O7. El valle de los sastres

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locus throni, 102:000 am.

Se dejó llevar por la suave esencia de Lauren alrededor suyo. El tierno ángel la cubría con una delicada capa térmica para que el calor del infierno no afectara su cuerpo. Las manos de la pequeña se movían nerviosas mientras intentaba hacer un nudo decente bajo la intensa e insistente mirada de la latina. Al final le salió un moño medianamente aceptable.

—Quieres decirme algo —ni siquiera preguntó, lo afirmó.

Un delicado suspiro salió de su menudo cuerpo —he sido obligada a cumplir esta condena, Camila —la morena no comprendía a dónde quería llegar con eso —. Por favor no te dejes llevar por lo que dicen las almas en pena. Yo nunca quise hacerles daño, ellos cumplen sus propios castigos.

Su corazón se encogió —no me importa lo que digan los demás; el mismísimo Dios puede decirme lo que le venga en gana, yo te seguiré buscando igual.

Soltó una risita inocente —si eres la mejor de tu generación entonces sabrás de los constantes cambios en el camino, ¿cierto? —cierto, que en Septima el tiempo avanzaba de forma diferente, y el espacio... no se supone que el espacio avance, pero aquí sí que lo hace. Con todo y esos obstáculos, Camila seguía superando roca tras roca — Una vez que pases el Valle de los Sastres te darás cuenta de que las rutas no son las mismas. En el peor escenario te puedes encontrar con los Claros de los Altos Hombres.

Los Claros eran donde castigaban a los mortales que buscaban llegar más alto sin importales qué aplastaban debajo. Eran estirados poco a poco, sus pieles se desgarraban y fragmentaban, pero nunca se partirían —no te preocupes por mí, soy una profesional.

La besó una última vez y salió del Castillo con el tiempo de la misión justo. Desde su descenso, tenía 10 minutos antes de que su cerebro muriese con ella. Tenía que llegar lo suficientemente alto para dar señales de vida y pudiera ser revivida. Tenía que llegar al preiferno para su ascenso.

Quirófano, 8:39 pm.

—¡Cabello ha dado la señal! ¡Rápido!

El equipo médico corrió hasta ella y colocando los desfibriladores al máximo la trajeron de vuelta de un choque.

Tosió todo lo que había quedado en su garganta, restos de cenizas salían de su boca reseca, sintió el rostro tieso por la sal de sus lágrimas secándose en su piel. Mierda, el infierno fue duro.

Sus ojos se acostumbraron a su entorno, cuando por fin pudo ver a las siluetas alrededor, se escuchó como el alumnado festejaba y gritaba. Una furia rubia se prendió de su cuerpo sin importarle las marcas que habrían dejado en su cuerpo los distintos niveles del infierno, o los posibles huesos rotos —yo también te extrañé, Dinah —dijo como pudo.

—Fueron los siete minutos más preocupantes que he tenido.

—¿Siete minutos? ¿Sólo duraste tres minutos ahí?

Su amiga se soltó fingiendo indignación —tú más que nadie sabe cómo es el tiempo ahí. Siento que duré una eternidad.

—Yo lo sentí como unos segundos —susurró mientras sus demás compañeros cacareaban sobre las horribles cosas que habían visto. Incluso escuchó a Luke hablar de cómo estuvo a punto de ahogarse en un supuesto mar que se congelaba por minutos y después hervía. La condena perfecta para los fanáticos de la deep web.

—¡Su atención! —escuchó la voz de su Jefa al Mando —No saben el orgullo que me da saber que todos regresaron sanos y salvos. Ustedes son la prueba de la evolución humana, mañana tendrán el honor de elaborar sus reportes, exposiciones o documentación acerca de lo que recabaron, pero por ahora vayan a descansar.

El quirófano se vació dejando solas a Camila y a Ally. La latina sabía exactamente dónde iría la primera pregunta de su líder.

—¿Cómo te fue? —preguntó sentándose a un lado de la camilla.

—Maravilloso —en cuanto el recuerdo de Lauren regresó a ella, empezó a llorar. Dentro de ella nació un sentimiento de añoranza desgarrador, casi inhumano.

