasión.
No reconocía a la tórrida seductora que miraba desde el espejo, pero decidió que le gustaba. Parecía hermosa y segura de sí misma, y la excitación ante lo que le esperaba en la suite número once hacía que sus ojos brillaran.
Se obligó a respirar hondo varias veces y esperó a que el rostro del espejo hubiera perdido su expresión salvaje. Por último se apartó los cabellos de la cara.
Satisfecha por haber recuperado el control, salió del cuarto de baño y se sentó en la cama. Esperaría quince o veinte minutos antes de subir. No quería parecer ansiosa.

[FIC] My Secret [Andyka:9]Where stories live. Discover now