Capítulo 37: Carmín

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Ambas mujeres están batidas en un duelo de miradas. Una queriendo extraer la verdad de los ojos de su compañera mientras la otra intenta cubrirse tras una máscara de normalidad la cual, no es especialmente creíble.

- Genoveva... Estaba paseando por los alrededores. Me encanta disfrutar de la tranquilidad, lo sabes – intenta que su tono sea firme y sosegado, pero es incapaz de evitar un ligero temblor en los labios al cruzarse con aquellos profundos ojos verdes que la estudian calculadoramente.

- ¿De verdad pretendes que crea tal patraña? ¿Desde las once de la mañana estás danzando por ahí? Son ya las cuatro y ni siquiera has comido en casa – corta rotundamente.

Camino se encuentra entre la espada y la pared, la audacia de Genoveva es innegable y sabe que en vano podrá mentirle. La ha calado desde la primera sílaba.

- Será mejor que hablemos dentro de casa. Por favor, acompáñame – le sugiere con dulzura. No es su intención volver la conversación mas desagradable de lo que ya es. Genoveva simplemente asiente y se coloca tras ella para que le abra la puerta.

Las dos mujeres se encaminan al interior de la casa y paran frente al sofá. Genoveva se acerca unos pasos a Camino y le sostiene la mirada.

- ¿Maite, cierto? – la apatía en su voz se nota a leguas y Camino traga saliva nerviosa. Tiene un nudo en la garganta del que va a ser difícil deshacerse, para ella tampoco está siendo un plato de buen gusto hacer sentir así a su querida Genoveva. Cuando coge el valor de contestar es interrumpida – No hace falta ni que contestes, sé que la única razón por la que me mentirías sería para ocultar el regreso de Maite... - le da la espalda y se aleja unos pasos abrazándose a sí misma – Que tonta fui por confiar en ti, en el fondo sabía que si Maite volvía me desecharías al instante – se le quiebra la voz al pronunciar la última palabra.

Su interlocutora, destrozada por dentro y al borde del llanto igual que ella, se acerca lentamente por la espalda pero sin llegar a tocarla.

- Genoveva – toma aire intentando aliviarse a sí misma – Eres y serás una mujer muy especial en mi vida. Me has dado unos meses inolvidables. Me sanaste las heridas, renaciste mi ser y me diste fuerzas para disfrutar la vida que creía perdida – las lágrimas se agolpan en sus ojos, luchando por salir pero trata de no perder la compostura.

- Y aun así, no fue suficiente. Tal vez ni siquiera me llegaste a amar... Sólo fui una distracción pasajera – llora tapándose el rostro. En un rápido movimiento, se gira y va dirección a la salida, queriendo huir de allí pero antes de que llegue siquiera a tocar el pomo, Camino la retiene por los brazos.

Comienza un leve forcejeo, Genoveva quiere desasirse del agarre de su compañera, sus delicadas manos se aferran a sus brazos, y movida por la rabia de la situación que está viviendo intenta zafarse con controlados aspavientos, pero sin lograr resultado. El temor a hacerla daño físicamente es mayor que sus ganas de desaparecer, y cuando cree que por fin se libera de su aprisionamiento, Camino la sorprende sellando sus labios con los suyos.

El espacio desaparece entre sus cuerpos y el pintalabios carmín de Genoveva se mezcla con los carnosos labios de Camino, que carecen de maquillaje. El beso se vuelve mas intenso hasta que Genoveva se da cuenta de que lo que está sucediendo es un error. Ama a Camino, pero nunca caerá tan bajo de ser su segundo plato. Le enseñó todo lo que podía ofrecerle durante aquellos maravillosos meses y se lo pagó mintiéndola a la primera oportunidad. La rabia la quema por dentro y con un leve empujón la aleja de ella.

- Camino, no puedes hacerme esto. Por favor, no me lo hagas más difícil – pensó en que aquellos labios que acababa de poseer habían sido disfrutados hace escasas horas por Maite y apretó los puños - ¿Cuánto tiempo llevas sin besar a Maite? ¿Una hora tal vez? Debe hospedarse en un pueblo cercano... - sisea entre dientes.

Su compañera calla, sabedora de que las suposiciones de Genoveva son ciertas.

- Espero que disfrutes con Maite todo lo que no te he podido ofrecer yo – empieza a sentir el veneno del odio en su interior, corroyéndola, pero intenta templarse – Espero que marchéis pronto de vuestro nidito de amor improvisado, ya sea una posada o una casa, en este barrio todos los secretos terminan por ser descubiertos – se traga su orgullo.

- ¿Es eso una amenaza? – justo cuando Camino formula la pregunta en tono desafiante la puerta se abre apareciendo tras ella Ildefonso - ¡¿Ildefonso?! – impactada por su presencia no es capaz siquiera de sonreír, pero se obliga a calmar su nerviosismo. El gesto de Genoveva tampoco le insufla fuerzas, la cual, tiene el ceño fruncido y ha perdido incluso un poco de color motivado también por el miedo de la situación.

- Buenas tardes, querida esposa – se queda quieto frente a Genoveva, inspeccionándola levemente – Veo que no estás sola...

- Si me disculpan, marcho, con Dios – dijo Genoveva apresuradamente, cerrando la puerta tras de sí y dejando a Camino con los penetrantes ojos de Ildefonso escrutándola.

- Genoveva había subido un momento a dejarme un recado para el restaurante, nuestra casa se encuentra mas cerca y ya sabes que somos amigas – expone como acto reflejo.

- ¿Acaso te he preguntado? – su seriedad la congela mientras nota que su mirada no se separa de sus labios. Se acerca mas a ella y alzando su mano derecha pasa su dedo pulgar sobre las comisuras y la parte inferior del labio, mirándose acto seguido el dedo y mostrándoselo a su esposa. Está impregnado de pintalabios rojo.

- ¿Qué significa esto? – susurra amenazadoramente, con la mirada más aterradora a la que Camino se haya enfrentado nunca.


Poco a poco retomo el ritmo...

¿Team Genoveva?  ¡Saluden! jajaja

¿Team Maite? ¡Saluden también! xD



Siempre tuya, CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora