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CUARENTENA Y UNO

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Los labios de Luke estaban sobre los suyos, mientras su cuerpo lo empujaban de manera lenta, hasta que su espalda tocara el colchón de la cama. Sus manos no tardaron en atraerlo, sujetándolo por el cuello, para poder profundizar el beso.

Se suponía que no lo volverían a hacer, o es algo que se propuso a sí mismo luego de pasar el día al lado del chico que hacía que su corazón latiera demasiado rápido y sus ojos solo pudieran prestar atención a sus labios, pero esa promesa duró poco cuando vio la desesperación en su mirada. Quería estar ahí para él, sin importar como. Sin importar que siguiera cayendo por sus caricias y sus labios lentamente, hasta que ya se le fuera imposible parar.

No estaba seguro de cuánto podría continuar con esto. Cuando su corazón dejaría de emocionarse por un simple beso, su piel se casanra de las suaves caricias o sus oídos dejaran de vibrar por las dulces palabras que se le eran susurradas. Tal vez, nunca, y ese era un problema. Eso hacía que todo fuera más difícil, porque quería algo que no se permitía tener.

Quizá debería decírselo a Luke. Podría decirle que quería sus labios sobre los suyos de manera permanente, que quería que su mano lo sostuviera siempre y que la palabra "amigos" ya no era la que quería usar para describirlos.

Pero, el pensamiento se fue tan rápido como apareció, cuando unos dientes succionaron suavemente la piel de su cuello y unas manos comenzaron a desabotonar su camisa. Como siempre, solo se dejaba perder en un placer, que poco a poco combinaba más emociones. Porque, dejó de ser solo placer y distracción desde hacía un buen tiempo.

Cuando Luke lo besaba no era como cualquier otro beso que hubiera dado antes, sus sentidos se nublaban y sus labios parecían no tener suficiente. En el instante que sus brazos lo rodeaban, no podía evitar sentirse... protegido y seguro, algo que jamás sintió con alguna otra persona. Sabía que no debía tener miedo cuando él estaba cerca, que no tenía que seguir fingiendo, porque no estaba solo, tenía a alguien. Una persona que se estaba robando su corazón. O, tal vez, ya lo había hecho.

Puede que esto era de lo que hablaban los adultos, o los libros y películas, cuando intentaban describir el sentimiento de estar enamorado. Solo querías a esa persona cerca de ti y nada más importaba. Así se sentía cada vez que miraba el azul en los ojos de Luke, como si nada más importara, solo ellos.

—Te veías tan bien cuando llegaste — murmuró Luke contra la piel de su cuello, mientras su nariz rosaba la marca que acababa de crear. Asintió, sin hacer demasiado caso a sus palabras, mientras unas manos subían y bajaban por su ya desnudo pecho —. Tan hermoso. Me encantas.

—L-Luke —dijo, sin poder concentrarse demasiado cuando unos dedos movieron el metal entre sus pezones. Levanto levemente la espalda, arqueándola, mientras sentía otra mano jugar con el cierre de sus pantalones.

—¿Te gusta que te halague? —la voz de Luke era grabe, poniendo sus pelos de punta. Solo asintió, sin poder concentrarse en decir algo.

Puede que Luke ya supiera la respuesta (era claro que la sabía), pero no era solo los halagos; era él. La idea de sentirse deseado por un chico que prácticamente pudiera tener a cualquier persona que quisiera en su cama, le gustaba. Saber que de todos ellos, fue a quien eligió; lo hacía sentirse especial.

Además, puede que ayudara ligeramente a su ego, sentirse deseado por el chico que sentía algo. No es como si no sintiera a gusto por su cuerpo, pero (como cualquier adolescente) siempre quedaban unas cuantas inseguridades. Por lo que, escucharlo de parte del rubio era algo que lo hacía estremecerse y solo desear que más palabras fueran murmuradas contra su piel mientras era acariciado (estaba seguro que eso debía contar como una clase de fetiche). Simplemente, lo hacía reaccionar, sin que tuviera alguna clase de control de ellos.

Leave Your Mark With Every Bite ☆ mukeWhere stories live. Discover now