Craig Tucker ha nacido con un don extraordinario, el poder de ver los hilos rojos del destino pero a un costo, él no posee uno propio. Un día conoce a Tweek Tweak, un muchacho desafortunado quien no posee un hilo rojo llamando la atención de Craig...
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Esa noche Tweek no durmió, no era la primera vez que pasaba la noche en vela pero esta vez no era escribiendo sus historias o recolectando teorías sobre los hilos rojos, no, esta vez el problema principal el en su cabeza y cuerpo era una sensación extraña que lo empezaba a abrumar.
Incluso luego de salir de la casa del tal Thomas el sentimiento de tristeza no lo abandonó, pero si fuera solo esto no seria extraño pues él siempre ha sido una persona sensible a todo y saber después de saber sobre una muerte tan trágica era normal ponerse triste, pero que ese sentimiento se mezclara con el dolor era lo que de verdad lo extrañaba.
Celos
Esa palabra no abandonaba su cabeza, si bien el sentimiento de vació se creaba al pensar en aquel rubio de la foto, la idea de Craig enamorado de él le causaba un dolor inmenso que solo podía describir como... como los celos. Al menos lo que el concebía como tal.
Luego de pensarlo unos días antes de esa visita Tweek se había dado cuenta que Craig le atraía, era un chico atractivo y lo consideraba la persona a quien mas confianza le tenia y sabia que esa confianza era mutua por todo lo que habían vivido juntos pero...
Él seguía sin tener hilo. ¿De que servia empezar una relación?
Mas allá del rechazo, el rubio no podía pensar en ambos en una relación pues eso solo los llevaría al dolor y la separación, él no quería separarse de Craig, era alguien realmente importante para sí, lo que menos quería era perder su relación.
Me quedaré a tu lado mientras me lo permitas.
Fueron las palabras que le dijo esa misma tarde y quería cumplirlas de verdad, incluso cuando él encontrara su destinado seguiría siendo cercano a Craig, su amistad no la cambiaría ni siquiera por el vinculo mas grande del planeta.
Pero ahí es donde se encontraba el segundo problema.
Craig le estaba ocultando algo.
"Lo siento", esas dos palabras fueron como un terremoto en un lugar que pensó estaba bien cimentado, cambiaron su mundo para siempre y la percepción que tenia sobre todo lo que había vivido con el oji-rubi desde el momento en que lo conoció. Craig estaba ocultando algo muy grande, lo supo en ese abrazo, él no lloraba por la perdida de su primer amor, no.
Él lloraba por Tweek.
Eso, combinado con la sensación de vació en su pecho le daba el presentimiento de que algo estaba mal en él y Craig lo sabia, pero aunque algo en sí sabia de lo que trataba su mente bloqueaba eso con todas sus fuerzas, dejándolo como un nido de frustración y preocupaciones que no podía vencer por culpa de la incertidumbre.
—Hay algo que no te he dicho—Esas palabras fueron como un golpe en la cara para Tweek, no solo porque viniendo del pelinegro frente suyo era justo las palabras que mas temía y anhelaba escuchar, sino porque le recordó que la noche había pasado y ahora se encontraba frente a la entrada de la escuela.
