Craig Tucker ha nacido con un don extraordinario, el poder de ver los hilos rojos del destino pero a un costo, él no posee uno propio. Un día conoce a Tweek Tweak, un muchacho desafortunado quien no posee un hilo rojo llamando la atención de Craig...
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Aunque Craig no lo quisiera admitir, le estaba empezando a gustar pasar tiempo con Tweek.
Siempre había sido alguien demasiado calmado y apático, solo existían tres personas con las cuales se la pasaba en la escuela constantemente y eso era por pura necesidad (al menos así lo veía él) pero con Tweek era diferente, por mas que a veces lo sacara de sus cabales, sus días se habían vuelto mas interesantes desde que el rubio le ofreció usar su don como algo mas que una excusa por la cual quejarse de por vida.
Es así como esa mañana como todas las anteriores, se levantó, se bañó y comenzó a vestirse con su habitual ropa ya lavada por su madre, no obstante, estaba en calzoncillos a punto de ponerse una camisa blanca cuando de pronto la puerta se abrió y un sonrojado Tweek lo vio de pies a cabeza.
—¡Tweek maldita sea!—Gritó Craig ocultando su piel desnuda mientras miraba a otro lado para que el contrario no notara también su sonrojo.
—¡Lo siento! ¡Lo siento! Oh jesus...—Volvió a salir y cerró la puerta, Craig se empezó a vestir mas rápido pero torpemente porqué sabia que el chico seguía ahí.
—Ya es la quinta vez que haces esto—Lo sermoneó enojado.—¿Puedes tocar antes de entrar por una vez en tu vida?
—L-lo lamento... sabes que no puedo ignorar mis pensamientos de que en cualquier momento te pueden secuestrar.—Se excusó y Craig rodó los ojos mientras se ponía su habitual chaqueta.
—Bien... da igual.—Le restó importancia—Ya puedes pasar.—Y así lo hizo, aun sin mirarse a los ojos ambos partieron al primer piso de la casa de Craig.
Desde que ambos comenzaron con su unión de hilos Tweek solía ir temprano a recoger a Craig ya que según él, no podía con la emoción de empezar un nuevo día de búsqueda, Craig lo dejaba ser y realmente no le importaba que ambos fueran a la escuela juntos, lo que si le molestaba era sus intromisiones a su cuarto sin permiso, ya era la segunda vez esa semana que lo tomaba desprevenido mientras se vestía.
Era muy... vergonzoso aunque ambos fueran hombres.
Caminaron juntos hasta la escuela mientras Tweek le comentaba sus nuevas historias a Craig quien parecía desinteresado, aunque en realidad él se sabia esas tramas de memoria pues leerlas era lo ultimo que hacia antes de irse a dormir.
Le gustaba soñar que era el protagonista de esas historias.
Craig había notado en el poco tiempo que llevaba con Tweek que el chico le atraía un poco, al menos sí físicamente, sobre todo esos ojos y esa cabellera le resultaban llamativa. Es por eso que esa mañana había decidido guardar cierta distancia con él y en definitiva, su "encuentro" de esa mañana ya era un augurio de que no iba a poder lograr su objetivo.
Olvidar ese sentimiento.
—Bien, ¿quien será nuestra próxima futura pareja?—Preguntó Tweek observando a los adolescentes entrar en el sitio.
