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CAPÍTULO CATORCE

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—Entonces, ¿cuál es el plan? —frunció ligeramente el ceño ante las palabras, para luego mirar a la pelinegra confundido. Ella se veía realmente seria, y no era algo común —. El plan para recuperar a Michael

Claro, debió esperarlo.

—Sara-

—Calum me dijo que llevaban algunas clases juntos y pasaron tiempo en los almuerzos con Ashton. Además, Logan está pensando seriamente en invitarlo a salir y no debemos permitir-

—¿Logan? —detuvo sus pasos a unos metros de la puerta de su salón de clase. Sara sintió firmemente. La idea de Michael y Logan saliendo revolvió su estómago.

—Logan está bastante interesado en nuestro... ¿amigo?

—En primera, ya no somos "amigos" —soltó un bufido, a lo que Sara blanqueó los ojos. Ella siempre sabía cuándo mentía, a veces creía que tenía una clase de superpoder —. En segunda, Logan está interesado en cualquier persona de su mismo sexo desde los quince. Solo dile que lo deje en paz.

—¿Desde cuándo te preocupas por quien está interesado mi hermano? —ella tenía esa sonrisa en su rostro, como si se hubiera dado cuenta de algo. Intentó pensar en algo para quitársela, pero no se le ocurrió nada.

Sara tenía razón, jamás le interesó las personas con las cuales su molesto hermano paraba detrás. Siempre eran los tontos chicos que no sabían que él terminaría rompiéndoles el corazón u otros que conocía en alguna fiesta y prometía llamar al día siguiente. Pero, esto era diferente.

Era Michael.

Ese chico que conoció a los ocho años, que vio en sus mejores y peores momentos, la misma persona que lo hizo feliz, reír y le dio los mejores años de su vida, la única en la que confió y a quien prometió... proteger. Y, Dios, sabía lo tonto que estaba siendo porque esas solo fueron tontas promesas de niños que creían en los finales felices y la amistad verdadera, pero algo dentro suyo aún quería seguir queriendo en todo aquello.

Michael ni siquiera le dirigió la palabra desde que llegó (hacia dos días), sin contar con la única oración que lo soltó cuando se quedó viendo las notorias marcas de su cuello o antes de irse de la piscina, las cuales no fueron para nada agradables, y acá estaba, intentando protegerlo como lo hacía de niño. Puede que aún creyera que seguía siendo el mismo niño perdido y con miedo del mundo exterior, el mismo que amaba dormir abrazado a alguien y amaba sonreír. Pero, no.

Este chico lleno de tatuajes y piercings no era la misma persona a la que conoció cuando era un niño. Y, no es como que dos anteriores características tuvieran nada que ver. Puede que Michael tuviera este llamativo cabello que resaltaba contra su aun blanca piel, su cuerpo estuviera cubierto con tinta o que tuviera perforaciones en su rostro, pero no era eso. Los años habían pasado, haciendo que cambiara no solo exteriormente.

Aunque, no todo era diferente.

Esos ojos verdes, unos con los que soñó por demasiado tiempo, los cuales siempre recordó por el colgante de su cuello, eran igual de brillantes y seguían siendo sus favoritos. Los rojos labios seguían igual de dañados, con pequeñas heridas y costras, debido a aquel mal hábito que tenía. Y, la lechosa piel seguía con marcas, pero esta vez en otras zonas, las cuales no fueron hechas por sus dientes.

Sintió un escalofrío ante el pensamiento de otros dientes en aquella delicada piel. No imaginaba por todo lo que tuvo que pasar ese chico luego de todos estos años. Pero, pudo notar su perdida y asustada mirada cuando lo miró.

Leave Your Mark With Every Bite ☆ mukeWhere stories live. Discover now