Escritos

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Como ya era costumbre para Craig, ese día salio de la escuela dispuesto a ir por su café de los jueves, él día en que el rubio nervioso tenia turno en la cafetería de sus padres. Al llegar el señor Tweak lo saludó pues para él ya era un cliente seguro y luego de ello se sentó en la mesa de siempre, la que estaba en la ventana. Craig era alguien muy organizado y observador, esto ultimo no solo por su don sino por que le gustaba tener todo en orden, es por eso que sabia los horarios de Tweek y sobre todo, que lo que estaba haciendo de observar al chico no era en vano.

Craig tenia curiosidad de saber porque el universo decidió equivocarse, siempre pensó que el mundo era igual de metódico a él y que así como el precio de su don era justo y cruel debía haber una explicación por la que ese joven nervioso y neurótico debía pagar ese precio tan terrible.

El amante de las estrellas abrió su teléfono y comenzó a buscar articulo tras articulo del hilo rojo, sabia bien que durante años los seres humanos habían buscado la manera de predecir o encontrar mas fácilmente dicho hilo, sabían que existían porque como el mismo aire, se sentía mas no era visible para nadie.

Excepto para Craig.

Hasta ahora solo había encontrado una cosa interesante, antes que él existió otra persona con su mismo poder y ella existió en Japón, es gracias a ella que la existencia del hilo rojo era sabido por las personas y al parecer sus conjeturas eran acertadas, aquella mujer nunca se casó y murió completamente sola, al igual que era el destino de él.

De cualquier modo Craig miró la hora e hizo unos pequeños cálculos mentales, luego sonrió, tenia un reloj en la muñeca en el cual comenzó a ver los segundo en cuenta regresiva.

—3, 2 y...—Murmuraba Craig mientras veía el reloj de su teléfono y al terminar su cuenta la campana del establecimiento sonó.

—¡P-perdón por las demora! Pensé que esta vez iba a poder pillar al gobierno detrás de mi pero

—Tweek ya henos hablado de esto hijo, el gobierno no quiere saber nada de ti, ni de los negocios pequeños—Lo reprendía nuevamente su padre.

—ALGÚN DÍA LO PROBARÉ—Gritó mientras iba a la parte de atrás del local a ponerse su usual delantal marrón y empezar su labor, y como él era el único cliente ahí hasta el momento, era su primer trabajo.—Hola, ¿que te doy?—Le dijo tomando su orden, Craig sonrió pues sabia que el chico ya lo conocía.

—Lo de siempre, Tweek—Le respondió y el chico tuvo la intención de gritar como sabia su nombre, pero de pronto algo le llamó su atención, el articulo que el muchacho estaba mirando.

—Oh, ¿también te interesa sobre el hilo rojo?—Habló el chico entusiasmado y por primera vez desde que conocía al mesero, no estaba alarmado sino feliz.

—Si, un poco—Respondió con simpleza y los ojos de Tweek se iluminaron mas.

—¡Yo se todo de el! ¿Sabias que se siente un tirón en el dedo meñique cuando estas cerca de tu amor? o ¿Si quiera sabias que se aloja en el dedo meñique? Eso se supone que tiene que ver con el corazon pero la verdad aun no comprendo bien esa parte—Comenzó el chico a hablar de un montón de cosas pero a decir verdad la mitad de ellas no eran cierta y si alguien podía afirmarlo era Craig, definitivamente las personas no sabían nada de aquello que tanto los obsesiona.

Y él sabe todo sobre aquello a lo que tanto le huye.

—Gracias por la información—Le respondió con una media sonrisa, se sentía bien, era la primera vez que tenían una verdadera conversación.

—Si quieres saber mas sobre el tema puedes buscarme en Internet—Tweek tomó su libreta de pedidos y anotó algo para luego darse a la Craig—No suelo darle esta información a nadie pero... es la primera vez que encuentro a alguien que le interese de verdad el tema, ademas siento que a ti te puede interesar. Ya traigo tu pedido—Cuando Tweek se fue Craig miró curioso aquel extraño nombre en el papel.

El hilo faltante|Soulmate CreekWhere stories live. Discover now