—Ya la sientes, ¿verdad? —agitó su cabeza en afirmación. Sus ojos se cerraban violentamente tratando de plasmar la angelical imagen de la ojiverde de nuevo, pero era imposible, su imaginación no se comparaba con lo que había visto. Su naciente dolor de cabeza se hizo tan insoportable que gritó. Gritó a todo pulmón y corazón abierto. No soportaría ese sufrimiento mucho tiempo, ahora suicidarse sonaba como la mejor idea del mundo. Pero tenía que ser fuerte, por Lauren —¿dónde está ella, Camila?

La mayor parte de su cuerpo le gritaba que no dijese nada, que se la quitarían de su lado, pero su voluntad seguía intacta. Contra todo pronóstico, su quijada empezó a articular la ubicación de su ángel —N-Noruega-

Correnda's da Inferno. Creí que se habían disuelto hace años.

Los corredores eran, como su nombre lo indicaba, hombres que evadían su destino intercambiando almas. Sacrificas un alma pura en tu nombre y te libras de tu futuro castigo. Suena sencillo, pero cada vez es más difícil encontrar a esas almas. Por lo que se sabía, solían secuestrar niños desde sus nacimientos para encerrarlos y utilizarles cuando se les necesitaba.

—La has salvado, Camila —lloró junto con ella —. Has salvado al alma errada. Le has devuelto la vida que merecía —limpió el pelo que se juntó en su frente para dejarle un beso fraternal —. Tus padres estarían orgullosos.

La dejó en la fría habitación sola mientras Camila terminaba de llorar. Eso era todo. Lauren por fin podría dejar atrás el infierno en el que vivía para poder seguir con su vida, había salvado su ser. Todo el dolor que sentía fue intercambiado por una felicidad abrasadora al saber que Lauren estaría de regreso, entonces una frase suya se alojó en su cabeza.

"Sálvame, y yo seré tu premio".

No sé exactamente dónde, esa información es clasificada, Sala A-2, 5:15 pm.

—Ya puedes pasar a verla.

Una sonrisa se coló gigante en su rostro. Sin siquiera pensarlo atravesó la puerta y se detuvo de golpe al verla. Su corazón dio un vuelco por tercera vez en un día.

La primera vez que le vio como una humana estaba encerrada en una caja de cristal reforzado. Por la in-naturalidad de su muerte su cuerpo no se descompuso. Yacía inerte dentro con un viejo vestido blanco y enredada entre sus cabellos. Las marcas de moretones en su piel seguían sin desaparecer, sin importarle los incontables años que habían pasado. Llevaba más de diez años en conserva. Un sentimiento indescriptible se plantó sin consentimiento en el pecho de Camila, y no se había ido desde entonces. La sacaron de su encierro y se la intentaron llevar lejos de ella, pero Camila permaneció cerca. No podría alejarse de ella nunca más. Su belleza y su actitud angelical innata le cautivó desde el segundo uno, ahora costaría más que un universo para separarla.

—¿Me extrañaste?

Movió su ceño con curiosidad. ¿Se supone que debía extrañarla? ¿Quién era ella?

—P-perdón... No te- No te conozco.

Una risueña risa acompañó su oración y Camila quiso comérsela a besos—perdóname, niña. No quise decir eso. Soy Camila.

Se sentó a su lado en la camilla, sin importarle si le incomodaba. Lauren estaba maravillada con su presencia. Algo dentro de su pecho latía debido a su cercanía —soy Jauregui.

Rio cuidadosa —que nombre tan peculiar.

—Es... Es mi apellido, no sé c-cual es mi nombre.

Apartó sus ganas de estrangular a alguien por tratar mal a su pequeña niña para enfocarse en cuidar a su ángel —¿Sabes? Una vez conocí a un ángel.

Una sonrisa curiosa se mostró en su cara —los ángeles no existen.

Quiso reír por su comentario, irónicamente, ella era uno. Ignoró su liviana burla para seguir contándole —claro que existen. Vi uno, incluso platiqué con ella — "la hice mía" —. ¿Quieres saber su nombre? —la curiosidad de la ojiverde respondió por ella —Se llamaba Lauren. ¿Te gusta ese nombre?

𝐌𝐈𝐒𝐈𝐨́𝐍 𝐄𝐒𝐌𝐄𝐑𝐀𝐋𝐃𝐀 ━━━ 𝗰𝗮𝗺𝗿𝗲𝗻 𝗴!𝗽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora