Capítulo 4: Sombras

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Tras la charla que mantuvieron Genoveva y Camino en el Siglo XX, habían acordado verse con mas asiduidad, así que Genoveva propuso a Camino dar un paseo por los alrededores de Acacias, para disfrutar del buen tiempo de las tardes de abril, respirar aire fresco y conocerse mas.

Camino se estaba preparando para encontrarse con Genoveva, estaba frente al espejo del recibidor de su casa colocándose unos pendientes pequeños de preciosas perlas blancas, y arreglándose el cabello en un recogido. Miró sus labios, y decidió ponerles un toque de color, así que abrió uno de los cajones y sacó de el su maquillaje labial, de un rosa oscuro con toques de brillo, y empezó a extendérselo por sus carnosos labios. No era habitual en ella utilizar ese tono labial, normalmente solo se echaba brillo, pero sabía lo favorecedor que le sentaba llevar sus labios así, y conociendo el estilo de Genoveva y lo hermosa que es, no quería quedarse atrás. Además, utilizar tal maquillaje le daba mas frescura a su indumentaria, que era un sencillo vestido blanco con detalles y adornos negros, por lo que también pretendía romper esa monotonía.

Ildefonso se encontraba leyendo el periódico en el salón, y al alzar la vista y ver a su esposa tan arreglada, no pudo evitar preguntarle - ¿A dónde vas amor mío? – Aunque sabía la respuesta, se notaba la tensión en su rostro.

Camino se sobresaltó con la pregunta, debido a lo concentrada que estaba en sus pensamientos, y acertó a decir – Ya te lo comenté antes, voy a dar un paseo con Genoveva – Le miró y le sonrió, queriendo aflojar el clima denso que se estaba formando.

-Para salir a dar un paseo, te noto demasiado arreglada, ese labial solo lo utilizas para eventos especiales – Ildefonso empezaba a sentir una punzada de celos viendo lo preocupada que estaba Camino con su imagen para encontrarse con Genoveva.

- Bueno, es cierto que no lo suelo usar, pero comprenderás que quiera estar a la altura de mi acompañante. Creo que resaltaría mucho que yo fuera sin prácticamente maquillar, discreta como siempre, sabiendo lo ostentosa que suele ir Genoveva – deseaba que se creyera sus palabras. Ni mucho menos sentía celos o envidia de la belleza de Genoveva, mas bien pretendía seguir agradando sus ojos, después de escuchar el cumplido que le regaló en el restaurante.

Ildefonso se quedó unos segundos callado, analizando las palabras de su mujer. No le convenía discutir con ella. Suficiente que se encargó de mantener a raya sus continuas salidas con Anabel hace un año, esa chiquilla nunca fue de su agrado. Demasiado risueña, liberal y entrometida, suponía un peligro para él, gran alegría se llevó cuando se enteró de que su padre decidió volver a Cantabria, y por consiguiente, llevársela consigo. Su plan de reconquistar a Felicia no salió como esperaba, y Marcos, con el orgullo herido, prefería desaparecer. Anabel podía suponer un riesgo que no quería tomar, menos sabiendo las inclinaciones de Camino, pero Genoveva era conocida por ser demasiado ligera de cascos con los hombres y egocéntrica, no iba a desear a Camino en ningún plano que no fuera el de tener a una persona para sobrellevar su soledad, ni siquiera como a una amiga. Ildefonso sonrió para sí. Mejor contentar a Camino dándole la libertad de juntarse con Genoveva, la mantendría distraída y él no tendría que preocuparse en exceso de darle las atenciones necesarias a Camino para que no le tuviera en cuenta su indisposición continúa a intimar o a tener muestras de cariño con ella mas allá de besos en la frente. Lo prefería así. Camino era suya y así él era feliz. Tenía a la mujer mas bella del barrio y solo el podía disfrutarla, nadie mas, no le hacía falta hacerla suya, el simple hecho de saber que el la controlaba, y que ella debía callar y obedecer le daba mas placer que cualquier relación sexual que pudieran tener.

Camino empezó a temer que su marido rechazara su salida con Genoveva, debido a lo absorto en sus pensamientos que estaba. No deseaba discutir, y menos con él. Justo cuando se disponía a aclararle que si el no deseaba que saliera, se quedaría con él, atendiéndole en la casa como una buena esposa, Ildefonso se dignó a hablar:

-Tienes razón – Se levantó del sofá y se acercó a Camino con una sonrisa. Cuando llegó a su altura, la sujeto suavemente por los hombros, dándole un beso en la frente y diciéndole – Eres la mujer mas bella de todo Acacias, por supuesto que puedes arreglarte todo lo que quieras. Pero amor mío, no te preocupes por lo que piensen los demás, estás casada conmigo, y yo te adoro, y no hay ninguna mujer que exista en mi mundo excepto tú, y eso es lo que de verdad te tiene que importar.

-Gracias...mi amor – a Camino le dolía en las entrañas llamar así a Ildefonso, no le amaba, simplemente le veía como su mejor amigo, pero a la vez sentía una gran culpa por no poder corresponderle, escuchando las palabras tan bonitas que le regalaba y que ella difícilmente podía darle. Viendo como el se desvivía por ella, se sentía estúpida por seguir pensando en Maite, teniendo a su lado a una persona que la quería, quizá incluso mas, viendo la falta de noticias que tenia de ella... "seguramente Maite se haya olvidado de mi", esa frase no paraba de golpear sus pensamientos.

Tras la breve conversación mantenida entre los jóvenes esposos, Ildefonso volvió al sofá sabiendo que había vuelto a ganar puntos con Camino, consiguiendo poco a poco desde su casamiento su confianza y afecto. Se sentía ganador de la batalla por su amor, y eso le resultaba tan adictivo como reconfortante.

A su vez, Camino salía de la casa, y se disponía a ir hacia el portal 38, había quedado con Genoveva al lado de la pensión Buena Noche, pero prefería adelantarse y esperarla frente a su casa, la casa de su nueva amiga. Deseaba verla para olvidar su dolor. Se había dado cuenta que desde su conversación en el restaurante, había mejorado levemente su estado de ánimo. Se sentía apoyada y mas segura de sí misma. Y no podía negar que los halagos de Genoveva le habían gustado. 

Siempre tuya, CaminoWhere stories live. Discover now