A modo de Epílogo

497 52 5
                                    

Formativa de Graubünden, Suiza. 13 de Marzo de 2008.

Escribo esto desde mi habitación, 6 días después de mi descenso.

Es en estas horas solamente donde puedo disfrutar un momento a solas. No soy estúpida, se exactamente por qué hacen esto. Estoy al tanto de las anteriores víctimas, se que se suicidaron, se que tienen que protegerme ante todo y por eso me encerraron en estas cuatro paredes alejada de cualquier artilugio que pudiese acabar con mi vida. Han intentado sacarme todo lo que se, pero mi voluntad permanece fiel a ella. Cepillos dentales, peines, hilo dental, ligas, inclusive alimentos con los que me podría ahogar a consciencia, fueron aislados de mí. Diría que me parece ridículo de no ser que ya lo hubiese intentado antes.

No puedo vivir de esta manera, pero no por eso me quiero suicidar. Yo necesito volver a verla. Necesito que me vuelva a permitir ver esos ojos que sólo cuando cierro los míos se me permite fantasear con ellos. Es una necesidad que no puedo explicar. Su falta me asfixia, me mantiene en un constante ayuno; su ausencia me hace añorarle como si fuese comida, agua, oxígeno, como si fuese las pocas hora de sueño por las que ruego tener y no despertar. Me está matando estar alejada de ella, me he visto al espejo, soy un muerto en vida, soy una simple alma que arrastra un saco de carne con ella, esperando la muerte como el mejor de los alivios. Me está costando demasiado tratar de escribir esto, mi mente no deja que piense en otra cosa. Por lo general, estoy todo el día pensando en ella. Todo el día, en todo el sentido de la palabra. Cuando estoy comiendo pienso en ella, cuando me estoy bañando pienso en ella, cuando me voy a dormir, sueño con ella. Y no es que esté loca, mi mente no podruce esas imágenes a costa mía, yo misma las planto ahí, yo quiero que así sea. No quiero pensar en otra cosa que no se ella.

Por eso, es en estos escasos momentos de lucidez que aprovecho para redactar esto. No se cuánto tiempo me falte para que el lado que ella domina sobre mí salga a flote de nuevo. Ella lo sabe, por eso me permite este descanso, para dejar en claro las razones de mi suicidio y que, con un poco de suerte, sirva de ayuda para instruir a la próxima generación de estudiantes.

Ella no es una mala persona, nosotros lo somos. Nosotros los que todavía no somos castigados según nuestras acciones, los que estamos siendo juzgados sin saberlo y actuamos sin pensar en las consecuencias. Nosotros debemos estar en Septima, no ella. He tenido la oportunidad de conocerla y puedo asegurar con total firmeza que cualquiera estaría dispuesto a intercambiar su alma por la de ella, pero somos egoístas; preferimos firmar un pagaré con nuestas almas como precio para satisfacer nuestra ambición, nuestras lujosas necesidades, cuando deberíamos sacrificarnos, usar nuestras esencias como moneda de intercambio, nuestra alma por la de ella. Pero no. Somos tan increíblemente soberbios que no podemos privarnos de ella, aferrándonos como si fuese la última gota de agua en todo el mundo, la última molécula de oxígeno, el último centavo en el mercado.

No digo que yo sea mejor. Nada me coloca más arriba de todos los anteriores. Al contrario, soy una más dentro de una interminable lista. Mientras leen esto, probablemente yo ya esté confeccionando uno de esos vestidos que ella usa, imaginando lo divina que se vería con él, agonizando de la necesidad de verle. Pero vale la pena.

No quiero enrrollarme más, ahora me gustaría ser objetiva sobre esto. Yo fui elegida para recabar información sobre ella e intentar fabricar planes para liberarla. Pero mi mente se frió en cuanto la vi. No pude contener mis asquerosos impulsos humanos y ayudarla en un principio, pero ella vio algo diferente en mí. Conversamos. Sí, conversamos. Tiene esa voz de ángel que esperaba que tuviese. Me permitió saber que sólo permitía que ciertas personas regresaran a la vida para que la sacaran de ahí, que la recompensa de las mismas sería ella en sí. Recuerdo con exactitud sus palabras, dijo sálvame y yo seré tu premio mientras acariciaba mi rostro con sus suaves yemas. Entonces parecía muy sencillo, una tarea fácil con un trofeo celestial, tendría que ser una idiota para no aceptar, pero me advirtió que no contaba con mucho tiempo antes de que decidiese volver. Sólo ahí comprendí todo.

Ella es un alma pura castigada como una pecadora, obligada a torturar a sus súbditos y jamás ser salvada. No importa cuántas personas regresen a la vida después de estar en la misma habitación que ella, tarde o temprano —más temprano que tarde —, la maldición recaería sobre ellos obligándolos a provocar su muerte, inhibirla a ella de cualquier ayuda.

Escribo esto como advertencia, manden sólo a la persona más capacitada, aquella que sea capaz de dedicar toda su vida a una misión, sólo ese pupilo tendrá la habilidad de ser más fuerte que el castigo divino.

Quien sea que esté analizando estas palabras se estará preguntando sobre la apariencia de ella. No pienso describir su físico porque enseguida golpearía mi cabeza contra la cerámica del lavamanos, ni la limpieza de su alma, no tengo la intención de soltar ningún detalle sobre ella para no desatar la avaricia que viene por defecto en el hombre.

A estas alturas de mis palabras mi cuepro ya debería estar entrando en el estado dos de descomposición hinchándose como gusano rastrero. Se que no fue la forma más inteligente de morir, pero era de las más viables. Que el mundo sepa que morí lentamente ahogándome con la putrefacta agua de un retrete fuera de servicio, que mi vida se fue yendo poco a poco mientras el olor a drenaje y desecho inundaba mi nariz y mis pulmones. Que todos sepan que morí como lo merecía, ahogada entre la mierda de humano que era sin tener espacio para sacar el vómito que rogaba por salir, hundiéndome en el sitio que merezco. Incluso si destaparan mi tracto respiratorio, ni el mejor antibiótico me salvaría de una mortal infección. Pero lo más importante, es que no puse resistencia.

Ahora que el espacio de mi hoja se está haciendo limitado, lo último que que me permitiré decir es su nombre. Entre los susurros de nuestra plática creo que soltó que fue despojada de su nombre al ser alejada de los demás, entonces se me ocurrió uno. Simplemente, nació de mí. Es bello, tanto como ella. Denota la pureza de su alma, el bien y el mal absoluto, el poder divino y la simpleza humana. El nombre protagonista de la más increíble historia, autor de las aventuras más descabelladas. El nombre de un ángel.

Lauren.

𝐌𝐈𝐒𝐈𝐨́𝐍 𝐄𝐒𝐌𝐄𝐑𝐀𝐋𝐃𝐀 ━━━ 𝗰𝗮𝗺𝗿𝗲𝗻 𝗴!𝗽On viuen les histories. Descobreix ara